En un giro del destino, Susan se reencuentra con Alan, el amor de su juventud que la dejó con el corazón roto. Pero esta vez, Alan regresa con un secreto que podría cambiar todo: una confesión de amor que nunca murió.
A medida que Susan se sumerge en el pasado y enfrenta los errores del presente, se encuentra atrapada en una red de mentiras, secretos y pasiones que amenazan con destruir todo lo que ha construido.
Con la ayuda de su amigo Héctor, Susan debe navegar por un laberinto de emociones y tomar una decisión que podría cambiar el curso de su vida para siempre: perdonar a Alan y darle una segunda oportunidad, o rechazarlo y seguir adelante sin él.
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El eco del pasado
Capítulo 12.
—Alan: "Espera... eso significa que sabes algo."
El aire en la sala se tensó. Alan había comenzado a notar las miradas evasivas de sus padres. Había algo que no encajaba en la conversación. Algo que no quería escuchar.
—Papá de Alan: "Sí, sabemos. Pero no queríamos que la noticia te cayera de golpe."
—Mamá de Alan: "Todo esto es tu culpa, Alan. Si me hubieras escuchado desde el principio…"
La voz de su madre se quebró, y Alan sintió una punzada en el pecho. Su corazón se retorció con el peso de sus decisiones pasadas. No quería escuchar más reproches, pero sabía que, de alguna manera, él mismo los había traído consigo.
—Alan: "Bien... escupan lo que saben."
Era un grito desesperado, una demanda por respuestas que lo llevara a algo tangible, algo que pudiera entender. Necesitaba saber, necesitaba comprender todo, aunque le doliera.
—Papá de Alan: "Hace una semana, estaba hablando con Max Cuevas sobre algunos negocios. Ya sabes, charlas empresariales... hasta que sacamos a colación la demanda de la empresa Zúñiga contra Betancourt."
—Alan: "¿Qué? No tiene sentido, eso no tiene nada que ver... ¿Qué tiene que ver esa demanda con Susan? Los Zúñiga son una empresa pequeña, contra una multinacional. No hay forma de que ganen…al menos que trabaje con ellos"
La confusión lo invadió, y su mente empezó a buscar conexiones, pero ninguna de ellas tenía sentido.
—Papá de Alan: "Relájate, hijo. Susan no trabaja ahí, pero al parecer... el bufete de Zúñiga contrató a una abogada llamada Ceul, como Seúl, la ciudad, pero con 'C'. No sabíamos quién era, hasta que Max me habló de su carrera."
Alan frunció el ceño, tratando de hacer sentido de lo que le estaban diciendo.
—Alan: "¿Y qué tiene que ver ella con Susan?"
—Papá de Alan: "No sabía quién era, pero Max me contó que esta abogada, Ceul, había estado trabajando en Alemania para un bufete y que había sido tan buena, que en solo cinco meses se convirtió en socia mayoritaria. Era una leyenda. Sin embargo, la historia no encajaba, porque nadie sabía nada de su familia. De repente, ella apareció en Alemania, y comenzó a ser conocida."
El nombre Ceul resonó en la mente de Alan, pero lo que le decía su padre no le hacía sentido, hasta que él mismo hizo el descubrimiento.
—Alan: "¿Y quién apareció?"
El silencio entre ellos se alargó. La madre de Alan, con un suspiro, se adelantó.
—Mamá de Alan: "Susan... tonto. Ella es la abogada Ceul. Aunque nunca entendimos por qué usa ese apodo, muchos la llaman 'La abogada del cielo'. Es una mujer que siempre defiende lo correcto, incluso si eso significa renunciar a grandes sumas de dinero para proteger a los inocentes. Nunca ha perdido un caso."
El corazón de Alan dio un vuelco. ¿Era posible que todo esto estuviera conectado? ¿Era realmente ella?
—Papá de Alan: "Por tu culpa, nos quedamos sin mi apreciada nuera."
