Una pareja de esposos adoptan a una niña que según los lugareños es hija de una bruja. Se la quitaron a la mala y ella ha jurado que regresará del más allá a vengarse.
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Otra pesadilla
Yaqui siguió bajando las escaleras, y a medida que lo hacía sentía más miedo, pero lograba superarlo porque tenía la esperanza de poder salir de ahí.
Ahí estaba revelado lo que había hecho hace algunos años, y recientemente lo de Clara fue solo un aviso de que nada quedaba impune, que todo se pagaba.
Pero era algo que aún no comprendía, ella no era nadie para juzgar a nadie, mucho menos a su esposo, aunque lo que hizo no estuviera bien.
Yaqui volteó hacia atrás y no vio las escaleras para subir. Estaba aterrada, esto era interminable, y aún le faltaban muchas escaleras. El último cuadro representaba a un hombre completamente despedazado, era obvio que se ensañaron con él.
Yaqui no tenía idea de cuándo sucedió eso. Había veces que su esposo se ausentaba por días, incluso semanas, ni siquiera sabía a qué se dedicaba, el solo le decía que a los negocios.
¡Dios! ¿Cómo salgo de aquí? Alguien, por favor, despiértenme.
--Anahí, la nueva enfermera dormía plácidamente al otro lado del cuarto de Yaqui, sin saber lo que estaba pasando ahí--.
No sé si es un sueño o es realidad. ¡Ayuda, por favor! Gritaba Yaqui, pero nadie la escuchaba. La cosa esa se regresó y le hizo señas para que lo siguiera, todavía no terminaba esa odisea.
De pronto, bajo sus pies, en la terrible oscuridad solo iluminada por los ojos de aquel ser, saltó una especie de reptil, grotesco, Yaqui, al verlo gritó tan fuerte como pudo, del mismo grito que dio, se despertó completamente cubierta de sudor y muy asustada.
Anahí despertó al oír los gritos. Acudió inmediatamente.
Señora, tranquila, fue una pesadilla.
Fue horrible, no me dejes sola, por favor, tengo mucho miedo.
Cálmese señora, aquí estoy. Le daré su pastilla.
Fue entonces cuando se acordó que esas pastillas no le servían y las iba a llevar a analizar. Fue a su cuarto por un sedante que ella tenía de repuesto, se lo inyectó y pronto se durmió.
Estuvo un rato más para comprobar que nada perturbara su sueño. Al verla dormida tranquilamente, regresó a su cuarto.
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Sonia se presentó en la escuela con su hija, Luisa se quedó en la casa y empezó a hacer el aseo. Casi estaba segura para qué la había mandado llamar la directora del instituto.
"De seguro esos escuincles fueron con el chisme", ya encontraré la manera de vengarme de ellos".
A ella solo le importaba su hija, y no iba a permitir que unos escuincles babosos la dañaran ni la pusieran en mal con nadie.
Buenos días, Maestra, soy la mamá de Alejandra.
Buenos días, señora. Me da gusto que haya atendido a mi llamado. Le explicaré todo en este instante, siéntese, por favor.
Ayer su hija vino acompañada por una señora.
Sí, es la niñera.
Bueno, pues esa señora insultó a dos alumnos de esta institución, como es obvio los niños se quejaron con sus padres y estos a su vez se quejaron conmigo. Estas cosas no ocurren muy a menudo, en este caso no han ocurrido nunca. Esta institución se ha caracterizado por ser una de las más importantes del estado y una de las más bien calificadas. Y, por lo tanto, no se pueden tolerar este tipo de acciones.
La señora que acompañó ayer a Alejandra tendrá que venir a pedir disculpas a las mamás de los niños que agredió, o mejor dicho, a los propios niños.
Comprando, directora, pero, ¿de qué manera los agredió?
Los insultó de una manera muy vergonzosa delante de los demás alumnos. Cómo comprenderá, a la edad que tienen los niños ahora no es fácil superar estas cosas.
Señora, directora, discúlpeme por lo que le voy a decir, pero mi hija ha sido agredida muchas veces y, sin embargo, nunca he presentado una sola queja. ¿Y sabe por qué no? Porque pienso que son cosas de niños, pero créame que lo que le dicen a mi hija tampoco es muy fácil de superar.
La directora no dijo nada, se quedó pensando en las palabras de Sonia.
Está bien, por esta vez lo voy a pasar por alto, pero que no se vuelva a repetir, por favor.
Por supuesto, pero tampoco quiero que se vuelva a repetir el ataque contra mi hija.
Está bien, señora. Usted tiene razón. Es tofo lo que quería tratar con usted.
Ok, entonces me retiro. Con su permiso, directora.
Sonia se despidió de Alejandra; Luisa te recogerá a la salida.
Sí, mamá...
Los niños que habían sido agredidos por Luisa le sacaban la vuelta a Alejandra.
Esta niña es hija de una bruja, mejor no nos metamos con ella, o nos hará un hechizo.
Sí, es mejor que le saquemos la vuelta.
Pero Alejandra no se podía quedar con los brazos cruzados, y los encaró.
Si soy hija de una bruja como dicen, entonces, ¿quién es mi madre?
Pues no lo sabemos, pero ten por seguro que esa señora tan elegante no es tu verdadera madre.
¿Y qué tiene si no es mi verdadera madre?, ella por lo menos me escogió para su hija, pero sus padres se tuvieron que conformar con ustedes, pues ya que, ¿verdad?
Eres una mal nacida, ¿sabías?
¿Qué significa eso?, Alejandra no tenía maldad en su alma.
Que naciste porque a tu mamá no le quedó más remedio que tenerte, porque no te quería tener, pero pues ya qué más le hacía.
Y ustedes son unos idiotas por juzgar a las personas, ni que fueran Dios.
Mi madre nos ha dicho que es preferible que una prostituta tenga una hija, a que una bruja.
Alejandra ya no pudo evitar golpear al niño que la estaba molestando.
El niño se puso a llorar como una niñita, y las maestras al verlo se llevaron a Alejandra con la directora.
Alejandra, no vamos a permitir estos desfiguros en esta institución que es de respeto. Ya hablé con tu madre y ella estuvo de acuerdo en que no se volvería a repetir, pero por lo visto tú no entiendes y te gusta mucho pelear con los niños.
Maestra, ellos me faltan al respeto, y yo lo único que hago es defenderme.
Pero tú eres una niña, no puedes ponerte al tú por tú con los niños, para eso estamos los maestros, para poner orden.
Sí, maestra, dijo Alejandra sin discutir, era obvio que ella nunca iba a tener la razón.
Las maestras siempre le creían a los demás alumnos antes que a ella.
Y eso a ella le dolía mucho porque no tenía la culpa, los niños solían ser muy crueles.
Por una semana no saldrás al recreo, permanecerás en tu salón, estudiando, ¿estamos?
Sí, maestra.