No Seré La Patética Villana

Una vez llegaron al palacio fueron guiados por un sirviente hasta el jardín ,y se sentaron a esperar que los emperadores llegarán.

La emperatriz fue informada de su llegada y mientras ella se encaminaba al jardín pidió que avisarán a su esposo .

El consejero del príncipe Sir Bastian se encontraba llevando unos papeles al emperador cuando escuchó que la familia Cortés había llegado de visita.

Federico al oír esto, pidió disculpas, pero continuarían después con su trabajo y así salió sin decir nada más dejando a todos confundidos.

Cuando sir Bastian volvió al despacho del príncipe heredero, este le aviso que el emperador recibió visitas y por eso no pudo revisar su trabajo.

— Mi padre se está volviendo cada vez más perezoso, últimamente cualquier excusa es buena para dejar el trabajo tirado. ¿ Se puede saber quién es tan importante que deja todo tirado así sin más?

— La familia Cortés alteza. Parecía algo importante, porque ni bien termino el sirviente de decir su nombre su padre salió apresurado del despacho .

Erick también tomó su sacó, se lo coló y salió del despacho dejando a Sir Bastian confundido, pero cuando esté se disponía a seguirlo para preguntarle a dónde se dirigía, Erick habló.

— Tienes la tarde libre.

O mejor dicho le gritó mientras se perdía por los pasillos.

Erick llegó al jardín y en cuanto vio a Elizabeth, se detuvo a observarla. La chica estaba sentada en el césped sin importar quién la estuviera viendo, alrededor de ella se encontraban dos lindos pelirrojos y dos niñas de pelo rosado y ella estaba riendo a carcajadas.

POV Erick...

Es hermosa, jamás la había visto reír así, a mí siempre me regaló sonrisa forzada, pero me encantaría que algún día me regalé unas risas como está.

Mientras seguía observando a mi Elizabeth como si fuera la primera vez que lo hacía, de pronto a mi lado se escuchó la voz de mi hermano.

— ¿Vas a seguir espiando como un maldito acosador?

Frunci mi rostro al ser descubierto, pero aunque sea Sebastián, jamás le reconocería qué era verdad que la estaba espiando. Es por eso al oír sus palabras solo contesté.

— No sé de qué me hablas. Acabo de llegar... es más justo estaba por ir a saludar a los duques.

Y sin dejar que mi hermano pudiera decirme nada más caminé con pasó firme hacía la mesa que estaba puesta en el jardín, donde se encontraban mis padres y los duques.

— Humm.. Esperame... Vamos juntos... — Gritó prácticamente Sebastián al ver que lo dejaba solo.

Al llegar junto a los duques, ambos saludamos amablemente a ambos.

— Saludos duques, ¿cómo han estado?.

— Príncipe Sebastián muy bien gracias.

— Hola ¿cómo están padrinos?— Continúe y al ver la sonrisa que ambos me regalaron al oír como los había llamado, yo también sonreí. No recordaba porque había dejado de hacerlo.

— Muy bien príncipe Erick, hace mucho que no nos llamabas así. — Contestó el duque Stefan, pero antes de poder contestar, la duquesa agregó.

— Cierto cariño, no hace mucho corrías a nosotros llamandonos así. Por favor hazlo más seguido, tu también Sebastián ¿ya no soy la tía Liz?

Y fue justo en ese momento que lo recordé, la duquesa solía tratarnos como niños cuando la llamábamos así, y no podíamos infundir miedo a nuestros soldados cuando la duquesa hacia que tanto Sebastián como yo, nos sonrojaramos solo con un simple saludo. Como nos estaba sucediendo en este momento.

— Ya déjalos Lizbeth , mira como has puesto a mis muchachos.

No sabíamos que clase de Don extraño era este, pero tanto a mi hermano como a mi, siempre nos afectaba.

— Emm... bueno voy a saludar a los niños.— Al ver que mi hermano, decidió emprender la retirada, ya que ante este hechizo no podíamos hacer nada. Decidí agregar.

