toda mi vida vivi una vida donde fui despresiada y sola pero ahora que e renacido en la hija de un duque disfrutaré esta segunda oportunidad como hija mimada del duque William valtorian
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capitulo 11 plan de bebes
Wiliam estaba feliz por qué puedo controlar a la niña pero Astrix derepente, cambio su estado tranquila en brazos de su padre, de repente empezó a hacer pucheros.
—¿Qué pasa, pequeña? —preguntó William, preocupado.
—A… Anton… —balbuceó con vocecita temblorosa.
William parpadeó, incrédulo.
—¿Qué? ¡No, no, no! No otra vez con ese nombre. Vamos, Astrix, mírame a mí. Papá, soy yo, papá.
Pero la bebé insistió, ahora con lágrimas en los ojos.
—¡Anton! ¡Anton! —lloró con fuerza, estirando los bracitos como si lo pidiera a gritos.
William comenzó a caminar de un lado a otro del salón con ella, tratando de calmarla.
—Mira, muñeca, aquí está tu osito de peluche favorito —se lo puso enfrente, moviéndolo torpemente—. ¿No es mejor que ese niño Thurder?
Astrix lo miró… y volvió a llorar más fuerte.
—¡Anton!
Desesperado, William mandó a traer juguetes nuevos.
—¡Que traigan el tren de madera más grande de todo el ducado! —ordenó con voz autoritaria.
Los sirvientes entraban y salían cargados de muñecas, sonajeros, bloques y hasta dulces. La sala se convirtió en una feria improvisada.
—¿Ves? Todo esto es tuyo, Astrix. Papá te lo da todo. Ahora… olvida ese nombre, ¿sí?
La bebé, entre sollozos, abrazó un osito… pero con la misma terquedad murmuró:
—Anton…
William se dejó caer en el sillón, derrotado, pasándose la mano por el rostro.
[Bebé Astrix]
Jajaja, sí, lloraré hasta el fin del mundo si es necesario. El gran duque Valtorian, temido por todos, reducido a mi siervo personal solo porque quiero ver a Anton.
Julian, el mayordomo, carraspeó nervioso al ver al duque tan alterado.
—Señor… tal vez lo más sencillo sería… bueno… que venga el niño Thurder.
La mirada fulminante de William casi lo incinera en el acto.
—¡Jamás! —rugió—. Antes me arranco la espada del pecho que dejar que mi hija adore a ese mocoso.
Mientras tanto, Astrix seguía llorando con más fuerza.
—¡Anton! ¡Anton!
William, rojo de furia y agotamiento, se rindió por un instante.
—Por todos los cielos… ¿qué demonios tiene ese niño que no tenga yo?
El llanto de Astrix se escuchaba por todo el ducado. Los sirvientes corrían nerviosos, William estaba al borde de la locura y Julian ya no sabía dónde esconderse.
—¡Anton! ¡Anton! —seguía gritando la bebé, roja de tanto llorar.
—¡Ya basta, Astrix! —William trataba de mecerla, de darle juguetes, de cantar incluso con voz grave y torpe—. Papá está aquí, mírame a mí.
Nada funcionaba. La bebé seguía como una tormenta.
En ese momento, la puerta del salón se abrió lentamente. Una vocecita curiosa preguntó:
—¿Puedo pasar?
Era Anton, con su cabecita de dos colores desordenada y esos ojos como bolitas de colores verdes y rosa , cargando una pequeña manta. iba detrás el conde opera , con una expresión preocupada.
—Astrix está llorando mucho —serio—. las sirvientas me dijeron que quiere ver a mi hijo
William apretó los dientes tan fuerte que los músculos de su mandíbula se marcaron.
—No. No es necesario. Yo puedo calmarla.
Pero entonces… Astrix lo escuchó.
—¡Anton! —chilló con emoción al verlo, como si se le hubiera olvidado que estaba llorando. Sus ojitos brillaron y estiró los brazos hacia el niño.
