Daniel, un joven curioso, intenta robar un libro misterioso, pero todo sale mal y, en lugar de escapar, es transportado a Nova, un mundo maldito cubierto por agua. La única forma de regresar a su mundo es salvar Nova de la maldición, pero no será fácil. Enfrentará a poderosos enemigos y luchará por sobrevivir, mientras descubre secretos sobre el mundo y su propia tripulación. Con un futuro incierto, Daniel deberá encontrar una manera de romper la maldición y regresar a su hogar, antes de que sea demasiado tarde.
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El comandante Naou
El sol caía lentamente sobre el horizonte, bañando el mar con tonos de oro y escarlata. Daniel y Josh estaban sentados al borde del barco, mirando las suaves olas mientras el viento mecía las velas. Aunque el paisaje era hermoso, la tensión entre ellos era palpable. Ambos sabían que estaban jugando un papel que no les correspondía, y cada día que pasaba, la mentira se hacía más difícil de sostener.
Josh rompió el silencio, su voz cargada de frustración.
—No podemos seguir con esto, Daniel. Tenemos que decirles la verdad. No somos ellos, solo estamos atrapados en sus cuerpos.
Daniel suspiró y miró a su amigo.
—¿Y qué crees que va a pasar si confesamos? No conocemos este mundo, Josh. No sabemos nada. Si nos echan del barco, nos moriremos de hambre o algo peor.
Josh apretó los dientes, sus puños cerrados con fuerza.
—Pero no podemos seguir fingiendo. Ayer… Ayer fue un desastre. Zeus apenas era un pirata de baja categoría, y tú no pudiste hacerle frente. ¡Eres el capitán, Daniel! La tripulación confía en ti, pero tú… tú no eres Steven.
—¡Y tú tampoco eres Naou! —replicó Daniel, señalándolo con un dedo acusador—. Esto es culpa tuya, Josh. Si no hubieras tomado ese maldito libro, no estaríamos aquí.
Antes de que Josh pudiera responder, apareció Dolia, la chica de cabello amarillo, corriendo hacia ellos. Su rostro estaba lleno de urgencia.
—¡Comandante Naou! Hay alguien que lo está buscando.
Josh levantó la mirada, confundido.
—¿Quién me necesita?
Dolia lo miró con incredulidad.
—¿Cómo que quién, comandante? Es una falta de respeto ni siquiera saber por qué lo buscan. Solo vaya, lo están esperando.
Josh intercambió una mirada con Daniel, inseguro. Finalmente, se levantó y siguió a Dolia hacia la salida del barco. Mientras avanzaban, su mente estaba en blanco, intentando descifrar quién podría estar buscándolo y qué haría si lo descubrían.
Cuando llegaron al muelle, Josh vio a un hombre enorme esperándolo. Su piel era oscura como el ébano, y una espesa barba gris le cubría el rostro. Su aura era intimidante, y con solo verlo, Josh sintió un escalofrío recorriéndole la espalda.
—Así que aquí estás, comandante Naou —dijo el hombre con voz profunda—. Me sorprende verte al lado de un pirata tan despreciable como Steven.
Josh tragó saliva y trató de mantener la compostura.
—No sé de qué hablas. Yo siempre he estado al lado de Steven.
El hombre soltó una carcajada burlona que hizo eco en el puerto.
—Por favor, Naou. No mientas. Antes eras mi capitán, un hombre temido y respetado. Pero desde que Steven te venció en aquel duelo, te convertiste en su sirviente. ¡Qué patético!
Josh no sabía cómo responder. No tenía recuerdos de Naou ni de su supuesto pasado. Solo sabía que estaba atrapado en un cuerpo que no le pertenecía.
—Así es la vida —respondió finalmente, tratando de sonar indiferente—. Yo solo sigo órdenes.
El hombre frunció el ceño, claramente disgustado por la respuesta.
—¡Ni siquiera te reconocería como el hombre que fuiste! —gruñó antes de agarrar a Josh del brazo y lanzarlo contra un barco cercano.
