La autora de esta historia se queda dormida frente a la computadora y, mágicamente, la protagonista de su propia novela la obliga a tomar su lugar, ya que le pareció muy injusta la forma en que la autora trató a su familia.
¿Podrá nuestra autora sobrevivir a su propia trama...?
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capítulo 7
Mientras ambos caballeros se miraban con intensidad, Lara observaba la escena en silencio. La tensión era palpable, y la joven decidió intervenir antes de que la situación escalara.
—Suficiente. Príncipe Santiago, ya he cumplido mi promesa de traerlo de regreso. Está a salvo con su familia. Ahora debo volver con...
—Aún no estoy completamente a salvo —interrumpió Santiago—. Debo llegar al fondo de todo esto y descubrir quién me entregó al emperador de Vorlon.
—Ese no es nuestro asunto —intervino Malik con voz firme—. Los magos de la torre no interferimos en los asuntos de los emperadores.
Lara tomó la mano del mago, buscando calmarlo.
—Malik...
—Prometí cuidarte, y eso incluye protegerte de ti misma. Por su culpa, podrías haber muerto. No permitiré que te quedes aquí para que eso suceda.
El emperador, observando la interacción, intervino:
—Mago, nadie desea poner en peligro la vida de su discípula.
Lara, notando la creciente tensión, solicitó:
—¿Podrían dejarnos a solas, por favor, majestades?
Tanto el emperador como la emperatriz asintieron. Santiago, aunque renuente, fue llevado fuera de la habitación por su padre.
Una vez solos, Malik expresó su frustración:
—No me mires así.
—Fuiste tú quien dijo que debía buscar aliados...
—¿Y te aliarás con ese idiota?
—¿Qué te sucede...? Espera, ¿estás celoso?
—¿Celoso de ese humano? Ja, ja, ja...
—Eres un gran amigo y...
—Lo sé, y sé lo que sientes por mí —interrumpió Malik—. Lo que no entiendo es por qué no me rechazas. Dejas que siga intentando...
—No es que no sienta nada por ti. Es solo que temo que si no funciona, nuestra amistad se rompa. Además, sabes cuáles son mis planes y no puedo pedirte que dejes todo para seguirme...
—Esa sería mi decisión. Muy bien, viendo que siempre desvías los temas importantes, solo te diré una cosa: si te llegan a lastimar en este imperio, lo reduciré a cenizas y me reiré de sus restos.
—Créeme, no espero menos de ti. Y respecto a lo nuestro, cuando llegue el momento, lo hablaremos.
Malik se acercó a ella y, besando sus labios, dijo:
—No me hagas esperarte mucho tiempo. Sabes lo impaciente que suelo ser.
Lara sonrió y asintió, indicando que podían permitir la entrada de los emperadores nuevamente. Una vez reunidos, Malik tomó la palabra:
—Como dije antes, la torre no se involucrará en sus asuntos. Pero mi discípula aún no es parte de ella.
—¿Eso quiere decir que la señorita se quedará a ayudarnos? —preguntó el emperador.
—Digamos que, por mi ayuda, ustedes quedarán en deuda conmigo.
—¿Disculpe? —intervino la emperatriz—. Estamos agradecidos porque trajo a nuestro hijo, pero esto parece un abuso de confianza...
Lara interrumpió:
—Majestades, les confesaré algo. No soy una simple discípula. Mi nombre es Marion Fleming, tercera princesa de Ungalos. Creo que ambos podríamos ayudarnos mutuamente, pues también busco la caída del emperador Cristian de Vorlon.
Todos la miraron sorprendidos. De pronto, su cabello rubio se tornó negro y sus ojos cambiaron a un rojo intenso. El emperador, reconociendo esos rasgos distintivos, exclamó:
—¿Cómo es posible? Todo el mundo sabe cómo la gran familia Fleming fue...
—Lo sé, pero gracias a mi padre logré huir y me he estado preparando todos estos años para recuperar el puesto que le fue arrebatado a mi familia.
Santiago la observaba con intensidad. La emperatriz preguntó:
—¿Qué le hace creer que no la traicionaremos?
Malik iba a responder, pero Lara se adelantó:
—Ya vieron de lo que soy capaz. Además, el mago de la torre prometió reducir su imperio a cenizas si me traicionaban o algo malo me sucedía.
Los emperadores la miraron con desconfianza, pero ella añadió:
—Tranquilos, majestades, no tienen de qué preocuparse.
Malik se volvió hacia Santiago:
—Alteza, me gustaría hablar con usted a solas.
Santiago asintió y, una vez fuera de la habitación, Malik le advirtió:
—No estoy de acuerdo con que ella se quede aquí, pero le dejaré algo en claro: Lara es mía. Deje de mirarla con esos ojos o tendré que arrancárselos.
Santiago sonrió:
—Si tan seguro está, no tiene de qué preocuparse, ¿no es así?
—No me preocupo, solo quiero dejar en claro este punto no negociable. Usted se mete en mi camino y yo lo eliminaré. Espero que entienda que no es personal. Ahora me retiro.
Sin más, Malik se alejó. Santiago lo observó con enojo, encontrándolo sumamente irritante. Decidió no prestarle más atención y se dirigió junto a sus padres, quienes se veían intranquilos con la presencia de Lara en Amatista. Sin embargo, él estaba decidido a convencerlos de lo contrario.