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Las Sombras Del Rey

Las Sombras Del Rey

Status: En proceso
Genre:Romance / Maestro-estudiante / Apoyo mutuo / Batalla por el trono / Grumpyxsunshine
Popularitas:698
Nilai: 5
nombre de autor: IdyHistorias

Uno asesina, otro espía, otro envenena y otro golpea y pregunta después. Son solo sombras. Eliminan lo que estorba, limpian el camino para quien gobierna con trampas y artimañas.

No se involucran. No se quiebran.

Pero esta vez, los cazadores serán cazados.

Porque hay personas que no preguntan, no piden permiso, no se detienen.

Simplemente invaden… y lo cambian todo.

NovelToon tiene autorización de IdyHistorias para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

¿Quién necesita paz cuando tienes un lío tan bonito?

Maldita sea. Ni una hora llevábamos aquí y ya habíamos conseguido información. Información perturbadora, pero útil. Me pasé la mano por el rostro, maldiciendo por lo bajo, mientras intentaba procesar lo que acabábamos de escuchar.

Clover seguía irritada, cruzada de brazos, con los ojos llenos de furia contenida. Para quitarle un poco de tensión al ambiente, y también para calmarme a mí mismo, le pellizqué suavemente la nariz.

—Mi esposa es muy buena en esto —dije, con un tono ligero que intentaba suavizar el ambiente.

Ella solo bufó, todavía molesta, pero la tensión en su expresión pareció disminuir un poco. Se cruzó de brazos y me miró con esa mezcla de incredulidad y paciencia que había llegado a conocer tan bien.

—Es más fácil cuando la gente subestima lo que puede hacer una "muñequita" —respondió, con ironía, mientras lanzaba una mirada de advertencia al pendiente activado.

Bajamos para la comida, y en cuanto llegamos al comedor, supe que era hora de actuar. El dueño en persona se acercó a atendernos, un hombre de mirada astuta y sonrisa calculadora. Clover y yo estábamos listos.

Nos sentamos en una mesa elegante, y Clover comenzó a jugar su papel a la perfección. Con delicadeza, partía la comida en pequeños bocados y me los ofrecía, acercándose cada vez más a mí. Era un juego, una actuación, pero en el fondo, sentía cómo me estaba afectando. Sin pensarlo demasiado, incliné mi rostro hacia el suyo y le di un beso ligero en los labios.

—Tus labios son mi mejor alimento —murmuré, siguiendo el guion que habíamos improvisado.

Clover me miró por un segundo, su mirada fija en la mía, y luego se rió suavemente. Se acomodó más cerca y  colocando sus brazos alrededor de mi cuello.

—Mi esposo es jodidamente dulce —dijo, con una sonrisa burlona, y luego me plantó un par de besos rápidos en el rostro.

Esto me estaba gustando, aunque sabía que solo formaba parte de la actuación. Su cercanía, su mirada... Era todo demasiado convincente.

Justo en ese momento, el dueño de la posada se acercó para saludarnos. Era hora de la parte seria. Nos presentamos como Cassian y Nerida, comerciantes de joyas. El dueño, con su sonrisa engatusadora, no dejaba de lanzarle miradas a Clover. Ella, perfecta en su papel de esposa enamorada o distraída, no apartaba la vista de mí, como si el resto del mundo no existiera.

Después de los saludos de rigor, el dueño comenzó a hablarme de posibles negocios.

—Siempre me interesa hacer tratos con nuevos comerciantes —dijo, guiñándome un ojo—. Tal vez puedas fabricar algunas joyas... para mi esposa —su tono y la mirada cómplice dejaban claro que hablaba de su amante, no de su verdadera esposa.

—Entiendo, a las mujeres les gustan las joyas, y eso... —respondí, con una sonrisa forzada, intentando seguir el juego.

Nos reímos ambos, aunque por dentro me daban ganas de darle un puñetazo en la cara. Clover, perfecta en su papel, fingió no entender la broma.

