Se supone que, de manera tradicional, un matrimonio está hecho para toda la vida, en los buenos como malos momentos. Aun cuando aquello acarree convivir con los secretos del otro.
Jamás ella pensó que, al momento de casarse, terminaría por descubrir la relación con otro hombre que su esposo mantenía.
Él jamás creyó amar tanto a un hombre como a una mujer al mismo tiempo, aun cuando fuera mal visto aquella preferencia, en la sociedad. Aun cuando los lastimara a ambos, los obligaría a estar con él.
No obstante, para el amante, un hombre que amaba con locura a quien los demás no le permitían tan siquiera mostrarse en público... aquello se volvió un infierno.
Dafne, Samael y Dan, tres jóvenes que creen tener una vida feliz hasta el día donde sale a la luz el secreto que los hará compartir un destino lleno de dolor y odio.
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12
Cuando la fiesta terminó, los invitados que iban a ser alojados en la mansión fueron guiados por los empleados. Dafne entró en la habitación sintiéndose agotada física y mentalmente, aunque ya sabía la situación de aquel joven, era obvio que era mucho mejor que la de ella.
-Estoy agotada…
Susurró mientras se desvestía para tomar un baño, llenó la bañera y se metió para poder relajarse, no supo cuánto tiempo pasó, pero su cuerpo se empezó a acalambrar y decidió ir a dormir, al salir del baño vio a Samael sentado en el mueble esperándola con una cara seria. Al verlo se asustó, una sensación de déjà vu la invadió y pensó para sí misma “Estoy en problemas”. Él la miró de pie a cabeza por unos segundos como si estuviera tratando de averiguar lo que ella estaba pensando.
-Hoy dormiré aquí.
El rostro de Dafne se llenó de molestia, no entendía lo que pasaba pero la sola idea de compartir habitación con él, le hacía hervir la sangre.
-No pienso dormir contigo.
-Hay invitados, como pareja no podemos dormir en habitaciones separadas. Solo aguántalo por hoy.
Ella apretó los puños de frustración, él se quitó los zapatos y se acostó en la cama con naturalidad, ella lo miraba con resentimiento mientras intentaba contener sus lágrimas, después de ver que él se había dormido, ella se acercó a la cama y agarró una almohada para luego quedarse dormida en el mueble. Cuando amaneció ella sintió unos brazos que rodeaban su cintura, ella se tensó y notó que estaba en la cama.
-¡Ah!
Gritó mientras lo empujaba con fuerza haciendo que su propio cuerpo rodara y cayera al piso. Samael se despertó y al verla en el piso suspiró y le tendió la mano para ayudarla a ponerse de pie, pero ella lo rechazó ferozmente mientras se ponía de pie.
-¿No deberías agradecerme? anoche no hacías más que temblar.
Ella lo miró con odio y guardó silencio, no quería gastar su energía con él. Al sentirse ignorado se enojó, caminó hasta donde ella estaba y la jaló del brazo haciéndola caer en la cama, ella intentó gritar pero él se puso sobre ella y le tapó la boca con brusquedad.
-He aguantado esa actitud altanera por un tiempo, pero hasta hoy lo haré. ¿Quién te has creído?
Ella forcejeo pero era inútil, estaba sometida a la fuerza de aquel hombre cruel, ella lloró con desesperación rogando que él no le hiciera daño.
-Te voy a soltar, no te atrevas a gritar a menos que quieras sufrir las consecuencias.
Ella tembló de miedo y asintió con la cabeza, él acarició su rostro mientras le daba un beso corto en los labios.
-Buena chica.
Luego se levantó y antes de entrar al baño se giró hacia ella con un rostro victorioso.
-A partir de mañana bajarás a comer conmigo, espero y no me hagas venir a buscarte.
Luego entró dejando a Dafne llorando en la cama con marcas en su brazo y rostro. Ella se sentó en la cama y su cuerpo aun temblaba, al sentirlo sobre ella pudo notar lo indefensa que era ella ante él; mientras ella aun lloraba en la cama, él salió del baño y le pidió a Clair que le consiguiera una muda de ropa. Mientras esperaba sentado en el mueble, observó a Dafne que lloraba debajo de las sabanas, quiso acercarse y consolarla pero eso no iba a pasar, siendo que él fue quien la hizo llorar en primer lugar.
