El Reinado De Juliette

Juliette volvió a su cuarto para asearse y dirigirse al comedor,  donde se encontró con Amanda y Cyrus. 

El menor se emocionó al verla, se levantó de la mesa y se dirigió corriendo hacia ella pero antes de que pudiese llegar a ella, se detuvo a toser, lo que alertó a la sirvienta.

— Alteza, no debería correr porque su cuerpo aún es débil —  Se angustió Amanda al verle.

— Disculpenme, creo que me emocione un poco —  Sonrió el azabache.

— No tienes que disculparte, primero terminemos de comer ¿si?.

— Bueno.

— Juliette, debes de estar hambrienta. ¡El entrenamiento debe haber sido muy duro!. ¿Te nos quieres unir? — Preguntó Amanda ofreciendole un asiento libre.

— Está bien — Contesto la albina. Despues de todo si estaba algo hambrienta.

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Después de comer, Juliette decidió seguir a Cyrus a donde sea que fuera, y a él no le importó en absoluto su presencia, de hecho, estaba contento.

La mañana pasó volando y, de repente, eran las 6 de la tarde. Juliette se aburría escuchando al tutor de Cyrus hablar sin parar sobre números y letras; ella no entendía nada y tampoco es como si tuviese interés en hacerlo. Cuando finalmente terminaron las tutorías, la joven se sintió relajada. Con el anochecer acercándose, Cyrus la invitó a que jugaran juntos en su habitación. 

Pasaron dos horas jugando juegos de mesa hasta que Juliette se cansó de perder y sugirió hacer algo que no requiriera pensar demasiado. Juliette no era muy inteligente, más bien se destacaba por sus habilidades físicas, a diferencia de Cyrus, quien poseía una gran inteligencia innata. Sin embargo, él se cuestionaba: "¿De qué sirve tener tanta inteligencia si tienes un cuerpo tan débil?".

— ¿Qué te parece si hablamos? —  Preguntó el Azabache.

— ¿Sobre qué? — Pregunto la albina.

— Mmm, ¿De nosotros mismos tal vez? Nose nada acerca de ti.

— No tengo mucho que contar. No estaría viva de no ser por el Rey.

— ¿Qué pasó con tus padres?

— Solo tenía a Mamá, pero tuvimos que separarnos, me prometió que volveríamos a vernos, pero empiezo a creer que eso nunca pasará.

— ¿Y eso porque? — Pregunto con inocencia y curiosidad.

— No pude cumplir mi parte de la promesa. Me pidió que buscara a un hombre de una foto que me entregó y le diera una carta, pero perdi ambas cosas y ya pasaron casi 4 años desde que nos separamos. 

— Eso es tan triste, pero creo que todavía puedes encontrarla —  La animó Cyrus.

— ¡¿Como?!

— No te preocupes yo te ayudaré. 

— ¡¿De verdad?!

— Claro que si, tu me proteges y yo encuentro a tu madre, ¿Es un trato justo no crees? —  Dijo sonriente el azabache.

— Si —  Sonrió Juliette.

— ¿Qué hacen ustedes dos?

— Majestad.

— ¡Papá! —  Sonrió el menor y corrió a abrazar al mayor.

— ¿Y tú no vas a abrazarme?

— ¡¿Eh, yo?! —  Miró a su alrededor la albina esperando encontrarse con alguien más, pero no había nadie más que ellos tres en la habitación.

— ¿Quien más sino?, no les había dicho a ustedes que pensaran en el otro como hermanos, eso significa que yo también soy tu padre.

— ¿Padre?

— Si. ¿No te gusta la idea? — Pregunto curioso el azabache.

— ¡Me encanta! — Sonrio la menor.

Juliette se abalanzó sobre Oliver para abrazarlo con fuerza, lo cual sorprendió al mayor al principio, pero luego se alegró y abrazó a ambos con cariño. Sin embargo, el cálido abrazo fue interrumpido por una voz que se escuchaba al otro lado de la puerta.

— Su Majestad, lamento la interrupción pero tenemos una emergencia, hay un asunto que necesita de su presencia.

......................................................................

^^^Actualmente…^^^

Juliette, ya es hora de levantarse — Dijo Emir mientras abria las cortinas de la habitación. Dejando entrar la luz del sol por la ventana.

La albina sintio molestia al roze de la luz con su piel. Buscando detenerla se coloco la almohada en la cara. Esto molesto un poco a Emir. Por más que quisiera que la joven durmiese todo el tiempo que deseara no podia permitirle hacerlo, pues tenia responsabilidades con las que cumplir.

—  Levantate, vas a llegar tarde. Tienes una reunion con el Rey hoy. Pero bueno le dire que tu no querias asistir.

La albina se levanto bruscamente al escuchar las palabras del pelirojo. Quien sonrio al ver su sorpresa.

— ¡¿Por que no lo dijiste antes?! — Dijo emocionada mientras se levantaba para ir al vestidor.

—  Espera ¿no me estas mintiendo verdad? — Pregunto sospechando que fuese una mentira para que se levantase. Asomandose desde el vestidor.

—  ¿Por que mentiria sobre algo como eso? — Contesto serio Emir.

Convencida, la albina se siguio arreglando. Emir salio del cuarto para dirigirse a la sala. Donde se topo una preocupada sirvienta.

— ¡Oh mi! Emir… ¡¿Donde has estado?!

— Tranqulizate un poco María. ¿Que esta pasando? — Emir se acerco a ella y le ofrecio que se sentara para que pudiese hablar.

— Es que el Joven Amo me tiene bien preocupada… Ay no, no, no... es que no sabe… — María se puso las manos en la cabeza expresando deseperacion.

— Esta bien, trata de calmarte y dimelo despacio…

— Es que hoy entre a su cuarto para levantarle porque ya habia pasado rato y el todavia no salia. Cuando entre estaba todo oscuro. Decidi abrir las cortinas para que entrace un poco de luz pero en cuanto lo hice el Joven Amo se metio bajo la cama. Eso me extraño demasiado porque a el le encanta la luz del sol que entra por la ventana en la mañana por eso el mismo lo hace al levantarse.

— ¿Paso algo más? — Interrojo el pelirojo.

— Cuando le estaba por preguntar me pidio que cerrase las cortinas y que le espara en la sala con su medicamento. Y asi lo hice.

— Tal vez hoy solo estaba cansado — Trato de calmar la preocupacion de la mujer.

— ¿Usted cree?.

— De cualquier forma si notas algo más avisame a mi primero ¿Se lo has contado a alguien más?.

— Si joven, no se preocupe no se lo he dicho a nadie mas que a usted.

— Esta bien, procura no hacerlo hasta que estemos seguros de que hay algo mal. No queremos que se generen rumores sobre la salud de su Alteza ¿Entendido?

— Si, mantendre mi boca cerrada, no se preocupe.