Entre Sombras Y Traiciones.

Valeria llegó a la nueva sede de la Falange Oscura, ubicada en un lugar remoto y rodeada de un denso bosque. La estructura, a primera vista, parecía una antigua fortaleza, pero al acercarse, se revelaban las medidas de seguridad de alta tecnología que la protegían. Cámaras de vigilancia, sensores de movimiento y guardias armados patrullaban la entrada, asegurando que solo los autorizados pudieran acceder.

Al cruzar el umbral, Valeria fue recibida por un ambiente que combinaba la disciplina militar con la sofisticación tecnológica. Los pasillos estaban iluminados por luces LED, y las paredes estaban revestidas con paneles de acero reforzado. En cada esquina, monitores mostraban imágenes en tiempo real de las distintas áreas del complejo, controladas desde una sala de operaciones central.

—Bienvenida a la falange oscura, pequeña. —Sonrió la piovra y ella solo asintió. Valeria era de pocas expresiones; era difícil saber qué estaba sintiendo.

Valeria fue conducida a su nueva oficina, una habitación austera pero funcional, equipada con todo lo necesario para planificar y ejecutar misiones. En el centro de la sala, una mesa táctil mostraba un mapa interactivo de la región, permitiéndole analizar y coordinar operaciones con precisión.

Mientras se familiarizaba con su entorno, Valeria no pudo evitar notar la presencia de otros miembros de la Falange Oscura, todos ellos entrenando con una intensidad y disciplina que rivalizaban con la suya. En el campo de entrenamiento, soldados practicaban combate cuerpo a cuerpo, tiro al blanco y técnicas de infiltración, utilizando equipos de última generación.

—Aquí podrás entrenarlos, tú serás una de las capitanas, confío en ti, piccola—dijo la piovra. Valeria solo observaba; todo debía idear la forma de vengarse, pero ahora no era nadie, necesitaba confianza y poder, luego actuaría.

—Me tengo que ir, Piccola; te dejo para que te familiarices. Luego vendrán por ti para llevarte a casa. —Su cuerpo se estremeció; no sabía qué le esperaba en aquel lugar.

Valeria se presentó con sus superiores y le entregaron su uniforme; era negro y se le ajustaba muy bien a su cuerpo, sus botas bien amarradas y sus armas listas en cada compartimento del traje.

—Capitana Valeria... Tendrá un apellido, el cual elegirá su jefe; por ahora será solo Valeria. Debe entrenar a los soldados y estar preparada para sus misiones.

—Sí, señor... — dijo a lo que parecía ser un coronel. Ella era directa y precisa y todo era muy nuevo para ella.

Valeria fue directa al patio y observó a cada soldado: hombres grandes y fuertes, mujeres hermosas, pero como ella letales. A lo largo de su vida había aprendido el arte de la seducción y la sensualidad; sabía manipular y envolver cuando fuese necesario y esas mujeres delante de ella no eran la excepción.

—Todos firmes. El coronel habló y todos prestaron atención.

—Su nueva capitana ha llegado; Valeria será la encargada de prepararlos. —No quiero más errores— habló y todos la miraron. Valeria tenía una apariencia hermosa, pero su mirada era vacía y eso daba miedo.

Valeria giró la cabeza hacia el coronel y asintió; luego se acercó a los soldados.

—Soy Valeria y desde hoy seré su capitana. Ya me han dicho que son una vergüenza para la falange y no admitiré errores. La mirada de algunos capitanes cayó en ella, hombres a los cuales también había dirigido y no habían dado frutos.

—Esos golpes son de novatos; la precisión es esencial, la rapidez también. La cuarta fila está retrasada dos segundos a cada orden. Ellos se quedaron sorprendidos; era realmente observadora.

—Comencemos de nuevo; el que se retrase deseará no haberlo hecho —dijo y comenzó a ordenar, a hacerlos correr, a hacerlos cruzar la pista de obstáculos. Puso a los otros capitanes a mejorar los entrenamientos por grupos y esto solo la hizo ganarse odio, pero también respeto.

El día terminó y ella se fue a la parte más alejada; necesitaba buscar qué más hacer. No quería ver la imagen de su amiga desangrándose por su mano.

De repente, una figura imponente apareció en la puerta. Era Alphonso Bettucchi, el hijo del capo di tutti capi. Con su cabello rubio y ojos grisáceos, emanaba una presencia que no podía ser ignorada. Se acercó a Valeria con una sonrisa confiada.

—Bienvenida, capitana —dijo Alphonso, su voz resonando con un acento que la hizo estremecer. Espero que encuentres todo a tu gusto.

Valeria asintió, manteniendo la compostura; aunque la ponía nerviosa, era realmente hermoso ante sus ojos.

—Gracias, señor Bettucchi. Estoy lista para comenzar.

Alphonso la miró con intensidad, sus ojos reflejando una mezcla de admiración y curiosidad. Él la quería para él desde que la vio; ya era un trato hecho: Valeria sería su reina, nadie mejor que ella.

—Estoy seguro de que lo harás. Aquí, en la Falange Oscura, solo los mejores sobreviven. Y tú, Valeria, eres una de las mejores.

Con esas palabras, Valeria sintió que su nueva vida en la sede de la Cosa Nostra estaba a punto de comenzar. Sabía que enfrentaría desafíos y peligros, pero también sabía que estaba preparada para enfrentarlos.

—Gracias, señor Bettucchi. Alphonso frunció el ceño.

—Dime, Alphonso, por favor. Ella asintió y le dio una pequeña sonrisa. ¿Qué le estaba pasando? Jamás había sentido interés, pero este hombre la tenía atrapada.

—De acuerdo, Alphonso, no voy a defraudarlos; haré de estos soldados los mejores. —Él también le regaló una sonrisa ladeada.

—Créeme que no lo dudo. —Pero puedes contar conmigo para ayudarte, estoy a tu disposición.— Valeria se sintió muy bien con esas palabras; la hacían sentir segura, le encantaba perderse en sus ojos. Era un hombre realmente atractivo y su voz era tan sexy que le encantaba oírlo.

Alonso Bettucchi (Piovra)