Un Secreto Para Ambos

^^^Antonella De angelis.^^^

Luego de insistir por el resto del día, finalmente decidí confesar la verdad sobre el dichoso beso robado, por supuesto, no se lo diría a Matteo.

Me vi en la obligación de contarle lo ocurrido a Bianca luego de mi tonta pregunta en la hora de clases de inglés.

—Por favor, no me odies.—Pedí.

Ambas nos encontrábamos en la cafetería favorita de Bianca, normalmente venimos todas las tardes después de la escuela porque el amor secreto de Bianca trabaja aquí, sirviendo el café y cocinando uno que otro postre.

—No voy a odiarte.—Aseguró ella mientras veía al chico de cabellera rubia y ojos avellana.—Escuché que tiene 24 años.—Mencionó alejándose del tema principal.—¿Crees que pueda tener una oportunidad?

Enzo Lombardo es el chico de cabello rubio y ojos avellana, mismo chico que hace un año capturó el corazón de mi mejor amiga.

—Aunque sienta algo por ti, sigue siendo un delito.—Aclaré.—Dudó que lo quieras ver en prisión por encapricharse con una menor de edad.

Eso digo, pero no soy quien para decir lo mal que se ve el salir con alguien mayor cuando yo estoy deseando capturar la atención de mi padrastro.

—Tienes razón.—Dio un suspiro de derrota y su atención volvió a fijarse en mí.—Entonces, volviendo a tu beso.

—Mejor hablemos de Enzo.—Ofrecí con una sonrisa en mi rostro.—No hay delito en pedir su número de celular.

—No podría pedírselo.—Bianca se sonrojó.—Me niego a creer que no tiene novia.

—¿Quién?.—Preguntó él.

—Enzo.—Respondió Bianca viendo al chico que estaba a un lado de nosotras con su bolígrafo y una pequeña libreta en sus manos.

La boca de Bianca cayó al suelo cuando vio su error mientras el joven de cabello rubio le entregaba una divertida sonrisa.

—Estoy soltero, jovencita.—Confesó Enzo.—Y me gustaría saber por qué sería ese un tema de tu interés, pero me pagan por trabajar y no por hablar con lindas chicas de instituto.—Señaló su libreta.—Así que, ¿me podrían decir su pedido?

Bianca ocultó su rostro entre sus manos por la vergüenza, justo después de señalar hacia mi dirección para que yo me encargara de nuestro pedido.

—Ah, queremos dos Latte Macchiato y el postre del día.—Le informé y Enzo asintió con la cabeza para luego marcharse hacia la barra de la cafetería.

—Te odio.—Habló Bianca con fingido resentimiento.

—No fue mi culpa, tú solita te pusiste en esa situación.—Me encogí de hombros.

—Ajá, ahora exijo que me digas el nombre de la persona a quien besaste.—Dejó caer sus manos sobre la mesa y fijo sus ojos marrones en mí.

—¿Debo decirlo?.—Supliqué con la mirada.

No sé cómo reaccionará con la noticia, tal vez crea que tengo algún problema mentar por sentirme de esta manera por el hombre que ha estado cuidando de mí como si realmente fuera mi padre.

—Me lo dirás si confías en mí, Antonella.—Sonrió ella con amabilidad.

—Que injusta eres.—Murmure.

Bianca sabe mejor que nadie que ella es mi única persona de confianza y que nunca jamás podría tener la mínima duda cuando se trata de guardar un secreto con ella.