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Cruel Esposo Déjame Ir

Cruel Esposo Déjame Ir

Status: Terminada
Genre:Matrimonio arreglado / Síndrome de Estocolmo / Ascenso de clase social / Completas
Popularitas:6k
Nilai: 5
nombre de autor: Miry - C

Luisa escapó de un matrimonio arreglado, pero su prometido la encontró, la llevó de regreso a Grecia y la obligó a contraer matrimonio, sobre todo, a darle un hijo, porque de lo contrario, la herencia familiar pasaría a manos de fundaciones, y Francesco Nikolauo, no estaba dispuesto a perderla.
En un país que ya no siente suyo, encerrada en las cuatros paredes de una mansión, mientras su abuela está en el calabozo, Luisa le súplica a su cruel esposo, la dejé en libertad, pero él, firme en su posición le propone.
"Libertad a cambio de que seas mía, y me des un hijo".

NovelToon tiene autorización de Miry - C para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 11

En otra parte de la ciudad, Piero recibía una llamada—. El doctor Lombardo ocupará el avión privado esta semana —Piero sonrió y le dio indicaciones a su hombre de hacer que ese avión explotara en el aire sin que quedara posibilidad alguna de sobrevivencia.

—¿Y me puedes decir que es lo que quieres que explote? —cuestionó el padre de Eliane detrás de Piero.

—Gracias, Luisa, abuela —dijo Eliane, su voz cargada de gratitud—. No sé qué haría sin ustedes. Siento que me ahogaba, pero ahora, con ustedes a mi lado, siento que puedo respirar de nuevo.

Alondra le sonrió con ternura, acariciando suavemente su mejilla.

—Así es, mi niña. Estamos contigo, sin importar lo que suceda. Y Alessandro también te necesita, claro que no te recuerda, pero eso no significa que haya dejado de amarte, así que no te rindas.

Luisa la guio hacia el sofá para que pudieran sentarse cómodamente. Eliane se acomodó entre las dos mujeres, disfrutando de la calidez y la seguridad que le brindaban.

—¡Gracias por haber regresado, gracias por estar aquí! —dijo acostada a las piernas de Alondra— No se volverán a ir de mi lado ¿Verdad? —Luisa miró a su abuela, suspiró profundo porque había hecho una promesa a Francesco para que las trajera con ella y, no podía faltar.

—Mi abuela se quedará, yo tengo que regresar —comentó Luisa, lo que puso triste a Eliane— Aun no se cobra la herencia y, hasta que eso suceda, debo permanecer en Grecia —Alondra ladeó la cabeza, se negada a que su nieta regresara. A pesar de que ya tenía un bebé dentro, no quería que Luisa regresara con ese hombre a Grecia.

Sentado junto a la ventana de su habitación, se encontraba Francesco, el hombre contemplaba con aire pensativo el patio que se extendía frente a él, apenas iluminado por la tenue luz de las lámparas.

Francesco suspiró, dejando que su mirada se perdiera en la negrura del exterior. Su mente, inevitablemente, divagaba hacia su esposa, Luisa, quien en ese momento se encontraba en la casa de su amiga Eliane. Una suave sonrisa se dibujó en sus labios al pensar en el tesoro que Luisa llevaba en su vientre.

Si por él fuera, Francesco nunca la habría dejado ir, deseoso de acompañarla en esos días tan importantes. Pero le había prometido darle la libertad que ella necesitaba, y Luisa había decidido pasar esos momentos en compañía de Eliane. Él, a regañadientes, había aceptado su decisión.

Era pasada la medianoche cuando Francesco llegó a la habitación de Alessandro en el hospital. No había podido dormir durante toda la noche, entonces decidió visitar a su amigo. Alessandro tampoco podía dormir, su mente trataba de recordar su pasado, pero nada llegaba.

Cuando la puerta se abrió y vio a Francesco, un ápice de emoción se reflejó en sus ojos. Era bueno que tuviera compañía.

—¿Jugamos? —le mostró la caja.

—¿Y cómo se juega eso? —Francesco sonrió.

—Ahora si no me pierdo la oportunidad de patearte el trasero en el ajedrez.

Cuidadosamente, Francesco acomodó el tablero sobre las piernas de Alessandro, ajustando las piezas para que su amigo pudiera alcanzarlas cómodamente desde la cama. Luego buscó en su mochila hasta que encontró un par de pequeños soportes que colocó a los lados del tablero, asegurándose de que no se moviera.