El silencio en el salón fue absoluto. William parecía petrificado.
Anton, sin miedo, se acercó y con cuidado recibió a Astrix en sus brazos. La bebé dejó de llorar en el acto, acurrucándose contra él como si fuera lo más natural del mundo.
—Anton sonrió inocente—. Ella solo quería estar conmigo.
William sintió que una vena en la frente estaba a punto de reventar.
[Bebé Astrix]
JAJAJA, funciono. sabía que opera iba venir cierta hora y se que aunque sea un mercenario el no puede soportar un bebé llorando miren esa cara de mi papá… parece que se lo está tragando un dragón entero.
—Increíble —murmuró Julian con una risita nerviosa—. Señor, parece que el pequeño Thurder tiene un don especial con la niña…
William lo fulminó con la mirada.
—¿Don especial? —repitió con voz grave—. ¡Lo único especial aquí es que ese mocoso está quitándome a mi hija!
Anton, sin entender el enojo, miró al duque y preguntó inocente:
—¿quitar? ¿Astrix yo te gustó?-curioso mira al duque- Ella piensa cosas, yo la escucho… ¿Es normal?
El corazón de William se detuvo un segundo.
—¿Qué dijiste? —su voz fue tan baja que heló el aire.
Astrix, en los brazos de Anton, le sonrió con picardía y volvió a balbucear suavecito:
—Anton…
William estaba entre la furia y el desconcierto.
La tensión subió como fuego en la chimenea. William avanzaba decidido hacia Anton, con la espada aún colgando a su costado y los ojos encendidos de furia.
—¡Basta! —rugió—. ¡Devuélveme a mi hija!
Anton lo miró, confundido pero firme, sosteniendo a Astrix con cuidado.
Antes de que William pudiera dar un paso más, una sombra grande se interpuso. Era Opera Thurder, imponente, con su mano fuerte en el hombro del duque.
—Valtorian… —su voz resonó como trueno—. No es lugar ni momento para que un hombre como tú pierda la compostura delante de niños. Ven conmigo. Ahora.
William trató de zafarse, pero Opera lo arrastró casi a la fuerza fuera del salón, como si fuera un muchacho rebelde en vez de un duque temido.
El portazo resonó fuerte.
El silencio quedó… solo los niños permanecían en la habitación.
Anton , preocupado, miraba de un lado a otro. Astrix, feliz, se había acomodado en los brazos de Anton, balbuceando suave.
Anton inclinó la cabeza, con esa curiosidad que siempre lo caracterizaba, y le susurró:
—Astrix… ¿Tu me necesitas?
[Bebé Astrix]
Es que necesito algo de ti por qué tú eres el único que me puede ayudar Pero una pregunta como puedes escucharme
Anton la miró muy serio, como si hubiera escuchado cada palabra.
—No lo sé —dijo con un encogimiento de hombros—. Capaz… estamos conectados.
astrix abrió la boca sorprendida.
[bebé Astrix]
¿Conectados? ¿Cómo dos hilos invisibles?¡Eso es como en los cuentos!
Astrix , miraba con esos ojitos brillantes de bebé, medio sorprendida, medio divertida.
[Bebé Astrix]
Conectados… eso suena lindo. Pero también da miedo. ¿Qué tanto puede escuchar de mí?
Anton sonrió suavemente, como si hubiera atrapado el pensamiento al vuelo.
—No tengas miedo, Astrix —susurró—. Si escucho tus pensamientos… nunca voy a contarlos a nadie.
La bebé parpadeó, desconcertada Astrix, inquieta, miraba fijo a Anton.
[Bebé Astrix]
Anton, escucha bien. Necesito un plan. Tengo que caerle bien a los abuelos de Alexander, ¿me entiendes? Si ellos me aceptan, entonces Mary no tendrá cómo manipularlos. Tú tienes que llevarme hasta allá, a la planta donde están reunidos.
