Victoria fue la princesa más joven de Umbra, ella guiaba a las tropas de su imperio durante la guerra contra los lycan.
Gracias a ella, Umbra tenía la ventaja en la guerra, sus estrategias y sus grandes habilidades en combate casi logran que los humanos ganen en contra de los lycan. Pero, algo pasó, ella fue acusada falsamente de traición y encerrada en una sucia celda hasta morir.
Su última deseo fue, que alguien tomará venganza en contra de quienes la traicionaron y es así como el alma de otro mundo, ocupó su cuerpo, despertando antes del inicio de su caída, ella al saber lo que pasará, cambiará todo a su favor y si planean acusarla de traición, entonces así será, ella los traicionara y unirá fuerzas con el peor enemigo de su imperio. Los lycan.
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capítulo 11.
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Victoria se apresura para poder llegar antes del amanecer, pero, ella no notó que era seguida, siendo derribada desde atrás cayendo de frente, pero antes de poder levantarse, siente como su cintura es sujetada con firmeza y al igual que su barbilla. El cálido aliento de su atacante golpea su oído mientras una húmeda lengua pasa sobre su cuello. Victoria deja escapar un jadeo y su respiración es agitada.
Quien la sostiene es Wolfram, Victoria estaba de rodillas sintiendo como el lycan saborea la piel de su cuello y hombro, la mano que sujetaba su cintura se desliza por su pierna, subiendo la falda de su vestido, causando que ella se sobresalte cuando las garras de la bestia rozan su piel. Aún sujetandola de la barbilla, Wolfram aprovecha para lamer sus labios, Victoria sin negarse, separa sus labios permitiendo que la lengua ajena se adentre a su cavidad. Wolfram se sorprende por esto, pero continúa coloca ambas garras en el pecho de Victoria rompiendo la parte superior del vestido dejando expuestos sus sen*s, los cuales aprieta y amasa rasgando levemente la piel por las garras, sin dejar de degustar de un extraño y fogoso beso.
Wolfram la suelta para que ella pueda darse la vuelta, mientras la presiona de los hombros contra el suelo. Al ver sus sen*s expuestos, los lame, degustando de ellos como si fueran un delicioso caramelo, Victoria respiraba agitada, sus manos aprietan sobre el suelo ante la sensación excitante que estaba teniendo en ese momento, el lycan era irresistible para ella, su aroma la excitaba demasiado. Wolfram rompe el resto del vestido, quitando el corsé y la falda, quedando todo el cuerpo expuesto de la chica. El lycan miraba sus rendondos y perfectos sen*s, esos que ya había saboreado, su piel era blanca y una figura delgada, parecía tan delicada, nadie imaginaría que ella es una guerrera excepcional.
— parece que te gusta todo lo que ves.— Victoria sonríe ladina.
Wolfram no dijo nada, mientras que Victoria separa las piernas subiendo una sobre el hombro del imponente lycan. Por supuesto, Wolfram se inclina, deslizando su lengu* entre las piernas de la vampiresa, pasando de arriba hacía abajo entre sus suaves pliegues. Victoria arquea la espalda ante el estremecer de su cuerpo y dejaba escapar sus jadeos, los cuales eran un deleite para Wolfram. Él sigue en lo suyo, jugueteando con su lengu* esa punto de placer que causaba mayor placer en Victoria. Wolfram era consciente de la excitaci*n de la chica la humed*d en su intimid*d era prueba suficiente para saber que deseaba algo así. Wolfram se aparta, acomodándose entre sus piernas dejando ver su evidente excitanci*n, estaba tan desesperado por hacerla suya, que no dudo en adentrarse en el interior de la vampiresa, aunque siendo el grande, era difícil abrirse camino en ese húmedo y suave interior, Victoria sentía como si fuera a partirla en dos, era una mezcla de dolor y placer al mismo tiempo. Wolfram al ver la expresión de Victoria se detiene, se estaba dejando llevar por su instinto qué olvido que seguía en su forma bestial.
— no te detengas...no cambies...hazlo así...— hablo Victoria con una voz suplicante.
Wolfram se sorprende por tal petición, nisiquiera las mujeres de su especie aceptan tener sexo con un hombre en su forma lycan. Eso lo emociona más, así que continúa, hasta alcanzar lo más profundo de la joven. Al comenzar a moverse, Victoria dejaba escapar un par de jadeos, aunque el dolor era fuerte, el placer se mezclaba muy bien, hasta que el dolor se va. Ante esto, las estocadas aumentan de intensidad, las manos de Victoria se deslizan por los brazos del lycan hasta tocar su pecho. Wolfram se eriza ante roce de las manos ajenas, pero continúa moviéndose, estremeciendo con cada estocada al verse envuelto en ese interior suave y caliente, Victoria terminó clavando sus uñas en el pecho de Wolfram y él, se inclino mordiendo su hombro, ambos estaban extasiados por el placer que sus cuerpos sentían en ese momento, una y otra vez las estocadas iba a un ritmo más rudo, hasta que ambos alcanzaron el clím*x. Sus respiraciones eran agitadas, pero Wolfram comenzó a moverse nuevamente y Victoria sentía como crecía de nuevo en su interior, ambos sabían que ese no acabaría en una sola vez.
