Ella una divorciada de 40 años...
Él un rock star de 26... una pareja que no debía formarse, pero aun así... ambos luchan por su amor y la crítica publica.
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capítulo 16
Letty cruzó las piernas sobre el sofá, con una taza de té humeante en la mano y esa expresión que combinaba ternura, sarcasmo y una pizca de indignación maternal.
—¿Y entonces? —preguntó sin rodeos, alzando una ceja—. ¿Vas a seguir haciéndote la mártir o vas a llamarlo de una vez?
Rous, en pijama y envuelta en una manta, abrazaba un cojín con más ansiedad que cariño.
—Letty, no es tan fácil…
—¡¿Que no es tan fácil?! —repitió Letty en tono teatral, dejando la taza sobre la mesa—. Mujer, lo escuchaste en vivo, frente a medio país. ¡Te dedicó una canción! ¡En televisión nacional! ¿Y tú sigues aquí, más dura que una piedra?
—Es que… —Rous bajó la mirada, insegura—. Han pasado cosas, y yo no sé si aún tiene sentido.
Letty se incorporó, caminando frente a ella con pasos exagerados, como si dramatizara una escena de telenovela.
—Escúchame bien, Rosaura del Carmen —la llamó como si fuera la protagonista de una novela mexicana, robándole una sonrisa—. Si tú no haces algo, lo voy a hacer yo. Le voy a escribir desde tu celular. Mejor aún, le mando una foto tuya con cara de “me arrepentí y sigo enamorada”. ¿Quieres?
—¡Letty, no! —rió Rous con nervios, tratando de quitarle el celular.
Letty se detuvo, más seria.
—Amiga… no es broma. Te conozco. Y sé que no has podido dejarlo. Él tampoco. ¿Qué más necesitas?
Esa noche, cuando Letty se fue, Rous se quedó sola con sus pensamientos. Tomó su celular y abrió el chat de Liam. Dudó. Tecleó:
> "Me encantó la canción…"
No. Borró el mensaje.
> "Hola… tanto tiempo…"
Tampoco. Volvió a borrar.
Probó con un par de frases más. Ninguna le sonaba lo suficientemente “correcta”. Suspiró frustrada y dejó el celular a un lado.
Y como si el destino tuviera un sentido del humor muy particular, el teléfono vibró.
Liam:
> "Podrías decir… que te gustó la canción y con eso me bastaría…"
Los ojos de Rous se abrieron como platos. ¿La estaba mirando escribir?
Sonrió, un poco avergonzada.
Rous:
> "Me gustó la canción… gracias."
Liam:
> "¿Estás en tu casa? ¿Puedo pasar?"
Se quedó helada. ¿Estaba ahí?
Se levantó de golpe del sofá, corrió al espejo más cercano y se acomodó el cabello como pudo. El corazón le palpitaba en los oídos mientras abría la puerta con las manos temblorosas.
Ahí estaba él. De pie, con las manos en los bolsillos, el cabello más largo, con barba de unos días y esos ojos que parecían buscar los suyos sin permiso.
—Hola —dijo él, apenas con una sonrisa.
—Hola… —respondió ella en un susurro, tragando saliva.
Un silencio breve, lleno de emoción contenida.
—¿Puedo pasar? —preguntó con suavidad.
—Sí, claro —dijo, haciéndose a un lado.
Entró, mirando el lugar con una nostalgia evidente. Rous lo siguió hasta la sala.
—Vi la entrevista… —murmuró ella.
—Lo imaginé.
—Y… bueno, ¿cómo has estado?
—Bien... o eso creo. Luego de que te fuiste, me sentí mal por cómo terminaron las cosas. No podía tocar, ni cantar. Me afectó mucho más de lo que me gustaría admitir. Miranda, al verme tan deprimido, llamó a mi hermana Sophie. Te había hablado de ella… Bueno, me acompañó por unos días.
Rous lo interrumpió, frunciendo el ceño.
—¿Sophie es la chica con la que saliste en las noticias?
Liam se echó a reír, negando con la cabeza.
—O sea que sí lo viste…
—Bueno, cuando la televisión y todos los medios no dejan de hablar de ti y tu vida, es imposible no ver las noticias.
