A veces la vida nos juega una mala pasada y el mundo se derrumba bajos nuestros pies y cuando creemos que nada tiene solución; el destino nos sorprende y todo cambia a nuestro favor. Está es la historia de Martín, un chico que a pesar de haber sido el mejor de su clase, es expulsado del colegio y debe comenzar de cero en otra institución; A pesar de estar a prueba, logra superar todos sus temores y se enamora perdidamente de Rebeca, una joven que comparte la misma pasión que él por las motos y comparten sus mismos sueños y anhelos.
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Capítulo N°12
Rebeca se sorprendió al sentir como él se acercó de repente y sin perder el tiempo la sostuvo de su cintura, lentamente agacho su cabeza y se aproximo a sus labios. Ella nunca se imaginó que Martín la besara de esa manera tan tierna y dulce, era su primer beso y sus labios temblaban ante el miedo de no hacerlo bien; pero de a poco se fue relajando y sus lenguas se juntaron en un delicado movimiento. El tiempo parecía que se había detenido a su alrededor, hasta que sintieron que alguien hacía sonidos con su garganta e imitaba una tos; entonces bruscamente se separaron y sus mejillas ardían de la vergüenza de ser descubiertos.
⎯ ¡Disculpen!⎯ dice el doctor que mira sorprendido a su sobrina y se saca la cofia de su cabeza, luego la tira en un tacho de basura y le habla al joven.⎯ Martín, la operación de tu madre fue todo un éxito. Rita tuvo suerte de ser intervenida quirúrgicamente a tiempo y se está recuperando favorablemente de la anestesia. Si su evolución sigue así, en unos cuarenta minutos estará en una sala común.
⎯ ¿En serio doctor? Muchas gracias.⎯ Martín abraza al doctor y sintió un gran alivio.
⎯ De nada, sobrino.⎯ responde en tono burlón, Martín se separa lentamente al darse cuenta de lo que dijo el médico y sus mejillas se tiñeron de rojo.⎯ Bueno, voy a seguir con la guardia, si necesitan algo me avisan.
⎯ Gracias tío.⎯ Rebeca estaba muy colorada y cuando su tío se aleja lo suficiente le pregunta a Martín.⎯ ¿Te diste cuenta lo que acabas de hacer?
⎯ Sí, lo siento, es que ese aroma me descontrola.
⎯ Ahhh ahora le echas la culpa a mi perfume. Eres un cobarde, no puedes admitir que te gusto y después tienes el descaro de decirme cobarde a mi.
⎯ Rebeca, está bien, desde que te vi me gustaste.⎯ confiesa y él mismo no puede creer lo que está diciendo.⎯ Con esa ropa ridícula, esos lentes que se te caen, hasta con esas medias que no combinaban con nada.⎯ acaricia su rostro.⎯ Ok, ¿estás contenta ahora?
⎯ Mucho pervertido.
⎯ No me digas pervertido.
⎯ ¡Eres mi pervertido y me encantas!
Ella lentamente se acerca a él para que la bese de nuevo. Martín sonríe y la atrae con delicadeza sin quitarle los ojos de encima y se apodera de sus tiernos labios. Rebeca lentamente levanta sus brazos y lleva sus manos atrás de su nuca y se funden en un beso mucho más apasionado.
⎯¡Lo sabía! ¡lo sabía!⎯ Alan aplaude y ellos se separan.⎯ Tú no le hubieras prestado la moto a ninguna otra chica, solo se la prestaste porque te gusta.
Ellos se separan y miran a Alan que está feliz aplaudiendo y les saca una foto con su celular.
⎯¡Ya basta enano, deja de molestar y dame eso!
⎯ No. Quiero mostrarle a mamá tu primer beso.⎯ guarda el celular en su bolsillo y Martín niega con la cabeza, sabe que no podrá detener a su hermano con esa información.
⎯ ¡Segundo!⎯ confiesa Martín y Rebeca abrió grande sus ojos y lo golpea por ser tan atrevido.⎯ Lo siento, con mi hermano no tenemos secretos.
⎯ Bueno, no se peleen por mí. Recién vi al doctor y me dijo que mamá se salvó porque ustedes nos ayudaron y la trajeron a tiempo. Muchas gracias cuñada.⎯ abraza a la chica con lágrimas en los ojos.
⎯ ¡De nada enano!⎯ responde mientras se abraza a Martín.
⎯ Será mejor que vayamos a ver a mamá.⎯ propone el menor de los hermanos.⎯ Y por cierto cuñada, soy más alto que tú, el único que me dice enano es mi hermano.
⎯ Ok, ok tienes razón, eres muy alto para tu edad.⎯ dice y le guiña un ojo.
Después de visitar a su madre y verificar que todo estaba bien, Martín le dijo a Alan que se quedara con ella, mientras él llevaba a Rebeca para que descanse en su casa y a la vuelta pasaba por él para ir a su hogar. No le parecía justo, ni le gustaba la idea que saliera sola a tomar un taxi a esa hora de la noche, lo correcto era asegurarse de que llegara sana y salvo a su hogar. Ahora Rebeca era su responsabilidad y él se ocuparía de protegerla.
⎯ Martín, no quiero ir a casa todavía. Porque no paseamos un rato por la ciudad.
⎯ Bueno, solo un rato.
⎯ Tengo dinero para el combustible.⎯ le muestra los billetes y le sonríe pícaramente.
⎯ No es necesario, mi moto tiene combustible.
⎯ De acuerdo, entonces te invito a comer una hamburguesa a algún McDonald’s.
⎯ Está bien.
⎯ Perfecto, porque muero de hambre y seguramente tú no comiste nada en todo el día.
⎯ Con todo lo que pasó no tuve tiempo de comer.
⎯ Me lo imagine. Vamos, no perdamos más el tiempo.
Ellos salen tomados de las manos hasta el estacionamiento y van hasta donde se encuentra su antigua motocicleta. Martín toma un casco y se lo coloca y luego él toma el otro y procede a hacer lo mismo. Cuando se suben ella se aferra a su cintura y apoya su cuerpo sobre su espalda. La noche está preciosa, así que van hasta la casa de comida rápida. Por la hora solo podían comprar algo por el autoservicio, así que hicieron su pedido y fueron hasta la colina para contemplar la ciudad.
Ambos estaban en silencio disfrutando de la comida, mientras observaban como las luces de los autos danzaban a lo lejos sobre las autopistas. Cuando terminaron de comer, ella se recostó sobre él y le preguntó.
⎯ Martín, ¿ ahora qué va a pasar con nosotros?
⎯ No lo sé. Te prometí que si me ayudabas me alejaría de ti; pero no puedo. Me encanta estar contigo.
⎯ A mí también, me encanta estar contigo y odio esa promesa, así que te libero y espero que a partir de ahora no me alejes de tu lado.
⎯ No lo haré.
Ellos se miran una vez más buscando la aprobación del otro antes de besarse nuevamente. Ninguno se quería separar, sus besos mejoraban con la práctica y la confianza crecía entre los jóvenes y sus manos acariciaban sus espaldas. Era tarde, así que Martín, se separó por falta de aire después de darse varios últimos besos, se puso de pie y ayudó a Rebeca a levantarse. Lo mejor era llevarla a la casa y luego ir por su hermano a la clínica, mañana sería un día muy largo y debía descansar.