Cuando Clair le llevó la ropa él se cambió y se marchó sin decir nada, ella no fue capaz de salir de la cama durante todo él día y nadie la fue a sacar de la habitación, la única que entró en la habitación fue Clair para llevarle comida la cual ella rechazó. Al día siguiente a la hora del desayuno Clair le recordó que tenía que bajar a la mesa, ella bajó y todos notaron el moretón que había alrededor de su boca y brazo. Ella se sentó en la mesa y vio a Samael y al joven que ya estaban ahí comiendo, el joven la vio y agachó su cabeza al notar el golpe en su rostro, ella no tenía apetito, pero tenía miedo de Samael así que se forzó en tragar cada cucharada de comida. Todos desayunaron en silencio, el único cómodo con la situación era Samael, incluso se le podía notar una mueca de alegría en su rostro. Cuando terminaron de comer, Dafne se levantó de la mesa, le dolía el estómago y quería vomitar, él la tomó del brazo y ella por instinto se soltó con miedo. Al ver el rostro frío de Samael viéndola, ella se asustó y bajó la cabeza.
-Prepara hoy la cena, quiero comer lo mismo que preparaste la primera vez que comí en tu casa, quiero que Das pruebe tu comida.
El joven abrió los ojos y quiso negarse, eso era humillarla demasiado, no quería ponerla en esa situación pero ella solo asintió y luego salió de la casa con dirección al invernadero donde lloró amargamente. Ella no entendía por qué él hacía esas cosas, era como si quisiera hacer de su existencia más miserable de lo que ya era.
Estando en el invernadero llamó a su madre, cada vez que pasaba algo así sentía la necesidad de escuchar su voz.
-Mamá te extraño, extraño mucho el sol que bronceaba mi piel cada vez que salía en bicicleta, extraño mucho el sonido del mar y las voces de los turistas disfrutando de él.
-¿Estás bien? Samael me dijo que estos días has actuado extraño.
Ella quedó en shock, sus padres se comunicaban con él y era tan descarado como para decir esas cosas.
-Solo que los extraño mucho… Estar lejos de ustedes es más difícil de lo que pensaba.
-Hija… ¿Te acuerdas esa vez que te fuiste de campamento con los de tu escuela?
-Claro… Fue la primera vez que estuve fuera de casa.
-Recuerdo que estabas tan ansiosa por ir, incluso no dormiste esa noche.
Las dos empezaron a reír al recordar todo.
-Estabas tan ansiosa por estar lejos de mi y tu padre, pero luego cuando llegaste al lugar y pasaste tú primera noche rodeada de tantas niñas que no conocías nos empezaste a extrañar y tuvieron que llamarnos para que te tranquilizaras.
-Si… Lo recuerdo.
-Luego de hablar con nosotros pudiste disfrutar tranquila el campamento… ¿Hija, quieres volver?
Dafne sintió esa pregunta como un golpe, su madre se había dado cuenta que no se sentía bien el lugar, ella se quedó en silencio por unos segundos con una presión en el pecho.
-¿Sabes que siempre voy apoyar, verdad? Si estar allá es más de lo que puedes soportar, nosotros siempre estaremos dispuestos a tenerte con nosotros.
-Yo a veces quiero volver, pero aquí tengo a mi esposo, mamá; esta fue mi decisión y ahora debo lidiar con las consecuencias. Por más que los extrañe, no puedo volver.
-Hija…
Su madre sollozó y Dafne sintió que su corazón se partía al escucharla así.
-Mamá, no llores. Hablaré con Samael para ir de vacaciones ¿Si?
-¿De verdad?
-Claro, sabes que el me ama mucho, si le insisto, lo hará.
Dafne mintió, sabía que eso no era posible, Samael nunca la dejaría volver, pero quería darle tranquilidad a su madre aun si era solo por ese momento.