—¿Por qué se ríen, amor? —preguntó, con tono inocente—. Las joyas son importantes para las mujeres. Cosas bonitas, delicadas, nos hacen sentir especiales.

Si no la conociera tan bien, me habría creído ese discurso superficial. Pero yo sabía que Clover no era de las que se preocupaban por "cosas bonitas". No obstante, interpretaba su papel a la perfección.

Aproveché para preguntar sobre las tiendas de la zona, sugiriendo que tal vez podríamos colocar alguna de nuestras joyerías en los alrededores.

—Puedo presentarte a algunos contactos que podrían ayudarte con eso —dijo el dueño, sin dejar de mirarme con esa sonrisa que me ponía los nervios de punta.

De repente, Clover fingió un pequeño berrinche, cruzando los brazos y suspirando.

—Ahí va mi marido... Una vez que empieza a hablar de negocios, se olvida de mí.

Admito que esta versión de Clover no me gustaba nada. La Clover que yo conocía era directa y honesta, no esta manipuladora de ojos verdes que jugaba a ser una mujer frívola. Pero, por más que me molestara, tenía que admitir que lo estaba haciendo increíblemente bien. Aunque esa mirada que me lanzó, cargada de una electricidad que sentí recorrer todo mi cuerpo, especialmente en una zona particular, me estaba volviendo loco.

Intentando mantener el tono ligero, le dije:

—No te preocupes, esta noche te recompensaré por mi descuido.

El dueño soltó una carcajada y Clover me miró, alzando una ceja y diciendo:

—Más te vale.

El dueño, sonriendo con picardía, comenzó a hablar de las tiendas que había en la zona.

—Ya sabes cómo es, hay varias tiendas de moda, adornos para el cabello, dulces... Cosas que las mujeres siempre disfrutan.

Viejo maldito, pensé. Claramente quería hablar de negocios solo conmigo. Sabía bien lo que estaba buscando. Le di un beso en la frente a Clover para mantener el juego.

—Está bien, pero asegúrate de que no nos dejes en bancarrota —dije, bromeando.

Ella sonrió, acercándose aún más y plantándome un beso... pero no uno cualquiera. Fue un beso profundo, uno que me dejó completamente fuera de juego por un momento. No fue el roce ligero que esperaría en una actuación; fue real.

Más tarde, subimos a la habitación para prepararnos para salir a conocer a los contactos del dueño. Mientras visitábamos a los socios y recorríamos algunos negocios, me iba haciendo una idea clara de quiénes estaban involucrados en los negocios turbios de la posada. Poco a poco, la información fluía, pero lo complicado estaba por venir.

Cuando volvimos a la habitación al final del día, Clover ya estaba cambiada, con ropa de dormir y lista para descansar. La miré un momento antes de entrar al baño y ponerme algo más cómodo. Sabía que no debíamos salir esa noche. Pero también sabía que quedarme solo con ella en la habitación, tan cerca, estaba a punto de hacerme perder la poca cordura que me quedaba.

Me dejé caer en el pequeño sillón frente a la cama, intentando mantener la compostura.

—¿Averiguaste algo? —preguntó, sin levantar la cabeza de la almohada.

—¿Estamos en bancarrota? —respondí, en tono serio.

Clover soltó una carcajada y, con una sonrisa, dijo:

—Solo compré algo para mi marido.

Eso me dio curiosidad. Me enderecé en el sillón y la vi levantarse de la cama. Sus pequeños pies se movieron con ligereza hacia la mesa, donde tomó una caja envuelta con cuidado y me la dio.

Cuando abrí la caja, no pude evitar reírme. Sabía exactamente lo que necesitaba. Dentro había trufas de chocolate, mi debilidad.

—Sabes que cuando estoy así necesito algo dulce —murmuré, agradecido y divertido.

Después de la pequeña sorpresa de las trufas de chocolate, la noche avanzaba y el problema inevitable apareció: la cama. Una sola cama en esa habitación de luna de miel. Sabía que tarde o temprano íbamos a tener que discutirlo, pero lo estaba evitando tanto como podía.