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Cuando el amanecer llegó, Victoria estaba de pie ante los retazos de su ropa, por suerte llevaba consigo una capa, lo cual le servirá para cubrirse. Wolfram ya en su forma humana se acerca a ella por detrás sujetando su cintura para dejar un beso en su hombro.
— no permitas que nadie te vea...solo yo puedo hacerlo.— le susurra al oído.
Victoria sonríe ladina, lo aparta y se coloca la capa.— debiste pensar en eso antes de destrozar mi ropa.
Victoria no dice nada más, solo se apresura a volver, ya amaneció y podrían estarla buscando por Byron o Moira. Wolfram por su parta también va de regreso a su campamento, tan pronto llega se viste en su carpa y sale para conseguir algo de comer. Sira quien estaba desayunando lo mira fijamente pareciendo molesta.
—¿que?, ¿tienes algo que decir?— pregunta Wolfram.
— ¿en serio majestad?, ¿con esa vampiresa?— se cubre el rostro.— tendré pesadillas, eran como dos bestias apareandose en medio del bosque.— se queja.
Wolfram casi escupe lo que bebía al escucharla. Traga el agua y mira a Sira fijamente.
— ¿nos viste?, ¿que eres?, ¿una pervertida?— gruñe.
— el pervertido es usted. Sentí el olor a sangre de bestias, vi los cuerpos y seguí su rastro creyendo que necesitaba ayuda y ahí estaban...— se rasca la cabeza.— nisiquiera las mujeres de nuestra especie lo hacen así...que alguien me golpee hasta que pierda la memoria.
Sira no dejaba de quejarse, mientras que Wolfram solo tomo su plato de comida y se fue a su tienda, no piensa escuchar las quejas de su amiga, además de que estaba apenado porque ella le vio tener sexo con Victoria.
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En el campamento de los humanos, Victoria llegó sin problema, se vistió y al bajar del carruaje busco a Moira para que vigilara la carpa donde se bañaba. Se remojo en el agua, pasando el jabón en su piel, pero el aroma del lycan no se iba, por suerte los humanos no pueden sentir ese aroma o estaría en serios problemas. Al finalizar llamo a Moira a su carruaje para pedirle algo que la ayudara a evitar un embarazo.
— alteza...no me diga...alguno de esos hombres se atrevió a...—
— no, no es como piensas. Yo lo quise también, ya después sabrás, por ahora, necesito evitar un embarazo.— le pide.
Moira respiro con alivio, por un momento se asusto y creyó que alguno de los soldados la obligo a algo tan horrible. Ella le pide que espere, así que sale del carruaje mientras va a la tienda de enfermería para prepararle lo que pidió. Fue después de una hora que regreso y le entrego un pequeño frasco con unas pequeñas bolitas hechas de una mezcla de hiervas.
— no sabrá bien, pero solo trague una, beba agua si no puede pasarla solo así.— le explica Moira.
— te lo agradezco Moira.— saca una pequeña capsula y se la traga rápidamente, aunque si pudo sentir un sabor algo amargo.
— téngalo a mano si usted y ese señor misterioso, se siguen viendo. Sirve también si él traga una antes del acto.— le explica.
Victoria sonríe.— lo conocerás cuando llegue el momento.
Fuera, Byron junta a sus soldados, hasta ahora, nadie ha encontrado a esos dos que huyeron, quizás han logrado alejarse de esa zona, incluso podrían haberse ido hacía la frontera de los lycan.
— ¡oh hermano! Deberías solo volver al palacio, no estás hecho para la guerra.— se burla Victoria.
Byron voltea hacía ella, el chico frunce los labios ante la burla de Victoria.
— yo no veo que tú estés logrando nada tampoco, ¿hasta cuando atacaras?— pregunta molesto.
— cuando sea el momento perfecto, todo se debe pensar de manera meticulosa y entonces, cuando menos lo esperen, ¡adiós!—
Byron se sobresalta, cuando ve una daga clavada en el piso muy cerca de su pie, Victoria lo había lanzado sin que él lo notará.
— maldita.— balbucea.
Dicho esto, Byron solo ordena a sus soldados recoger sus cosas, deben regresar hacia la frontera norte, pues ya han dejado esta zona desprotegida por mucho tiempo.
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Shu Shu Shu
jajaja.