En una pequeña ciudad dominada por las tradiciones, Helena se enfrenta a un futuro incierto cuando su padre es acusado injustamente de un crimen que no cometió. Desesperada por limpiar su nombre, acude a Iván del Castillo, un juez implacable y frío, conocido por su estricta adherencia a la ley. Sin embargo, lo que comienza como una simple búsqueda de justicia, rápidamente se convierte en un intenso enfrentamiento emocional cuando Iván, marcado por un oscuro pasado, se siente atraído por la apasionada Helena.
A medida que ambos luchan con sus propios demonios y los misterios que rodean el caso, Helena e Iván descubren que la verdad no solo pondrá a prueba sus convicciones, sino también sus corazones. En un mundo donde la justicia y el amor parecen estar en conflicto, ¿podrán encontrar el equilibrio antes de que sea demasiado tarde?
NovelToon tiene autorización de Lina Garizao para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 14
La sala de audiencias estaba en completo silencio cuando el nuevo testigo fue llamado al estrado. Helena, sentada junto a su abogado, sintió un nudo en el estómago al escuchar su nombre. Un hombre de aspecto nervioso, con la ropa ligeramente desaliñada, se sentó frente a todos y evitó el contacto visual, como si ocultara algo.
Iván, desde su posición como juez, observaba cada gesto del testigo con una mirada penetrante. Algo no encajaba. Helena, por su parte, no podía sacudirse la sensación de que este hombre estaba a punto de destrozar todo por lo que había luchado. Su padre había mantenido siempre su inocencia, pero este testigo parecía tener una versión distinta de los hechos.
—Por favor, identifíquese y cuéntenos lo que sabe sobre la noche de los hechos —ordenó Iván, su voz firme y sin rastros de emoción.
El hombre carraspeó antes de hablar, su voz temblorosa.
—Yo... trabajaba cerca del lugar donde ocurrió el crimen. Esa noche vi a alguien... y creo que era el padre de la señorita Helena.
Helena sintió que el mundo se desmoronaba bajo sus pies. ¿Cómo podía ser posible? Su padre no estaba en ese lugar esa noche, lo había dicho mil veces. Pero algo en la forma en que el hombre hablaba, la falta de seguridad en su tono, levantó sospechas en su mente. ¿Estaba diciendo la verdad o había algo más oscuro detrás de su testimonio?
Iván, quien nunca se dejaba llevar por sus emociones, notó el cambio en la expresión de Helena. Era como si estuviera perdiendo la confianza en todo lo que había creído. Mientras tanto, él se mantenía imparcial, aunque internamente no podía dejar de pensar en las implicaciones que esto traería para el caso... y para su relación con ella.
—¿Está completamente seguro de lo que dice? —preguntó el abogado defensor, acercándose al testigo con una mirada inquisitiva—. ¿No fue una confusión?
El hombre dudó por un segundo, lo que hizo que la tensión en la sala aumentara.
—Yo... estoy bastante seguro.
Helena apretó los puños bajo la mesa. Este testigo estaba poniendo todo en duda, todo lo que ella había creído saber sobre su padre. Pero en su corazón, sentía que algo no estaba bien.
Iván golpeó suavemente el mazo contra la mesa, terminando la sesión por el día. Sin embargo, las preguntas seguían resonando en su mente. ¿Era este hombre una pieza más en el rompecabezas o alguien con intenciones ocultas?
Helena salió apresuradamente del tribunal, su mente a toda velocidad. Cada palabra del testigo resonaba en su cabeza como un eco que no podía ignorar. ¿Y si había algo más en la historia de su padre? La duda comenzaba a enraizarse en su mente, a pesar de que su corazón le decía que no debía creer todo lo que acababa de escuchar.
Detuvo su paso al llegar a la escalera, el frío aire de la tarde golpeando su rostro. Allí, apoyado contra una columna, estaba Iván. La postura rígida del juez revelaba que estaba inmerso en sus propios pensamientos, probablemente reflexionando sobre el testimonio reciente.
—Helena —la llamó sin mirarla directamente, con ese tono serio que siempre usaba en el tribunal.
Helena se acercó, aún perturbada por lo que había pasado.
—¿Crees que está diciendo la verdad? —le preguntó, su voz temblando levemente.
Iván se tomó un segundo antes de responder, su mirada fija en algún punto en el horizonte.
—Es mi deber analizar los hechos, no dejarme llevar por las emociones. Pero admito que algo no cuadra en su testimonio —respondió finalmente, cruzando los brazos—. Sin embargo, eso no significa que debas bajar la guardia. Si hay una verdad que desvelar, saldrá a la luz.
Helena asintió, aunque la incertidumbre seguía aplastando su pecho. La sensación de que todo estaba fuera de su control crecía. Pero no podía permitirse flaquear, no cuando la libertad de su padre estaba en juego.
—Voy a encontrar las pruebas necesarias —dijo con determinación—. No me importa lo que tenga que hacer.
Iván la miró entonces, sus ojos oscuros brillando con algo que no supo descifrar. Había una advertencia silenciosa en su mirada, como si tratara de protegerla de un peligro que ella aún no podía ver.
—Ten cuidado, Helena. A veces, buscar demasiado profundamente puede sacar a la luz cosas que es mejor dejar enterradas.