El odio entre Liam y Allison siempre ha sido evidente, cada enfrentamiento es una guerra intelectual. Ella es una chica lista y vengativa y él, un genio soberbio que cree estar siempre por encima de todos.
Pero lo que ambos ignoran es la afilada línea que separa su codicia por el poder, con sus impulsos y la atracción.
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Mi lengua en antítesis
~Liam
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Una mejor decisión habría sido encerrarme en un salón de estudio, esperar a que se fuera un poco de gente de la biblioteca o irme al estacionamiento a leer, porque Allison terminó por encontrarme y no desperdició oportunidad para soltar sus comentarios, atacándome en tanto conservaba su actitud desbordada de confianza.
Yo estaba burlandome de ella, esperando a que hiciera algo estúpido en su desesperación. Algo como un arrebato de ira o que tirara su batido en el pasto por la exasperación. Incluso que me lo lanzara a mí era válido, pero lo que definitivamente no me esperaba era que se acercara para besarme.
El movimiento fue repentino, no supe de qué forma reaccionar. Ella no se apartaba y yo me quedé allí congelado, estaba rozando entre lo absurdo. Había logrado descolocarme por completo, en medio de la confusión ni recordé por qué estábamos discutiendo, para empezar, ni cómo habíamos llegado a esto.
Lo incómodo que seguro sería todo después de que termine, no tenía descripción. Y sabiéndolo, no me moví. La cercanía era tan intensa que la mezcla de emociones me nublaba. De hecho, acabé por corresponder luego de unos segundos que se me hicieron una eternidad y de notar que no tenía intenciones de soltarme. Porque sí, me tenía agarrado de la camisa.
Después de todo, sí derramó el batido, pero no en mi cabeza ni en el piso. Lo derramó en uno de mis libros y lo peor fue que me importó un carajo.
No era que me gustara esta señora maquiavélica, pero dios. ¿Cómo pretendía exactamente que me negara a esto? Cuando mi mano empezó a moverse hacia su cintura por reflejo para atraerla hacia mí, evidentemente, por mera confusión que la mezcla de emociones me traía y no porque era algo que yo quería genuinamente; se alejó bruscamente, riéndose, la desgraciada.
¿Dije que esto sería incómodo? Sí, bueno, al parecer, solo lo era para mí.
—¿Eso era lo que querías, verdad? —se apoyó en la mesa con una expresión de satisfacción. Yo no sabía ni cómo volver a mirarla—. Por eso estás tan obsesionado conmigo.
Traté de recomponerme rápido. No podía dejar que viera lo que había provocado.
—No te creas tan importante —respondí, esforzándome por encubrirme con seriedad, en tanto quitaba los restos del jugo que había regado sobre mis cosas—. Solo te seguí el juego porque me estabas dando lástima.
—¿Ah, sí? —contestó burlonamente.
Solté una risa corta.
—De cualquier manera, fue una buena forma de hacer que te callaras, aunque sea por unos segundos.
Se inclinó hacia mi oreja. Pero fingí no notarlo.
—¿Y si te beso de nuevo?
Aceptaré que me erizó la piel. Ni siquiera tenía respeto por el espacio público. Tal cual una loca urgida. Como no respondí, se acercó de todas maneras, su rostro estaba a escasos centímetros y podía distinguir cada fracción de él. Sin quererlo, sentí una necesidad extraña recorriéndome el cuerpo. Estaba demasiado cerca, sentía su respiración y desprendía un aroma a helado de fresa del que nunca me había fijado.
Luego, se echó a reír con más fuerza, dejándome pasmado.
—Ya ves que sí te gusto —hizo una mueca de tristeza—. Lo siento, Liam. Pero te encuentro... desagradable. No te vayas a hacer ilusiones conmigo.
Claramente, estaba pidiendo a gritos que le mandara a cerrar la boca. Aquí el que debería estar diciendo eso, era yo.
—Tranquila, tampoco es como que vaya a querer estar contigo —contesté, intentando mantener una fachada de indiferencia.
Se quedó pensando.
—Ya entiendo. Entonces, ¿por eso es que
“me odias” tanto, no? —¿Qué son esas comillas? Eso nunca fue falso—. ¿Es porque no te presto la atención que quieres? Claro, tienes la misma actitud que un hombre rechazado.
—Sí —le di la espalda, tratando de escapar de su mirada acosadora—. Soy un hombre desesperado por tener tu atención. Me muero de ganas de que me mires.
Nótese el sarcasmo.
—Obviamente —murmuró.
—Por supuesto, porque todo el mundo gira en torno a ti, y obviamente ningún hombre puede contra tu encanto irresistible.
—Tú no puedes —se volvió a inclinar hacia mí con los brazos cruzados—. ¿Verdad?
Me reí de nuevo. Imaginé cómo sería si alguien se enamorara de ella, con lo fastidiosa que ya era, se convertiría en una mocosa engreída.
—Si por algún milagro llegara a desarrollar sentimientos por ti, te volverías insoportablemente presumida, y nadie podría aguantarlo.
—Ah, ¿entonces no te parezco bonita? —se cruzó de brazos.
—No importa. Tu personalidad arruina cualquier atracción física que alguien pueda sentir por ti.
Sonrió.
—¿Sí? —me miró fijamente— No lo negaste.
Ahora estaba jugando con mis propias palabras. No sabía qué intencionaba, pero ya era evidente que había descubierto una nueva forma de pincharme.
—Así que a esto es a lo que juegas —dije.
—Me iré, si admites que te encanto —dijo, como si fuera un trato negociado.
La miré con desdén porque ella pensaba que podía manipularme tan fácil. Qué tonterías estaba diciendo, un simple beso y ya se creía la reina de belleza.
—Deja de ser ridícula. —Tomó mi camisa nuevamente con la misma fuerza que antes, bajé mi cabeza para mirar su mano—. Eso no hará que admita nada. Entiende que no me gustas.
—¿Seguro? Porque ya vi que eres tan fácil.
—Solo me tomaste distraído. Deja de ser altanera —respondí—. Sigues siendo irritante, nada más
—Y más inteligente —me soltó.
Qué fastidio. Tenía que estarlo diciendo repetidamente para creérselo.
—Supongo que te prendes de eso porque es lo único que puedes destacar de ti, considerando que eres terriblemente maleducada.
Se quedó en silencio y me analizó, casi sin parpadear.
—¿En serio crees que soy maleducada?
Solo me quedé viéndola porque hasta su sonrisa demostraba lo safada que estaba de la cabeza. Mientras trataba de descifrar lo que pasaba por su dañada cabeza, inesperadamente, me jaló del brazo y me llevó hacia otro lugar sin que yo tuviera oportunidad de reaccionar.