Las palabras de su padre le dolieron más de lo que esperaba. Sentía como si cada una de ellas fuera una daga, clavándose en su pecho. Sin embargo, la angustia lo empujó a seguir buscando respuestas.
—Alan: "Entonces... ¿quiere decir que ella va a estar aquí en la ciudad? ¿Cuándo?"
Una expresión triste cruzó el rostro de su madre, como si lo que estaba a punto de decirle fuera aún más doloroso de lo que él había imaginado.
—Mamá de Alan: "Te lo hemos dicho, hijo. Quizás al verla, finalmente puedas cerrar ese capítulo. Pero parece que Susan ya ha seguido adelante con su vida. Ella está comprometida, tiene hijos, y, al parecer, los gemelos que tanto deseaba ahora son nietos de alguien más"
El rostro de Alan se tornó pálido, sus manos temblaban. No podía creer lo que estaba escuchando.
—Papá de Alan: "Tonto... si no fuera por ti, esos niños serían mis nietos."
El rencor y la tristeza se mezclaban en su mente, pero no podía dejar de sentir una profunda angustia por todo lo que había perdido. Todo había sido consecuencia de sus propios errores.
—Alan: "¿Qué tontería están diciendo? No lo creo."
La madre de Alan lo miró con seriedad, y sus palabras, aunque dolorosas, fueron claras.
—Mamá de Alan: "La tecnología nos sorprendió, hijo. No fue fácil, pero después de mucho investigar, encontramos fotos. Susan estaba en Francia, viviendo allí con alguien. Y lo más impactante, ella subió fotos de su ultrasonido, justo después de que se separaron. No fue ella, sino su pareja quien lo compartió."
El silencio llenó la habitación. Alan sentía que el mundo se desmoronaba a su alrededor, pero su mente estaba lejos de aceptar la realidad.
—Mamá de Alan: "Supimos que ese hombre es piloto, y poco después, las fotos fueron de los dos. Al año de haberse separado de ti, ella compartió una prueba de embarazo, con un ultrasonido de dos meses."
Todo parecía tomar forma, pero aún no quería creerlo. Cada palabra era como un martillazo en su conciencia, destrozando lo que quedaba de su esperanza.
—Papá de Alan: "Ayer, encontramos su perfil en redes sociales. Ella ha venido varias veces al país con Héctor y los niños. Es muy discreta, no muestra los rostros de los niños, pero es obvio que están bien. La mujer que fue tan importante para ti, ahora tiene una familia propia. Y, si eso te sirve de consuelo, ayer subió una foto de un anillo en su mano y unos zapatos de bebé. Supongo que está esperando otro hijo."
Las palabras de su padre lo atravesaron como una flecha. Alan no podía asimilarlo, pero sabía que no podía seguir negando la verdad.
—Alan: "Están mintiendo, ¿verdad?"
El aire se volvió más pesado. La voz de su madre, más suave pero igualmente firme, lo alcanzó con la última punzada de realidad.
—Mamá de Alan: "Hijo, queríamos lo mejor para ti. Pero tus decisiones te trajeron hasta aquí. Si alguna vez la vuelves a ver, sería para dejarla ir, porque parece que, por fin, Susan es feliz. Y esa felicidad no está contigo."
Las palabras de su madre resonaron en su mente como una verdad amarga, y lo que le dijo su padre, aunque estaba lleno de reproches, también parecía un intento de consuelo.
—Papá de Alan: "Susan viene pasado mañana. Ya hablé con los Zúñiga, les damos nuestro apoyo. Nos invitaron a asesorarlos en el caso, con la ayuda de Susan, sin embargo no creo que sea apropiado ir, no queremos interferir con su trabajo y termine con la asociación así que será mi mano derecha quien los ayude."
Alan permaneció en silencio. Todo lo que había conocido estaba desmoronándose ante él. Lo que había creído su vida, su relación con Susan, ahora parecía un sueño lejano y roto. Y, sin embargo, no podía dejar de preguntarse: ¿Era esto lo que ella realmente quería? ¿Era esto lo que él había perdido?