La Justicia De Adela

—Dios, señorita, te quedo perfecto… Pensé que se te vería bien un traje así, pero sobrepasaste mis expectativas, ¿Cierto que se ve hermosa, chicos?

Pregunto Doroty arrinconando a los jóvenes que se encontraban frente a Adela con los rostros sonrojados.

—Bueno, jovencita te dejo con mis chicos, espero que entiendas si son un poco rudos con el entrenamiento… Chicos tratad bien a la joven.

Con esas últimas palabras, Doroty abrazo a Adela y salió nuevamente con Leandro y Felipe, quienes no quitaban su mirada de la joven Srta.

Mientras tanto, Marco comenzó a entrenar a Adela con delicadeza, esperando que ella en cualquier momento se quejara por algo, puesto que por lógica no podía creer que estaba entrenando a una joven de solo dieciséis años y de familia noble. Los mercenarios siempre vieron a los nobles como simples fuentes de dinero, que eran delicados y estúpidos, que no se manchaban las manos porque eran demasiado cobardes. Pero esta chica joven y hermosa que parecía tenerlo todo, no era como los nobles que habían frecuentado, era fuerte, atrevida, desidia y humilde, los trataba con respeto a pesar de ser mercenarios, eso era algo que ellos jamás habían considerado. Estaban tan acostumbrados a ser vistos como bárbaros que se sentían emocionados al encontrar a alguien que los trataba con respeto, pero al mismo tiempo como iguales.

A las cuatro horas después de que Adela había comenzado su entrenamiento, el local cerro y todos fueron a ver el estado de ella, pero todos quedaron sorprendidos al darse cuenta de que ella podía seguir fácilmente el ritmo de Marco, quien estaba dando su máximo al entrenarla. Cathy todos los demás observaron asombrados sin interrumpir para no desconcertarlos porque estaban luchando con espadas, fue entonces cuando vieron como Adela esquivaba el ataque de Marco y golpeaba su pantorrilla asiéndolo caer al suelo y apuntándole la espada directamente al cuello.

Al ver esto, todos entraron asustados por lo que habían visto.

—¡Señorita!

Grito Cathy al ver lo que Adela había hecho. Fue entonces que todos entraron al medio del salón y miraron a Adela molestos.

—¿Puedes decirme que ha sido eso? ¿Quién demonios eres?

Adela quedó sorprendida ante la reacción que mostraban todos ante ella, hace apenas unas horas ellos eran tímidos y alegres al compartir con ella, pero ahora parecían molestos y en guardia para atacarla.

—¿Qué? ¿Por qué se comportan así?

Pregunto Adela, sorprendida, entonces se dio cuenta de que estaba sobre Marco aún y que su espada estaba en el cuello de este.

—Dinos ¿quién eres? Creímos que eras noble, pero ahora no podemos asegurar eso, así que dinos ¿a qué familia noble perteneces?

Adela pudo entender de inmediato, por lo visto estaban sorprendidos por la habilidad que ella había mostrado, y estaban en guardia al creer que era alguien peligrosa, por lo que no podría ocultar su apellido esta vez.

—Entiendo… Soy Adela Kirsten, hija menor del Conde Wilson Kirsten, de la mansión Kirsten.

Todos frente a ella quedaron sorprendidos al saber su nombre, Adela, la joven caprichosa que maltrataba a sus empleados y derrochaba dinero en lujos innecesarios, quien era irrespetuosa y fría ante cualquiera. Todos la observaron con aún más atención, la mirada de Adela parecía gentil y amable, no podían creer que ella fuera ese tipo de chica, obviamente lo que ellos pensaban de Adela era correcto. Adela, si era esa chica caprichosa y berrinchuda quien maltrataba e insultaba a cualquiera, pero ella había cambiado, ahora sabia como ponerse en los zapatos de aquellos a los que había acosado, por lo que ahora su actitud era diferente.