Anton entrecerró los ojos, confundido.
—¿Planta? ¿Qué planta?
Astrix agitó las manitos, como si señalara hacia arriba.
[Bebé Astrix]
¡Sí! Arriba, donde Alexander está con esa gente elegante ! Ahí están los Blackwood, ¿no los ves?
Anton dio un paso atrás, con el ceño fruncido.
—¿Cómo sabes eso? Eres una bebé…
Astrix infló los cachetes de enojo y balbuceó fuerte:
—¡A-tooon!
Él suspiró y se inclinó un poco, acercando su rostro a ella.
—¿Quieres que te lleve allá?
[Bebé Astrix]
¡Exacto! Tú me subes a upa, caminamos como si nada, y yo hago mi entrada triunfal. Mis encantos de bebé harán el resto.
Anton parpadeó, desconcertado.
—Tus… ¿encantos? —repitió, sin entender cómo esas palabras podían sonar en su cabeza.
Astrix rió como bebé, moviendo las manitos como si aplaudiera.
En ese instante, entró consuelo apresurado, pero se detuvo al verlos.
—¿Qué hacen ustedes dos? —curiosa—.
Anton sonrió nervioso, ocultando a Astrix más cerca de su pecho.
—Nada… ella solo quiere… dar un paseo.
[Bebé Astrix]
¡Exacto! Paseo directo a donde están los abuelos! Prepárense, que Astrix Valtorian sabe ganarse corazones.
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Mary entró con paso elegante, llevando de la mano a la pequeña Sophia, que iba vestida con un vestido brillante lleno de encajes y una coronita de flores. La acomodó justo frente a los abuelos de Alexander, como si presentara a una princesa.
—Señor, señora Blackwood —dijo Mary con voz dulce pero calculada—, les presento a Sophia Queen. Una niña de noble corazón que, a pesar de su corta edad, ya muestra la gracia y la nobleza que nuestra familia merece.
La condesa Rebecca sonrió, inclinándose un poco hacia la niña.
—Qué adorable… —comentó suavemente—. Tiene una expresión tan delicada.
Mary, satisfecha, levantó la barbilla de Sophia para que todos pudieran admirarla.
—¿No les recuerda a Elena cuando era pequeña? La misma dulzura.
El duque Blackwood asintió con un gesto medido, dispuesto a hablar… cuando de repente, desde el otro lado de la gran puerta, se escuchó un llanto claro y desesperado.
—¡Aaaa-lex! ¡Aaa-lexaaaander! —la voz de Astrix se alzó, rompiendo el silencio con la fuerza de un llamado infantil.
Los presentes se miraron entre sí, sorprendidos. La condesa frunció el ceño, curiosa.
—¿Quién…? ¿Quién llora así?
La puerta se entreabrió apenas, y se vio a Astrix con los brazos extendidos hacia adelante, balbuceando y llorando mientras Anton intentaba calmarla.
—¡Alexander! —repitió la bebé, las lágrimas corriendo por sus mejillas.
Alexander, que estaba en un rincón con la cabeza gacha, levantó los ojos al oír su nombre y corrió hacia la puerta.
—¡Hermanita! —gritó con emoción, abriendo la puerta de par en par y abrazando a Astrix sin importarle quién lo mirara.
El duque Blackwood y la condesa observaron la escena en silencio. La condesa, conmovida, murmuró:
—Mira… esa niña lo busca con un amor verdadero.
Mary, por su parte, se quedó helada, con los labios tensos y el gesto endurecido. Todo el protagonismo de Sophia se había desvanecido en un instante.
Dato de hoy💫.
Astrix es la única persona que Anton puede leer su mente
su padre es noble así que no se compara
llamarlo papá así el da ella da sería juntos para el pobre corazón
de William jajaja que adora a su hija aunque es divertido verlo celos pero ahora sí esa mustia no pudo que alaben a esa mustia igual a ella por lo menos alegro a su hermano