Arenas De Pasión

Sharif se encontraba en Marambit, reunido con Kardal y el General Adnan Al-Nadir. Ultimando los detalles para iniciar el ataque a Jaddara.

—Y durante dos noches y dos días, Sharif ordenó al ejército de Marambit que bombardeara Jaddara, intentando doblegar a Vadhir Hassan. Los aviones sobrevolaban la frontera, lanzando su carga mortal sobre las posiciones enemigas. Explosiones resonaban en el aire, y las luces de los incendios iluminaban la noche como si fueran amaneceres de destrucción.

Desde su puesto de mando, Sharif observaba el despliegue de fuerzas con una mezcla de determinación y preocupación. Sabía que cada bomba lanzada no solo debilitaba a las fuerzas de Vadhir, sino que también ponía en riesgo a los civiles atrapados en la ciudad. Su corazón se debatía entre el deber de derrotar al enemigo y el deseo de proteger a los inocentes.

—General, ¿cuáles son las últimas noticias desde el frente? —preguntó Sharif, dirigiéndose a su oficial al mando, el general Adnan Al-Nadir.

—Su Excelencia, los bombardeos están causando daños significativos a las defensas de Jaddara. Hemos destruido varias de sus instalaciones clave y debilitado sus líneas de suministro. Sin embargo, su resistencia sigue siendo feroz. Han reforzado sus defensas antiaéreas, y hemos perdido algunos aviones —respondió Adnan, su voz cargada de la gravedad de la situación.

Sharif asintió, contemplando la estrategia a seguir. Sabía que el tiempo era crucial. Cada momento de resistencia de Vadhir daba a Vadhir y sus aliados más oportunidades para contraatacar. Debía encontrar una forma de romper el estancamiento.

—General, ordene a nuestras fuerzas terrestres que se preparen para un asalto coordinado. Utilizaremos el bombardeo como cobertura para avanzar y tomar posiciones clave dentro de la ciudad, ingresaremos a Jaddara. La infantería y las fuerzas especiales deben estar listas para actuar en cuanto reciban la señal —dijo Sharif, con una resolución clara en su voz.

Mientras tanto, en otra parte de la región, Akram y Zaid continuaban su peligrosa travesía hacia Marambit. Habían logrado eludir a las patrullas de Jaddara gracias a las pistas falsas y a la avanzada de exploradores, pero el desierto seguía siendo un adversario implacable.

Una tarde, mientras descansaban en una pequeña formación rocosa, Zaid y Akram se encontraban comiendo cuando un grupo de bereberes se acercaron a su pequeño grupo.

Ahmed y sus hombres ocultaron al rey y su hijo, por miedo a que los entregaran.

— Su Alteza, tienen noticias su yerno. Ha iniciado un bombardeo sobre Jaddara y parece que intentan avanzar sobre Jaddara comentó Ahmed

—Debemos llegar a Marambit cuanto antes —dijo Zaid.

Akram asintió, sintiendo el peso de la situación. —Sharif está haciendo lo necesario para debilitar a Vadhir, pero si no llegamos a tiempo, todo su esfuerzo podría ser en vano. Debemos aumentar nuestro ritmo, incluso si eso significa tomar mayores riesgos.

Esa noche, Akram, Zaid y su grupo redoblaron sus esfuerzos, moviéndose con una velocidad y determinación que solo la desesperación podía inspirar. Sabían que el destino de sus reinos dependía de su éxito.

Mientras tanto, en Jaddara, el asalto de Sharif estaba alcanzando su punto culminante. Las tropas de Marambit, cubiertas por el continuo bombardeo, avanzaban lentamente pero con firmeza, tomando cada edificio y cada calle con un feroz combate cuerpo a cuerpo.

Sharif, desde su puesto de mando, seguía cada movimiento, su mente dividida entre la estrategia y la preocupación por sus amigos y aliados.

Con la primera luz del tercer día, las fuerzas de Marambit lograron un avance significativo, la resistencia de Vadhir comenzaba a mostrar grietas, pero la batalla estaba lejos de ser ganada.

— Quiero que me traigan a Isra, no puede ser que no puedan hacer algo tan simple. Tenemos hombres infiltrados en Burhan alguna tiene que tener acceso a esa información comentó Vadhir.

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Malek ingreso a sus aposentos.— Otra vez no has comido dijo él.

— No tengo hambre, respondió su esposa.

— Llamaré al médico en tu estado no es bueno que pases hambre.

— ¿Me obligarás a comer también?, pregunto ella.

— Sí es necesario si respondió Malek.Ella se puso de pie y paso junto a él. — Badila, piensa en nuestro hijo.

— Así como yo no te importo a ti, tu hijo no me importa a mi exclamó su esposa Badila.