Sebastián Spencer, exitoso arquitecto y empresario de la construcción, encuentra su vida entrelazada con el carismático empresario de juegos, Luciano Reyes. La trama se complica aún más cuando Sebastián descubre que Melisa, la esposa de Luciano, despierta en él sentimientos inesperados. Entre el diseño de estructuras y el riesgoso mundo de las apuestas, los protagonistas se ven atrapados en un triángulo amoroso que desafía las fronteras entre la arquitectura de sus vidas y los juegos de la pasión, desencadenando una historia llena de secretos, decisiones difíciles y una búsqueda inesperada de la verdadera construcción del amor.
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Capítulo 12
Olivia se encontraba en el invernadero, sumergida en el cuidado de las plantas que cultivaba con tanto amor y dedicación. El suave murmullo de las hojas y el aroma fresco de la tierra húmeda la envolvían, proporcionándole un refugio tranquilo donde podía escapar de sus pensamientos tumultuosos.
Los nervios y la ansiedad por la reunión del día siguiente la estaban consumiendo, y sabía que necesitaba encontrar una forma de calmar su mente inquieta. La última vez que había permitido que la ansiedad la dominara, no había sido una experiencia agradable para ella, y estaba determinada a no repetir aquel episodio.
Con cada movimiento cuidadoso y cada planta acariciada, Olivia intentaba enfocar su mente en el presente, alejándose de los pensamientos preocupantes sobre la reunión. El contacto con la naturaleza y la tarea tranquila de cuidar las plantas le proporcionaban un sentido de calma y serenidad que tanto necesitaba en ese momento.
A medida que el sol se filtraba a través de los cristales del invernadero, iluminando su rostro con una luz suave y reconfortante, Olivia sentía cómo la tensión comenzaba a disiparse poco a poco. Con cada respiración profunda, se permitía soltar las preocupaciones y enfocarse en el aquí y ahora, confiando en que estaría lista para enfrentar la reunión con renovada calma y determinación cuando llegara el momento.
El crepúsculo bañaba la mansión con tonos cálidos y dorados cuando Luciano llegó a casa después de un largo día de trabajo. Al abrir la puerta, se encontró con Olivia, quien lo recibió con un abrazo cálido y una sonrisa radiante que iluminaba su rostro.
-¡Luciano, qué alegría verte!-exclamó Olivia, aferrándose a él con gratitud mientras lo abrazaba con fuerza.
Luciano correspondió al abrazo de su esposa con ternura, sintiendo la gratitud y la calidez que emanaban de ella.
-Hola, cariño. Me alegra estar en casa contigo- respondió con cariño, devolviendo el abrazo con afecto.
Después de un momento de cercanía reconfortante, Olivia condujo a Luciano hacia la mesa del comedor, donde una cena elegante y cuidadosamente preparada los esperaba. Juntos, compartieron una cena tranquila, disfrutando de la compañía del otro y compartiendo anécdotas del día.
A medida que la noche avanzaba y la calma envolvía la mansión, Olivia y Luciano se retiraron a su dormitorio. Con pasos lentos y tranquilos, se dirigieron a la cama, donde se acurrucaron juntos en un abrazo íntimo y reconfortante.
Bajo la luz tenue de la lámpara de noche, Olivia y Luciano se sumergieron en la calidez y la intimidad de su amor, dejando atrás las preocupaciones del día y entregándose al dulce consuelo de la noche. Juntos, se sumieron en un sueño reparador.
La mañana siguiente recibió a la muchacha sola en la espaciosa cama, al ver la mesa de noche halló una nota en la cual su esposo le decía que había tenido que salir de urgencia a uno de los casinos que le pertenecían. Y como eso era una situación bastante habitual, Olivia simplemente se levantó y comenzó con sus tareas diarias. Estuvo encerrada hasta la hora del almuerzo en su estudio preparando algunas ideas que quería presentar en la reunión de esa tarde. Luego de almorzar tomó una siesta y casi a las cuatro de la tarde comenzó a prepararse para salir.
Esa misma tarde, en la espaciosa oficina de Sebastián, el ambiente estaba impregnado de seriedad, trabajo y determinación. Sebastián se encontraba absorto en la revisión de los planos del primer hotel, con su ceño fruncido en concentración mientras trazaba líneas con un lápiz sobre el papel. Cada detalle, desde la disposición de las habitaciones hasta la ubicación de las áreas comunes, recibía su escrutinio minucioso.
Mientras tanto, Nicolás estaba inmerso en su propia tarea, revisando meticulosamente los documentos legales relacionados con el proyecto. Con su computadora portátil abierta frente a él, se aseguraba de que cada requisito legal estuviera cumplido, cada permiso obtenido y cada normativa seguida al pie de la letra. Su mirada seria y concentrada reflejaba la importancia que el joven otorgaba a su labor.
A pesar del silencio que reinaba en la oficina, la atmósfera estaba cargada de un sentido de propósito compartido. Nicolás y Sebastián trabajaban en perfecta sincronía, cada uno enfocado en su tarea, y conscientes del papel vital que desempeñaba en el éxito del proyecto. Juntos, estaban allanando el camino para la construcción del primer hotel de la cadena, asegurándose de que todo estuviera en orden y listo para avanzar hacia el siguiente paso.
Nicolás decidió romper el silencio con una ligera broma, buscando distender un poco la atmósfera seria de la oficina. Con una sonrisa traviesa en el rostro, se volvió hacia Sebastián y comentó: -Recuerdo lo hermosa que lucía la esposa de Luciano en la cena. ¿No crees, Sebastián?.
Sebastián, aún concentrado en los planos, levantó la mirada con una expresión de sorpresa ante el comentario inesperado de su amigo. Sin embargo, sin darse cuenta del contexto, asintió con sinceridad y respondió.
-Sí, tienes razón. De hecho tiene unos ojos preciosos.
Nicolás contuvo una risa ante la reacción inadvertida de Sebastián,, pero rápidamente recuperó la compostura y asintió, fingiendo seriedad.
-Definitivamente-dijo, antes de volver a sumergirse en su trabajo.
Aunque la broma había sido breve, logró aliviar la tensión momentáneamente y traer un destello de ligereza al ambiente. Nicolás y Sebastián continuaron con sus tareas, pero ahora con una pequeña chispa de camaradería que los unía.
Nicolás, aprovechando el momento, decidió continuar con la broma, destacando los atributos de Olivia.
-Además de sus ojos, el vestido azul resaltaba la belleza de su cuerpo- comentó con una sonrisa traviesa- ¿No crees que tiene una figura envidiable?
-Así es- respondió con reticencia el joven arquitecto.
-¿Qué harías tú si tuvieras una mujer así a tu lado?- indagó su amigo con picardía.
-Estaría más que orgulloso de tenerla...supongo- respondió Sebastián algo distraído, distracción que su amigo aprovechaba para sacarle de mentira verdad.
Sebastián estaba a punto de añadir su propia observación sobre los labios de Olivia cuando la interrupción llegó en forma de la voz de la secretaria.
-Señor Sebastián- dijo la mujer-la señora Reyes está esperando por ustedes- anunció, rompiendo el flujo de la conversación.
-¡Rayos! ¡Lo olvidé!- exclamó Nicolás llevando las manos a su cabeza. Sebastián lo observó con la duda reflejada en su rostro.
La mención de Olivia había sido solo un breve momento de distracción en medio de sus responsabilidades laborales, y ahora era hora de volver al trabajo y abordar los asuntos que los esperaban.