El impacto fue tan fuerte que el barco se balanceó violentamente, y una gran ola salpicó a los espectadores cercanos. Josh se levantó tambaleándose, esperando sentir un dolor insoportable, pero el cuerpo de Naou era mucho más resistente de lo que él había imaginado.
—Eres un débil, Naou —dijo el hombre, avanzando hacia él—. Antes me habrías detenido con un dedo. Ahora no eres más que una sombra de lo que fuiste.
Sin darle tiempo a responder, el hombre hizo un gesto a varios de sus hombres, quienes rodearon a Josh y lo tomaron por los brazos. Aunque Josh gritó que no era Naou, sus palabras cayeron en oídos sordos mientras lo arrastraban lejos.
La reacción de Daniel
Mientras tanto, en el barco, Dolia llegó corriendo hacia Daniel con el rostro lleno de preocupación.
—¡Capitán Steven! Se han llevado al comandante Naou. Sus ex tripulantes lo reconocieron y lo arrastraron fuera del barco.
Daniel sintió que el estómago se le hundía.
—¿Qué? ¿Cómo pasó eso?
—No lo sé, capitán. Pero algo anda muy mal desde que ustedes dos volvieron. No son los mismos.
Daniel se quedó en silencio, dudando. Estuvo a punto de confesar la verdad, de decirle que ni él ni Josh eran quienes creían, pero algo lo detuvo.
—No importa. Iremos a buscarlo. No podemos dejarlo solo.
Dolia frunció el ceño.
—¿Cómo piensa encontrarlo?
Daniel respiró hondo, tratando de calmarse.
—Iremos al Consejo de los Siete Mares. Si trabajamos para ellos, tienen que ayudarnos.
En el camino al Consejo
El barco partió al amanecer, con Daniel al timón y la tripulación trabajando diligentemente. Dolia y Doria, las dos principales oficiales del barco, intercambiaban miradas de preocupación mientras hablaban en voz baja sobre el extraño comportamiento de Steven y Naou.
Daniel, por su parte, estaba perdido en sus pensamientos. Cada vez que miraba a los ojos de los miembros de la tripulación, sentía el peso de sus expectativas. No era Steven, pero todos ellos creían que lo era. Y ahora Josh estaba en peligro, y su responsabilidad como capitán era salvarlo.
Cuando llegaron al Consejo de los Siete Mares, un imponente edificio construido en el centro de una isla rodeada de arrecifes, Daniel sintió cómo su corazón se aceleraba. No sabía cómo funcionaba este mundo ni qué esperaba de él, pero tenía que intentar algo.
Los guardias del Consejo los recibieron con desconfianza, pero al ver a Steven, permitieron su entrada. Daniel caminó con pasos firmes, tratando de emular la confianza que suponía tendría el verdadero Steven.
En la gran sala del Consejo, un hombre de cabello blanco y túnica dorada los recibió con una sonrisa calculadora.
—Capitán Steven, qué honor tenerlo aquí. ¿Qué lo trae a nuestro Consejo?
Daniel tragó saliva y dio un paso adelante.
—Vengo a pedir ayuda. Uno de mis hombres ha sido capturado por piratas que lo reconocieron como un antiguo comandante.
El hombre levantó una ceja, intrigado.
—¿Está diciendo que Naou, su fiel comandante, ha sido capturado? ¿Por qué debería interesarnos su situación?
Daniel apretó los puños, sintiendo cómo la frustración crecía dentro de él.
—Porque trabajamos para ustedes. Hemos cumplido con sus misiones, arriesgando nuestras vidas. Ahora les pido que hagan su parte y nos apoyen.
El hombre lo miró fijamente durante lo que pareció una eternidad antes de asentir.
—Muy bien, capitán. Les daremos apoyo. Pero recuerde que este favor tiene un precio.
Daniel asintió, sabiendo que no tenía otra opción. Mientras salía de la sala del Consejo, supo que el rescate de Josh sería solo el comienzo de una serie de problemas aún mayores. Pero también sabía que no podía rendirse. Por mucho que deseara confesar la verdad, ahora tenía que jugar el papel de Steven y enfrentarse a los desafíos que este nuevo mundo le presentaba.