Minji, una joven de la era moderna, luchó sola para alcanzar sus sueños, a menudo en un camino lleno de sacrificios y soledad. A los 33 años, un giro inesperado la lleva a perder su vida, solo para reencarnar en un mundo de novela romántica como Azusa, una niña que es el centro de amor y cuidado, de sus padres, algo que Minji nunca conoció. Ahora, rodeada de lo que siempre soñó, ¿será capaz de adaptarse a esta nueva vida o se dejará consumir por la trama que la rodea? Un futuro incierto se abre ante ella, y, con su peculiar forma de ser, Azusa podría reescribir la historia de una manera inesperada.
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Capítulo 17
Capítulo 17
Han pasado varios años desde que comenzamos con el restaurante. Mi posición en la sociedad y en el mundo gastronómico de este imperio se ha ido consolidando poco a poco. Con cada día que pasaba, mi sueño parecía más cercano a la realidad, y aunque siempre tenía esa sensación de estar viviendo en una novela, más y más a menudo me encontraba pensando si de alguna forma tendría algún tipo de influencia en la protagonista o si solo sería una espectadora en esta historia. Me sentía feliz con cómo estaba llevando mi vida, manejando el negocio con éxito sin necesidad de la administración directa de mis padres. Las pequeñas satisfacciones, como ser reconocida más allá de la figura de una noble retrograda, me llenaban el alma. El restaurante seguía creciendo, y aunque a veces las dificultades no faltaban, estaba convencida de que había encontrado mi lugar en este nuevo mundo.
Mi corazón sanaba poco a poco, y lo hacía con el amor y el cariño de todas las personas que me rodeaban. La familia que había formado en la mansión, los empleados del restaurante, mis aprendices, y hasta Sir Bastian, cuya presencia ya no me incomodaba tanto, se convirtieron en mi apoyo. El tiempo había sido generoso conmigo. Tenía un propósito, algo que me llenaba de alegría cada día: la cocina, mi pasión.
Una de mis actividades favoritas era asistir a las fiestas de té organizadas por las señoritas nobles. Solía llevar algún producto nuevo de mi tienda, para que las damas lo probaran y, de paso, pusiera en moda algún delicioso manjar. Hoy, para variar, había decidido llevar el famoso bizcochuelo japonés, o castella, un pastel esponjoso y suave que había logrado perfeccionar tras varios intentos. Es un postre que me había cautivado en mi vida pasada, pero que no había logrado replicar hasta hace poco. Era complicado de hacer, necesitaba el punto perfecto de aire y textura, pero después de mucho ensayo, había logrado la receta ideal. La clave estaba en batir las claras de huevo con mucho cuidado y hornear a fuego bajo durante horas, lo que lo convertía en un desafío, pero también en un manjar delicioso.
El primer bocado que tomaron las damas fue suficiente para que se deshicieran en elogios. Me sentía orgullosa de haberlo logrado y, aunque me halagaban, mi mente rápidamente comenzó a divagar hacia otros temas mientras servía más té. Las conversaciones entre las damas eran, como siempre, un hervidero de chismes y rumores, y en esta ocasión no fue diferente.
Una de las mujeres comenzó a hablar con emoción sobre la próxima fiesta que se celebraría en el palacio. —¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬Este año, por fin, después de muchos años, abrirán las puertas del palacio para la fiesta de la temporada—, dijo, sonriendo con brillo en los ojos. — Es una oportunidad única, y todas sabemos que este es el año para conocer al príncipe heredero. — Las demás comenzaron a especular sobre cuál de los príncipes sería el afortunado en recibir la atención de las nobles. Todas asumían que el primer príncipe sería el elegido, pues en la mayoría de los círculos de la alta sociedad, él era quien ocupaba los titulares. Sin embargo, no podía evitar sonreír ante ese pensamiento, pues yo sabía muy bien que el segundo príncipe era el verdadero heredero al trono, aunque no se hablara mucho de él en las conversaciones de las nobles.
Ahí fue cuando escuché una mención que hizo que mi corazón diera un pequeño salto: la anfitriona había oído hablar de una joven extranjera que se presentaría en la fiesta del palacio. Su padre, un noble viajero, la llevaría por primera vez, ya que la chica no había tenido muchas oportunidades de salir, desde que empezó sus estudios en este imperio. Su nombre era Evelin. La conversación siguió sin prestarle mucha atención a la joven, pero eso me hizo recordar lo que había leído en algún libro de mi vida pasada. Evelin… Aquella joven era, sin duda, la protagonista de la novela que comenzaba a tomar forma en mi mente.
Era una chica que, según se decía, solo se interesaba por el estudio y no prestaba atención a los asuntos sociales. Esa característica, tan fuera de lugar en una joven noble, era lo que había llamado la atención de muchos. Por lo visto, ella había acudido al evento sin siquiera mirar a los príncipes, lo que dejó completamente intrigados a ambos hermanos. Esa indiferencia por la realeza, por los títulos y por los aspectos superficiales de los nobles, hacía que su presencia fuera como una chispa en medio de una sala llena de petulantes. Un soplo de aire fresco en un mundo que, para mí, siempre había sido un tanto superficial.
Aunque mi papel en esta historia seguía siendo incierto, no podía evitar sentir una extraña mezcla de emoción y curiosidad al pensar en Evelin. Parecía tan diferente de las típicas heroínas de novelas como las que yo solía leer. Y sin embargo, su indiferencia hacia los príncipes era algo que me hacía pensar que tal vez sería ella quien cambiaría el rumbo de los acontecimientos.
Recuerdo que esa noche, al regresar a mi mansión después de la fiesta, me quedé pensando en todo lo que había escuchado. La novela estaba comenzando, y mi vida, aunque ya asentada, seguía entrelazada con la de los demás personajes. Mi deseo de ser simplemente una espectadora de una historia romántica y de no involucrarme demasiado en los grandes eventos parecía estar cada vez más cerca.