Un Viaje A Lo Desconocido

Con las energías recuperadas, olvidando todo lo vivido por un momento, decidieron observar un más detalladamente el lugar donde estaban, Alicia decidió observar desde lo más claro junto a Gabriel en qué dirección estaban, ya habían caminado mucho y seguían sin llegar a ese gran templo con estatuas inmensas de diferentes animales grandes y aterradores, Dejándolos sorprendidos.

—Chicos, ya vieron que cuando salimos del portal, las estatuas estaban de frente uno al otro y ahora solo vemos la espalda de dos de ellos.— Explicaba Alicia al mismo tiempo que señalaba a dirección del templo.

—¿Eso quiere decir que hemos dado vueltas?— interrogó Gabriel.

—No, creo más bien, de que el río nos lleva directo a allá, pero nosotros hemos buscado otras direcciones al estar escapando del peligro.— Aclaró Winder.

—Si caminamos por la orilla del río, ¿llegaremos rápido?— preguntó Renata muy emocionada, con la mirada en su novio, llena de ilusión.

—Eso espero, bebé— dijo el lleno de esperanza.

—Vamos, no perdamos tiempo, quiero salir de aquí— exclamó Alicia muy emocionada.

Sus pasos estaban llenos de seguridad y mucho cuidado, con sus miradas a todos lados, atentos a cualquier peligro que los pusiera a correr nuevamente como locos.

Aunque la vía correcta era por la orilla del río, no era tan fácil como ellos lo pensaron, ya que había árboles y montañas de tierra que no los dejaban pasar y debían desviarse un poco.

Aun así, no se desanimaron, caminaban sin detenerse, seguros que llegarían en poco tiempo.

—¡CUIDADO BEBY!— Grito Gabriel a Alicia. Estaba a punto de pisar un enorme ciempiés por andar viendo para arriba.

—¿Cómo se llama eso?— preguntó Renata asombrada.

—Es un ciempiés, bebé, hay otra clase que es venenoso.— explicó Winder.

—Wow, sorprendente, casi lo piso— murmuro Alicia, observando al animal.

Asombrados retrocedieron un poco, permitiéndole al animal que pasará a pasos rápidos con sus más de cien patitas, según lo que se dice y su nombre lo identifica, mientras no se metieran con él no había peligro, ya que es un predador y comen otros insectos.

—¿Que pasa si llegase a picar a alguno de nosotros?—

—Sentiría dolor en la zona de la picadura. Inflamación en la zona de la picadura. Enrojecimiento en la zona de la picadura. Inflamación de los ganglios linfáticos— Respondió Winder.

—¿Cómo sabes eso?— interrogó Gabriel.

—Lo aprendí en biología— dijo Winder.

Los chicos seguían asombrados por su rapidez al caminar y buscar sus presas, olvidando que tenían que irse.

Estaban tan entretenidos que no sintieron cuando grandes hormigas se subían sobre ellos, dejando grandes picaduras que los había de saltar de dolor y desesperación por quitárselas de encima.

—¡Quítamelas, quitámelas!— exclamaba Renata, sin dejar de brincar, winder se quitó las que subieron sobre él y fue ayudar a su novia.

Gabriel no perdió tiempo y quiso toda su ropa quedando solo en bóxer.

—Quítate la ropa beby— 

—¡No, Gabriel!— exclamó Alicia molesta por no poder quitarse esas bravas hormigas.

—Beby, ¿cómo quieres que te ayude si estás llena de ellas?— le hablo Gabriel con sus manos en la cintura. A regañadientes, Alicia se quiso la ropa quedando en ropa interior, Gabriel sacudió toda su ropa hasta quitar todas las hormigas que se pegaban como chicles.

—¡Por Dios, Ali!— exclamó Renata, asombrada, de ver a Alicia llena de rosetas grandes por las picaduras de las hormigas.

—Vístete beby y no te des con las uñas— le pidió Gabriel, ya listo con su ropa. La ayudo a poner su ropa y tallar donde le dejaron las marcas las hormigas.

Varios minutos perdieron ahí, entre el ciempiés y el ataque brutal de las hormigas bravas.