—No es tan complicado —dijo Clover, cruzando los brazos y mirándome con esa mezcla de impaciencia y diversión que parecía dominar últimamente—. O dormimos los dos juntos, o yo, que soy más pequeña, me quedo en el sofá grande.

Maldita sea, no podía ganarle. Últimamente, Clover era la voz de la razón en cualquier situación. Dormir en ese sofá no me parecía la mejor opción, no solo por el espacio, sino porque, si quería estar en condiciones para finalizar el encargo, no podía permitirme una mala noche. Pero la idea de dormir junto a ella era aún peor. No confiaba en mí mismo para mantenerme tranquilo con ella tan cerca.

Suspiré, derrotado.

—Está bien, dormimos juntos —murmuré, sabiendo que no había otra opción—. Pero lo más lejos posible el uno del otro.

Nos acomodamos, cada uno en un extremo de la cama. El espacio entre nosotros parecía un océano, y yo no sabía si eso era bueno o malo. Mientras me acomodaba, intentando no mirarla, Clover me lanzó una última amenaza juguetona.

—Si roncas, te asfixio con la almohada.

—Jajaja, claro —respondí, burlón, aunque ambos sabíamos que había una pizca de verdad en sus palabras.

El cuarto quedó en silencio, y después de un rato, ambos empezamos a relajarnos. O al menos ella, porque yo no lograba conciliar el sueño. Llevaba una hora despierto, dando vueltas en mi mente, repasando lo que habíamos hecho ese día, el encargo, y... Clover. Su cercanía me ponía nervioso, incluso aunque estuviéramos lo más lejos posible el uno del otro.

—Eso te pasa por comer dulces de noche —murmuró ella de repente, interrumpiendo el silencio con su voz suave.

Rodé los ojos, aunque ella no podía verme en la oscuridad.

—¿Quién me los dio? —respondí, sin poder evitar la sonrisa que se formaba en mis labios.

Clover rió suavemente y, sin perder un segundo, respondió con un tono juguetón.

—La mujer que te ama.

Mis entrañas se revolvieron. Sabía que era parte de la broma, de la actuación, pero cómo deseaba que esas palabras fueran reales. Me quedé en silencio, deseando que ella no notara el efecto que esas palabras tenían en mí. Solo que, antes de que pudiera pensar demasiado, Clover comenzó a cantar suavemente.

Era una canción simple, suave, una de esas canciones que parecen contar una pequeña historia o un cuento. Su voz, tan baja y delicada, llenaba la habitación de una paz que no esperaba. Poco a poco, mi mente dejó de correr, y mis músculos empezaron a relajarse. Sin darme cuenta, me estaba quedando dormido.

El sonido de su voz me arrullaba, alejando cualquier tensión, cualquier pensamiento confuso. Y en ese momento, lo último que escuché antes de caer en el sueño fue el suave murmullo de Clover, tan cerca y tan lejana a la vez.

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Liliana Barros
Clover es la pareja perfecta para Ezran. Y más vale que el Rey no se olvide de su amigo o Clover va a hacer que lo lamente 😱😂😂😂
IdyHistorias: Siiii Clover es de temer… incluso Ezran le teme …
total 1 replies
Liliana Barros
Así que sus vidas estuvieron cruzándose desde el inicio. Y Clover en lugar de ser Reina, eligió a Ezra 😂😂😂😂😂
Liliana Barros
Amé la personalidad de Cloe y como trató al Rey, que se merece el mote de imbécil jajaja. Y el pobre Ezra viendo como se peleaban los dos por él 😂😂😂😂😂
Liliana Barros
Me encanta la historia. Aquí esperando más capítulos 😍😍😍
Liliana Barros
Me gustó que se decidieran a hablar y aclarar su relación. Son perfectos el uno para el otro
Liliana Barros
Creo que Rowen es mujer, por la descripción de delicadeza. Quizás por eso la quieren los prestamistas
Liliana Barros
Ezran acaba de cambiar su destino. Aunque todavía no lo sabe. Será un chico o una chica, el testigo? 🤔
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