Eros y Lyra descubren que están unidos por el lazo más poderoso: son compañeros destinados. Sin embargo, las heridas del pasado convierten ese vínculo en una lucha constante para Lyra, quien intenta resistirse a lo inevitable. Pero el llamado del destino es más fuerte, y poco a poco, la atracción entre ambos comienza a derribar las barreras que los separan.
La cercanía se intensifica cuando Eros y Lyra emprenden un viaje en busca de respuestas sobre los inquietantes cambios que ella experimenta. En el camino, descubrirán que el mundo está tejido de secretos oscuros: brujas que juegan con el destino, vampiros que ocultan verdades prohibidas y Doppelgängers que amenazan con cambiarlo todo.
Te invito a caminar bajo la misma luna con Eros y Lyra en busca de respuestas.
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Capítulo 11
Lyra
El sonido de la puerta hace que me remueva en la cama pero hay algo que limita mis movimientos, medio dormida me incorporo en la cama y pasándome las manos por la cara para espantar el sueño logro abrir los ojos y es cuando mis sentidos vuelven.
Toc, toc, toc,
—¿Quien? — pregunto con voz ronca.
Siento como a mi lado se remueven y es cuando los recuerdos de la noche anterior vuelven a mi mente.
¡Joder! Eros sigue aquí.
Miro al chico que se remueve en la cama y termina por pasar su brazo por mi cintura haciendo que me tense.
—Soy yo cariño mamá, el desayuno ya está listo baja ¿por qué has cerrado con pestillo?.
¡Por la diosa!
Mis nervios se disparan, ¿que le dire? Oh Diosa estoy en problemas.
—Mmm, es privado mamá — le digo sintiendo como mis mejillas
—¿Privado? — repite mi madre desde el otro lado de la puerta, claramente confundida — ¿Estás bien, Lyra?
—¡Sí! Sí, todo bien.— digo demasiado rápido, y luego me muerdo el labio.
Eros se revuelca un poco y suelta un suave gruñido, haciendo que mis nervios se disparen.
—No hagas ruido — le susurro.
—¿Qué pasa? — murmura con la voz rasposa de recién despierto.
Lo miro como si fuera el culpable de un crimen.
—Mi madre está afuera. — susurro entre dientes, fulminándolo con la mirada.
Eros sonríe, claramente divertido por mi pánico.
—Joder no te rías, esto es serio.
—¿Quieres que me esconda debajo de la cama como un amante adolescente? — pregunta en tono bajo, con una ceja enarcada y esa maldita sonrisa de lado que me hace querer estrangularlo.
—¡Esto no es gracioso! — le susurro — Si te encuentra aquí… ¡me mata! Nos mata.
—Tranquila, nena — dice mientras se sienta, frotándose el cuello — saldré por la ventana. Como entré.
—¿Podrías no decirlo como si eso fuera completamente normal? — susurro exasperada mientras me levanto de la cama.
Mi madre sigue esperando del otro lado.
—Voy en un minuto, mamá — grito lo suficientemente alto para que me escuche.
—Está bien, pero no tardes — responde antes de alejarse finalmente.
Lanzo un suspiro de alivio. Eros ya se ha puesto la camisa y los zapatos, y se acerca a la ventana como si fuera su casa. Antes de salir, se detiene y me mira.
—Gracias por dejarme quedarme — dice, esta vez con una seriedad que me hace olvidar por un segundo lo mucho que me estaba alterando.
—No lo digas como si no fueras a volver a hacerlo — murmuro, aún sin atreverme a mirarlo directamente.
Él sonríe otra vez.
—¿Entonces puedo volver? — pregunta con descaro.
—Solo si estás muy casando como para necesitar a tu compañera.
—Ya lo aceptas?.
—Me estoy resignando, mas no, te estoy aceptando.
Su mirada muestra algo de tristeza lo que hace que mi pecho arda.
No dice nada solo desaparece por la ventana, tan silencioso como llegó.
Me quedo mirando el marco por unos segundos, aún con el corazón latiendo rápido. Algo en mi no quería que se fuera.
Me adentro al baño, hago mis necesidades y luego bajo las escaleras. Mamá me espera en la cocina con una sonrisa cálida y una taza de té caliente.
—¿Tuviste buena noche? — pregunta con naturalidad mientras revuelvo el café.
—Sí…— respondo sin mirarla.
Siento que la culpa me quema las mejillas, pero no digo más.
—¿Y papa? — preguntó después de un rato en completo silencio.
—Está descansando hoy debe irse más temprano— dice mi madre con pesar.
—Entiendo.
—Y dime cariño, ¿Aún no has encontrado a tu compañero? — pregunta mamá.
—Mmm, no mamá, aún no — miento. Siento como una ola de culpa me invade.
—No te sientas mal cariño, tal vez tu compañero aún no cumple la mayoría de edad y por eso no has podido reconocerlo como tu compañero— me dice ella en un intento para consolarme.
—Si mamá, tal vez es eso.
No digo nada más ya que con cada palabra que sale de mis labios más culpa siento.
......
—Esto es más difícil de lo que pensé — digo lanzándome a la cama.
—Por supuesto que es complicado, tú y Eros tienen un vínculo del cual no pueden escapar — dice Lizzie.
—Un vínculo que se hará más fuerte a medida que pasa el tiempo— secunda Jules.
—No se que hacer.
—Tienes dos opciones, aceptar a tu compañero o seguir así hasta que ya no puedas más — dice Lizzie.
—Me voy por la segunda opción.
—Enserio que eres rencorosa — dice Jules.
—Es mi naturaleza — digo.
—Cariño— entra mamá en mi habitación— ¿podrías llevarle la mochila a tu padre? se le ha olvidado.
—Mmm está bien mamá — respondo
—Gracias cariño—dice entregándome la mochila.
Salgo de casa con las chicas las cuales no paran de fastiarme con eso de que veré a Eros y otras cosas estúpidas.
—Ya basta, parecen tontas — digo con las mejillas encendidas.
—Y tú pareces un tomate — me dice Jules.
—Joder ¿enserio? — pregunto.
—Si, claro que si, más te vale relajarte si no quieres que tu compañero te vea la cara ardiendo — me dice Lizzie.
—Esto es culpa de ustedes —digo tratando de calmarme antes de entrar a la casa de la manada — Oh Diosa, siento que se me va a salir el corazón del pecho.
Las chicas me responden con unas pequeñas risitas «Son unas fastidiosas» me digo.
Al entrar a la casa de la manada soy recibida por una omega.
—Señorita Lyra ¿Que haces aquí? — me pregunta.
—Estoy buscando a mi padre, ¿Sabes donde está Tere? — le pregunto.
—Están en la parte trasera están discutiendo algunos asuntos pero se que podrá recibirla, ¿quiere que la guíe?.
—Te lo agradecería— respondo.
Camino detrás de la mujer y al llegar a la parte trasera de la casa veo a varios guerreros icluyendo a mi padre quien está alado del ex alfa Félix quien se encuentra en su silla de ruedas, miro alrededor claramente buscando a mi compañero y cuando lo veo siento como mi estómago se revuelve al verlo sentado junto a una chica que le está tocando el brazo.
Me quedo mirándolo hasta que veo como el alza su mirada y empieza a mirar alrededor claramente buscándome, sus ojos se fijan en los míos con una mirada intensa mientra que la mía solo muestra rabia.