— Te sigo hermanó.— Y fue así como los dos salimos huyendo lejos de nuestra madre y la duquesa. Ya que, cuando ambas estaban juntas eran de temer. Tanto a Sebastián y a mí nos han hecho pasar vergüenza y mucho más cuando se ponen a darnos consejos sobre chicas.

Intentando olvidarme de este pequeño encuentro, rápida llegamos junto a Elizabeth y lo niños que al acercarnos todos nos miraron con curiosidad.

—¿Como está señorita Elizabeth?

— Bien gracias por preguntar ¿y usted?

Narrador omnisciente

A Elizabeth le pareció extraña la manera de comportarse de Erick, pero parecía venir en son de paz, así que decidió devolverle el saludo. Tampoco podía ser tan descortés o rencorosa cuando a ella no le había echo nada.

— Muy bien por suerte...

Mía — ¿Quién es él hermana?

Tomy—Si ¿Quién eres?

Tomy y Lucas se pararon delante de Elizabeth con la intención de obstaculizar la visión del príncipe, a lo que Elizabeth y Sebastián intentaron hacer todo lo posible para no reírse de la actitud de los niños.

— Soy su prometido–dijo algo molesto Erick para después por sus adentros pensar (Humm...¿qué les pasa a estos niños? que ni se crean que me van a apartar de Elisabeth)

— Alteza no le mienta a los niños. Él es el príncipe heredero Erick, es hijo de los emperadores y el que está a su lado es el segundo príncipe Sebastián.

Sofía — Oh... Un gusto, yo soy Sofía y ellos son mis hermanos Tomy, Lucas y Mía.

— El gusto es nuestro linda señorita. — Dijo Sebastián al ver que la niña se había hasta levantado del piso para saludarlos.

Los niños al ver esto se miraron entre sí y sin dudarlo un momento corrieron a ponerse enfrente de su hermana para que Sebastián no pudiera mirarla más y con este actor los tres más grande se rieron de su dulce actitud y Mía los siguió, aunque no entendía de que se reía, pero ella les siguió la corriente. Luego de ese pequeño encuentro asi pasaron la tarde entre risas los siete, y también los principes se pusieron a jugar con los niños por el resto de la tarde.

Llego el momento de retirarse y los emperadores y príncipes acompañaron a la familia Cortés a las puertas del palacio y se despidieron de todos para luego volver a sus labores.

Por otro lado, la familia Cortés una vez llegaron al Ducado, se sentaron en el living y se quedaron charlando de lo estupendo que estuvo su día, de pronto Tomy llegó corriendo con el libro que Elizabeth le había estado leyendo esos últimos días y habló.

— Hermana nos puedes seguir leyendo la historia de ayer por favor.

Lucas — Sí, favor hermana.

— Está bien, pásame el libró

Así terminaron todos sentados igual que lo habían hecho los días anteriores y con suma atención todos escucharon el cuento que su hermana les leía.

Luego de eso pasaron al comedor para cenar, todos comian en armonía y en silencio hasta que el duque en medio de la cena, habló.

— Cariño mañana van a venir algunos profesores del reino para que los niños empiecen con sus clases.

— Oh... eso es estupendo, bueno voy a entrevistarlos personalmente.

Después de esto se dedicaron a terminar sus alimentos y una vez todos listos, los niños se fueron a poner su pijama y luego de eso está vez se fueron directamente a dormir junto a su hermana. Elizabeth solo sonrió al ver como todos llegaban a su habitación y luego de acomodarse los cinco en la cama, se dispusieron a dormir.

***

Los días iban pasando y las cosas estaban así.

En el Ducado Cortés, los niños ya habían empezado sus clases. La duquesa contrató a cinco profesores, estos eran especialistas en diferentes áreas. Todos hacían muy bien su trabajo a excepción de una, está era la profesora de historia. No era que no hacía bien su trabajo, es solo que se pasaba de resbalosa. Mientras que los demás les pasaban los informes de aprendizajes a la duquesa, quien era quien se hacía cargo de llevar el control de la educación de los niños, ella pedía citas para poder mostrar "los informes" al duque. Esté al estar en temporada de cosecha de los viñedos estaba tapado de trabajo, aun así se tomaba el tiempo también de supervisar las tareas de sus hijos. El duque no veía las verdaderas intenciones de la "Señorita Mirian", pero la que se estaba cansando de esta actitud era Elizabeth, ella no iba a permitir que una arribista se le quisiera meter por los ojos a su padre.

