Gabriel Patel y Xavier Hudson son como hermanos desde siempre y cuando ambos hicieron una familia quisieron que sus hijos siguieran la misma línea.
Pero quizás esa no era una muy buena idea.
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Once
Xavier estuvo al día siguiente bien temprano otra vez aparcado frente al edificio de Leicy, vio llegar el auto del hombre de la tarde anterior y también lo vio entrar al edificio y un rato después salió acompañando a la chica y sus padres.
El heredero de los Hudson los siguió por las calles de Londres que a esta hora eran un volcán de automóviles intentando no perderlos hasta que llegaron a una prestigiosa clínica y los cuatro entraron en ella.
Siguió detrás de ellos ahora por los pasillos inmaculados de la institución médica intentando no ser descubierto hasta que los vio sentarse en una sala de espera y un momento después ser llamados por una enfermera.
Entonces Xavier aprovechó y haciendo uso de sus encantos averiguó que médico atendía al señor Scott y pidió una cita con él, quería enterarse de todo lo que rodeaba a su demonio y aunque ella no lo quisiera cerca la iba a ayudar en lo que pudiera.
El hombre comió algo en la cafetería de la clínica y se llevó una manzana con él, haría guardia en su auto para esperar a que Leicy y sus padres se fueran y no sabía de cuanto tiempo sería.
Casi toda la mañana estuvo dentro del vehículo, tenía una cita con el médico a las once y veinte y ya era casi la hora cuando los vio salir.
El hombre misterioso que los acompañaba venia empujando una silla de ruedas en la que estaba el padre de la chica y se fijó que traía sobre su ropa una bata de médico y las dos mujeres caminaban de la mano, esta vez fue él quien ayudó al señor Scott a entrar al auto y antes de que Leicy lo hiciera dejó un beso en su roja cabellera y le dijo algo como si tratara de consolarla.
Al parecer como le había dicho Carmela alguien la estaba acompañando, pero él no iba a permitirlo ella era su demonio y de nadie más.
Esperó a que se fueran y que el hombre volviera a entrar a la clínica y él lo siguió.
...................
- Bueno señor Hudson, dígame a que debo su visita porque según mi ordenador no tengo nada pendiente con usted.- le dijo el médico sentado frente a él.
- Es que no vengo precisamente por mi, vengo por otro paciente que tuvo esta mañana, el señor Scott.
El hombre de la bata blanca lo miró tratando de diseccionarlo, Xavier no lo sabía pero el médico lo conocía muy bien, hacía ya unos cuantos años, cuando él era casi un recién graduado había logrado descubrir el diagnóstico de la madre del joven que padecía un raro tipo de cancer, el cual acabó con su vida, y eso le había abierto muchos horizontes en su carrera.
- Hasta donde yo sé usted no es familia, así que necesito saber a que se debe su interés.
Xavier se revolvió en su asiento, no sabía que decirle al médico, ¿Que se había acostado con la hija de su paciente y que estaba como loco detrás de ella pero que la chica no lo dejaba acercarse?
- Mi interés es algo personal doctor, y digamos que ese algo me lleva a querer ayudar en todo lo que pueda.- le contestó pero a la vez no le dijo nada.
- Comprendo, entonces si tiene tanto interés pero no es familiar creo que debemos hablar con alguien para eso. - el padre de Leicy necesitaba un tratamiento bastante caro y aunque él como médico hacía lo posible por aliviar los gastos llegaría un momento en que ya no podría hacer nada más y sabía que el hombre que tenía sentado frente a él podía solventar todo sin pestañear.
El doctor tomó el teléfono y marcó una extensión.
- Ernest¿Puedes venir un momento?- escuchó que le respondían y colgó.
Unos minutos después, aunque a Xavier le parecieron horas debido al silencio que se instaló en la consulta apareció el tal Ernest, y sorpresa, era el mismo hombre que acompañaba a su demonio.
- Señor Hudson, le presento al doctor Ernest Scott, está aquí ayudándonos con algunos casos además de estar pendiente de la salud de su tío.
El recién llegado miró a uno y otro sin entender, pero extendió su mano para saludar al joven que tenía delante.
- Ernest, el señor Hudson tiene un interés personal en lo que rodea a tu tío y quiere saber si puede ayudar en algo.
El médico tenía una sonrisa ladina en el rostro y su amigo y compañero de estudios comprendió.
- Me imagino que su interés personal es lo que tiene a mi prima además de preocupada por la enfermedad de mi tío, triste. - Ernest puso las manos dentro de los bolsillos de su bata de médico y miró a Xavier con la cara más seria que encontró.
Xavier tragó saliva, se sentía amenazado por aquel hombre, pero más que eso se sentía triste al saber que su muñequita de porcelana no la estaba pasando bien.
- Dígame que es lo que en realidad desea señor Hudson- volvió a hablarle el hombre con voz intimidante.
- Esta bien, ya, no tiene que intentar amedrentarme.- le dijo sentándose nuevamente en la silla en la que estuvo antes- Yo estoy loco por Leicy, no puedo ni dormir sin ella, pero es testaruda y no me deja acercarme porque dice que somos de mundos diferentes, pero yo no quiero que sufra por nada y si puedo hacer algo para ayudar a que su padre se recupere quiero hacerlo.- soltó de golpe, si paraba a respirar no lo diría todo.
Los dos hombres de pie sonrieron, había sido muy fácil que el joven dijera sus verdaderos intereses.
- Lo comprendo, y sé lo testaruda que puede ser mi prima, pero créame, tiene sus razones.
- Pero no me deja explicarle y convencerla de que conmigo no va a tener nada que temer, ella solo dijo no y nada más.
- Sea paciente señor Hudson, si ella siente lo mismo va a comprender.- el hombre se acercó a otra de las sillas y se sentó- En cuanto a lo que dijo de mi tío no sé si al final sea de su agrado la ayuda, estamos hablando de mucho.
- No me interesa cuanto, puedo solventarlo, yo solo quiero verla feliz y estoy seguro de que si su padre está enfermo ella no va a serlo, pero les pido una cosa, no le digan que yo estuve aquí y que les hablé para ofrecer mi ayuda, creo que si lo sabe va a ser peor.
- Estoy de acuerdo con usted en que será peor, pero voy a advertirle una cosa, si algún día usa esto que va a hacer para dañar a mi prima de cualquier forma, va a ser mejor que no duerma nunca más.- el hombre volvió a poner una voz de mafioso que le recordó a su amigo Gabriel- Cuando despierte puedo asegurarle que va a notar que algo le falta, y le garantizo que ni cicatriz le quedará, soy muy buen cirujano.
Xavier tragó fuerte y asintió con la cabeza.
- Entonces si ya todo está aclarado creo que le toca hablar al doctor Samuel- le dijo señalando al otro médico que hasta el momento se había mantenido callado- Él va a explicarle todo y después usted decidirá lo que quiere hacer.
me quedo sin palabras
excelente la novela
un ejemplo para las mujeres
saber que pueden reconstruirse siempre. solo es querer hacerlo y tener amor propio
cada quien en su lugar
felicitaciones a la autora