—Listo, ahora podemos jugar sin problemas —dijo Francesco, sonriendo— ¿Blancas o negras?

—No sé cómo se juega —respondió, frunciendo el ceño.

Francesco sonrió y se levantó de la silla—. Entonces te enseñaré —Mira, es muy sencillo —comenzó a explicar Francesco, mostrándole los diferentes movimientos de las piezas—. Cada una tiene su propia forma de moverse, y el objetivo es hacer jaque mate al rey del oponente.

Alessandro lo escuchaba con atención, sus ojos iluminándose con cada nueva explicación. Cuando Francesco terminó, Alessandro asintió y tomó una de las piezas, comenzando a moverla con torpeza.

Francesco rio entre dientes y le ayudó a mover las piezas, guiándolo a través de las primeras jugadas. Pronto, ambos estaban inmersos en la partida, intercambiando bromas y risas mientras intentaban superar al otro.

A medida que la noche avanzaba, Francesco se aseguró de mantener a Alessandro entretenido y distraído. Contaba historias de sus aventuras pasadas, hacía chistes y le mostraba trucos con las piezas de ajedrez. Alessandro, a pesar de su pérdida de memoria, parecía disfrutar de la compañía de su amigo.

—¿Puedes contarme cosas de mi vida pasada con las demás personas que dicen conocerme? Solo me has contado de nosotros, menos de esas dos mujeres y, los demás que me han visitado. Dices que eres mi mejor amigo, debes saber todo de mí.

—Saber todo —Francesco sonrió— Pues fíjate que no se casi nada de ti. Es que tú eras un tipo muy, pero muy cauto. Yo no sé si a tu abuelo le contabas las cosas, pero en lo que era yo tu amigo, no lo hacías. Y no es porque no sea tu mejor amigo, es porque eras un pobre miserable conservador de tu vida privada. Con decir que, ni sabía que te habías casado, si no fuera porque llego a tu casa por mi esposa, no sabría que estaba casado.

—Tú, ¿tienes esposa? —La tengo —dijo mientras volvía a acomodar las fichas—. Mi abuelo murió hace casi un mes, en su testamento dejó que me casara con su nieta —le habló de su historia con Luisa mientras jugaban otra partida—. Alessandro, yo solo puedo decirte que, nunca te habías enamorado de nadie como de ella. A ti nunca se te conoció una novia, creo que llegaste virgen al matrimonio o te desvirgaste con la mano.

—Si la amaba ¿Por qué teníamos problemas por mi abuelo? Dicen que ella lo asesinó.

—Hasta donde me informaron, Guillermo murió por la noticia de tu accidente. No soportó que su nieto muriera, porque todos te daban por muerto. Entonces él se puso grabe.

—¿Y esa mujer? ¿Rosalía? ¿Qué es para mí?

—Coincidiste con ella hace años atrás en una reunión de amigos, charlaste, empezaste a chatear, pero nada más. Nunca te llamo la atención ¿No me digas que ahora te llama la atención? —Alessandro estaba nulo en su mente y corazón.

—Y cuando salga de aquí ¿Me iré contigo? —Francesco enarcó una ceja.

—Yo… —pensó en que debía regresar a Grecia, que no podía cuidarlo, pero al pensar que Alessandro no tenía a nadie, que de todos los que le visitaban solo confiaba en él, asintió— Si, te irás conmigo.

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Martha Ordoñez
gracias escritora por tan bonita historia bendiciones
Martha Ordoñez
muy bien dicho está por hacer un heredero
Martha Ordoñez
que bonito detalle e interesante los capítulos bendiciones
Martha Ordoñez
interesantes los capítulos que eleido bendiciones
Karina Vazquez Gonzalez
una historia fascinante que desde el.primer capítulo nos llevaste ala imaginación de cada capítulo escritora muchas felicidades gran historia
Karina Vazquez Gonzalez
una historia que leí desde el.primer capítulo y esta llena de retos adversidades intrigas prejuicios emociones encontradas pero sobre todo encontraron el amor verdadero puro..y supieron afrontar las consecuencias de sus actos para ser felices..
gran historia .muchas felicidades escritora
Gloriab Gimenez
Luisa sufre y el no la tiene encuenta para nada
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