Era la hora de la clase con la " Señorita Marian" así que Elizabeth estuvo presente toda la clase. Cuando la señorita dió por terminada la clase, Elizabeth vio como esta acomodaba todo en una carpeta y se disponía a llevarselo al duque, pero antes de que pudiera dar un solo paso fuera de la habitación, Elizabeth, quién estuvo esperando este momento, se acercó a ella y dijo.

— Señorita Marian, ¿A dónde se dirige con eso?.

— Oh princesa, bueno iba al despacho de su padre para mostrarle los avances de los niños.

— ¿Es así? Ya veo..., pero yo tengo entendido que todos los profesores entregan los informes a mi madre "la duquesa".—Elizabeth podía ver cómo la mujercita apretaba las manos en su vestido y tenzaba la mandíbula, así que continúo.—Le voy a dar un consejo señorita, dedíquese a hacer su trabajo y límitese a eso sólo. Ustedes no fue contratada por el duque, sino por la duquesa, a ella es a quién le debe rendir cuentas, ¿Entiende lo que le digo?

— Disculpe princesa pero es el duque quién me pidió que le informe sobre los avances de los niños.—( Maldita mocosa, cuando tenga al duque en mis manos te dejaré en la calle y a estos mocosos los devolveré de dónde nunca debieron de haber salido)— Dijo está fingiendo inocencia, pero por dentro estaba que reventaba de furia.

– ¿No oyó? Mi madre le reporta personalmente todo lo que tiene que ver con la enseñanza de mis hermanos, pero como veo que no quiere acatar las normas de esta casa, me temo que vamos a dispensar de sus servicios .

— Ja... Vamos a ver si tu padre te deja.

Elizabeth la miraba con una sonrisa, pues ya había visto a sus padres tras la puerta.

— Vaya que rápido se te cayó la máscara, pero no te preocupes querida, mi padre estará más que de acuerdo con esta decisión. El toda la vida le huyó a las arribista como usted.

— ¿Como te atreves? — La mujer se acercó a Elizabeth para golpearla, pero antes de poder acercarse recibió un derechazo en medio de su rostro. Aturdida cayó al piso y entro en pánico cuando vio salir sangre de su nariz.— Tú..., Esto lo va a saber tu padre, le contaré todo y como me agrediste.

— No será necesario señorita Marian, lo ví y oi todo y déjeme decirle que está despedida.

— Agradezca que se va con ambas manos. Sobra decirle que no va a tener carta de recomendación del ducado Cortés y cualquier persona que pregunte le diremos que clase de mujer es.

Elizabeth se agachó a su altura y le susurro al oído .

— No hay que subir al ring si no sabes boxear.—Al ver el miedo en el rostro de la mujer se incorporó y con una sonrisa en su rostro llamó a los guardias para que se la llevaron fuera del ducado.

Tan pronto los tres volvieron a quedar solos en la sala, el duque fue el primero en hablar.

—¿Te duele cariño?

— No padre estoy bien...— Elizabeth no pudo decir nada más, ya que la duquesa rápidamente tomo sus manos y mirando ambas agregó.

– Promete que no volverás a hacer algo así nunca. Mirá si te lastimabas tus hermosas manos.

— Ya madre no es para tanto. A parte con esto le dejé en claro a esa y a cualquier otra mujerzuela que con mi familia no se mete nadie .

El duque abrazo a su hija y estiró los brazos para que se uniera su esposa

— Ay estás loca Eli, pero así y todo te amamos.

Elizabeth solo sonrió ante el comentario de su padre y su madre solo asintió dando a entender que así la amaban.

Los chismes volaban y muy rápido, pronto se supo lo que pasó en el Ducado Cortés, y estos chismes llegaron pronto a los oídos de los emperadores.