Liam se dejó caer en el sofá, suspirando.
—Sophie es mi hermana menor… vino desde Australia cuando Miranda le contó que yo estaba… en caída libre.
—Oh… —Rous se sintió algo tonta, pero también aliviada—. ¿Y estás mejor?
—Más o menos —dijo con honestidad—. No fue fácil. Después de que te fuiste del hotel, cancelé todo. Me encerré a componer. Sophie se quedó conmigo unas semanas, y luego volví a Londres para trabajar en el disco.
—Liam… —susurró, sintiendo que la culpa le apretaba el pecho.
—No te culpo. Aunque me dolió que te fueras, entendí tus razones. Lo que no esperaba fue el silencio. Ni una palabra… ni una señal.
Rous bajó la mirada.
—Valentina… Al principio lo tomó bien. Dijo que no le importaba lo que dijeran, que ella sabía lo que yo sentía… Pero los días pasaron. En la escuela los comentarios comenzaron. Las burlas, los apodos… Incluso un chico se atrevió a decirle que en un mes cumplía dieciocho y que podía “invitar a su mamá”. Imagínate cómo me sentí.
—¿Y ahora? ¿Cómo está?
—Está mejor. Está con su padre por unos días. Necesitaba desconectarse un poco. Pero eso también me golpeó. Porque por protegerla, terminé alejándome de ti. Y ella igual sufrió.
Liam se inclinó hacia ella.
—No te reprocho nada. Pero Rous… yo estaba enamorado de ti. Y no lo digo por capricho, lo digo porque es la verdad. Di lo mejor de mí. Esperé con paciencia, intenté comprender… pero tú decidiste irte.
Ella lo miró, mordiéndose el labio.
—Aun así no dejo de pensarte. Porque escuché esa canción y supe que, aunque quise convencerme de que lo nuestro había terminado, en realidad… no he terminado contigo.
Liam sonrió apenas.
—¿Y qué quieres ahora?
Rous respiró profundo, como si se quitara una máscara de miedo.
—Quiero… comenzar de nuevo. Pero con calma. Hablar, conocernos de verdad. Incluir a Valentina. Ser honestos con todo desde el principio. Sin secretos, sin prisas. Solo… tú y yo, otra vez.
Liam se acercó un poco más, su voz más suave.
—¿Y estás lista para lidiar con los titulares? ¿Con los paparazzi? ¿Con los fans celosos?
—Si tú estás a mi lado, sí. Esta vez no quiero esconderme más.
Un silencio cálido llenó la sala. Él levantó la mano y acarició su mejilla con ternura.
—Te extrañé —murmuró—. Mucho más de lo que debería.
—Yo también —susurró ella, cerrando los ojos al contacto.
—¿Y Valentina? —preguntó de nuevo, con cautela.
—Voy a hablar con ella. Con honestidad. Si aprendí algo de todo esto, es que no puedo protegerla del mundo… pero sí puedo enseñarle que vale la pena arriesgarse por amor. Incluso cuando da miedo.
Él sonrió y, sin decir más, la abrazó. No como antes, sino con una calma distinta. Como quien abraza a alguien que ha vuelto a casa.
Esa noche no hubo promesas, ni fuegos artificiales. Solo dos personas que, después de haberse perdido, decidieron encontrarse de nuevo.
Y esta vez, lo harían bien. Desde el principio.
Rous lo miró, respiró hondo… y ya no pudo callarlo más.
—Hay algo que debo decirte... algo de lo que me enteré hoy. Juro que no era mi intención ocultártelo… y aún no estoy convencida de querer tenerlo...
Liam frunció el ceño, sorprendido.
—¿De qué estás hablando, Rous?
—Estoy embarazada —soltó sin más.
Liam se quedó en silencio, congelado. Ella se levantó con lentitud, caminó hacia un mueble y sacó algo del cajón. Le extendió una hoja.
—Esta me la hizo mi doctora esta mañana —dijo con voz queda, entregándole la ecografía.
Él la tomó con cuidado, como si se tratara de un secreto sagrado. Sus ojos recorrieron la imagen en blanco y negro mientras una mezcla de asombro, confusión y emoción comenzaba a cruzarle el rostro.