Desde los 10 años, Latifa le ha confesado su amor al Príncipe Salomón y le ha pedido que se case con ella. Su destino es ser sólo una candidata a novia del heredero al trono del reino Sufan. Ella sólo es una agregada cultural, alguien a quien nadie ama y nadie extrañará una vez que se cumpla el objetivo de unir a los protagonistas.
Así era hasta que llegué yo, una persona madura que murió en otra realidad, pero esta es una nueva oportunidad para mi, así que no quiero seguir el destino marcado de Latifa, dejaré atrás rogar por el amor de un hombre, las declaraciones sin sentido y pedir el reconocimiento de los padres, es tiempo de darle a esta chica un destino donde ella sea la que tome las decisiones. ¿Habrá alguien que la quiera así?
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Satisfecha
Al siguiente día en la escuela todo el mundo ya sabía que el mismísimo duque Yeber había solicitado en matrimonio la mano de Latifa Leibe, y como los habían visto en el comedor y la biblioteca juntos, la mayoría asumió que el némesis del Príncipe intentaba quitarle a una de sus candidatas a prometida, pero nadie dudaba que sería rechazado rápidamente, pues eligió a la joven más obsesionada con el amor hacia el heredero al trono.
Pero lo que nadie entendía es por qué el Príncipe Salomón lucía tan enojado, y asumieron que era porque tuvo que acompañar en el fin de semana a Naya Palacios, y no pudo ver a la joven Salma.
Luego de eso, a mitad de semana una carta llegó a la escuela solicitando la urgente presencia de Latifa ante la Reina, quien quería hablar con ella personalmente. Obviamente, al ser una carta de la monarca, la chica no podía negarse, así que acudió puntualmente para tomar el té de la tarde.
Jinan Sufan: Querida Latifa, no sabes el gusto que me da verte.
Latifa: (Haciendo una reverencia perfecta) Majestad, el gusto es mío de poder reflejarme en sus amables ojos.
Jinan Sufan: Cariño, eres una ingrata, no habías venido a vernos y sabes bien que a Assim y a mí nos encanta recibirte.
Latifa: Mil gracias majestad, la verdad los he extrañado mucho, pero he estado ocupada adaptándome al marquesado con la abuela y concentrándome en mis estudios en la escuela. Debo reconocer que antes no ponía mucha atención a varias clases por pensar y organizar formas de declarar mi amor al Príncipe, pero él tiene mucha razón en despreciarme por eso, así que he decidido re-enfocar mi camino.
Najma Sufan: ¿El te ha dicho que te desprecia? Ese mocoso, definitivamente hablaré con él, no te preocupes querida.
Latifa: No, por favor, no lo haga. He encontrado en este tiempo que puedo conocer mejor a las personas y la verdad estoy tratando de encontrar aquello que me haga realmente feliz.
Najma Sufan: ¿Te refieres al joven Zaid?
Latifa: No, claro que no. Él sólo es un buen amigo que me ha ayudado en un par de ocasiones, y no sólo a mí, también a la señorita Naya Palacios. Él es una muy buena persona, pese a lucir como alguien inalcanzable.
Salomón: (Molesto) Parece que lo tienes en una excelente estima aun cuando no lo conoces y solo han hablado en un par de ocasiones.
Latifa: (Levantándose rápidamente y hace una reverencia perfecta) Majestad, no sabía que estaría en esta reunión. Buenas tardes, Alteza.
Jinan Sufan: Siéntate querida, no es necesario tanta formalidad con Salomón, ustedes son amigos desde pequeños y estoy segura de que a él no le interesan los protocolos, ¿verdad?
Salomón: (claramente molesto) No, por supuesto que no, solo me enteré de que mi amiga vino a visitar a mi madre y pasé a saludar, las dejo entonces.
En cuanto el Príncipe se fue su mamá sonrió ampliamente, no se por qué, pero parecía más satisfecha y orgullosa que nunca. Cuando se dio cuenta de que la observaba atentamente sólo me pidió continuar con lo que estábamos hablando.
Latifa: Perdón, quería explicarle que, en realidad, he pensado mucho las cosas y llegué a la conclusión de que no necesito a un hombre a mi lado para ser feliz. Por ello, cuando hablo de buscar algo que me haga sentir bien me refiero al estudio, estoy tratando de aprender todo lo que puedo, además acabo de conocer a mis tíos, quienes prometieron enseñarme lo que saben de comercio y del manejo de la espada, y mi abuela me ha comenzado a contar la historia de nuestra familia… todo eso para mí es muy interesante en este momento. Además, me dicen que heredaré parte de los bienes del marquesado, así que debo poner mucha atención en mis estudios.
Jinan Sufan: Querida, pero eso sólo es válido si no te conviertes en Princesa heredera…
Latifa: (La interrumpí lo más educadamente que pude) …pero ambas sabemos que eso no sucederá, ¿verdad majestad? Desde pequeños yo tomé la iniciativa de declarar mi amor, pero él nunca pudo evitar verme con desprecio, y lo sabe bien. Le agradezco mucho el cariño que usted y su Majestad expresan hacia mí, pero puedo seguir visitándolos y queriéndolos sin necesidad de un título de Princesa heredera.
Jinan Sufan: Has crecido mucho pequeña. Tu madre era la mejor amiga de mi esposo y él siempre me habló muy bien de ella, por eso cuando me pidió ser amigas no lo dudé, pero siempre vi cierto brillo que no podía explicar. Recuerdo cuando tenías cinco añitos y nos pedías a Asiim y a mí que te abrazaramos, pese a la evidente molestia de tu madre. Me encantaba consentirte; parecías tan sedienta de amor. Siempre quise tener una niña. Luego fuiste nombrada candidata a Princesa heredera. Pero… creo que tienes razón, siempre hay que ver un panorama más general, así no te desilusionarás del todo si mi hijo no te favorece.
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