Anya despierta en el mundo de una historia que escribió hace años. Una historia sobre una bella princesa, un valiente caballero... y un despiadado dragón.
Decidida a mantenerse al margen de la gran guerra que se avecina, vive tranquilamente en un pequeño pueblo, hasta que accidentalmente salva a un pequeño niño y unos meses después un dragón aparece en su puerta.
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La Oferta del Príncipe.
"¡¿Qué demonios?!"
Anya observaba, incrédula, la fila interminable de vestidos que eran transportados por decenas de sirvientes hasta su armario.
- ¡¿Qué es todo esto?! - alguien había tocado a su puerta y, al abrirla, la oleada de atuendos comenzó sin más explicación.
- ¡Ah, excelente! Ya llegaron - el duque apareció a su lado y habló con total casualidad.
- ¿Sabía algo de esto, milord? - preguntó la chica, confundida.
- Solicité a diferentes modistas de la capital que enviaran sus mejores colecciones de la temporada - respondió. Para alivio de Anya, finalmente se vio el fin de los vestidos, sin embargo, inmediatamente comenzaron a entrar los sirvientes cargando innumerables cajas.
- ¡¿Y ahora esto qué es?!
- Deben ser los zapatos y bolsos - su esposo se encogió de hombros - ¡Ah! Eso me recuerda, el joyero debería estar llegando en los próximos días también.
- ¡¿Joyero?!
- Supuse que preferiría escoger los accesorios usted misma, debo admitir que desconozco del tema.
- Mi... Milord, ¿todo esto es para mí? - Anya simplemente no podía creerlo.
- ¿Para quién si no? - el duque alzó una ceja.
- E... Es solo que...
- ¿No son de su agrado? - la desilusión tiñó el bello rostro del dragón - Mandaré llamar inmediatamente a las modistas para que le hagan diseños a su gusto. Hadi.
El ayudante apareció en cuanto lo nombraron, Anya se preguntó de dónde había salido.
- Me encargaré, milord - dijo el ayudante de manera solemne. ¡¿Había escuchado todo?!.
- ¡No!... No me refería a eso - se apresuró a intervenir la chica, antes de que todos los diseñadores de la capital aparecieran en Demasco - Es... Es solo que es demasiado, milord. No sabría cómo pagarle por todo esto.
Tanto Raenor, como Hadi e incluso Rowan, ladearon la cabeza y la observaron extrañados.
- Milady, si me permite, como Gran Duquesa de Demasco, esto es el mínimo lujo que debería vestir - explicó Hadi - Además, esto no es nada para Demasco, no se preocupe por ello.
- Es su derecho como duquesa - intervino su esposo - como he dicho antes, puede hacer lo que quiera, eso incluye vestir lo que guste.
Señaló al armario.
- Todo lo que hay ahí es suyo, haga con ello lo que desee y si necesita algo más, no dude en pedirlo.
- ¿Algo más? Lo que hay ahí me durará una vida - suspiró Anya, dándose por vencida.
- De hecho, reemplazaremos todo al final de la temporada - dijo Hadi sin siquiera levantar la vista de los documentos que sostenía en la mano.
¿Así que esto era lo que significaba ser rico en exceso?
Durante los días siguientes, a Anya no le sorprendió recibir cartas especialmente amables de parte de los modistas más renombrados de la capital.
Todos querían un pedazo de la nueva novia de Demasco.
Claro que, de haber sabido la verdad, habrían dirigido las cartas a los hombres de la casa, quienes aún intentaban convencer a la duquesa de que comprar sombreros a juego para cada vestido no era un gasto extravagante.
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Entre las múltiples cartas de diseñadores, llegó un sobre notablemente diferente.
El papel decorado en oro y el inconfundible sello real, enviaron un escalofrío por la espalda de Anya.
Era una carta del segundo príncipe de Aethia, invitándola al palacio real para tomar el té.
Cuando habló con Raenor al respecto, se mostró desinteresado y preguntó si quería ir.
- Debo ir, es una invitación real - Anya estaba confundida por la pregunta, aunque no quisiera ir, rechazar la invitación traería muchos problemas a Demasco.
- No tiene que hacerlo, si lo rechaza me encargaré de todo - dijo casualmente mientras leía los documentos en su escritorio.
Aunque la chica lo agradecía, había una razón adicional por la cual debía conocer al segundo príncipe.
- Asistiré - respondió al final. Raenor la miró por unos momentos para después asentir.
- Bien, pediré que preparen el carruaje.
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El segundo príncipe estaba sentado frente a Anya, ella sonreía rígidamente y jugueteaba con sus dedos, incapaz de sentirse calmada.
El príncipe sonrió de vuelta mientras servía té en la taza de la chica y luego en la propia. Finalmente, se recargó en el sofá de manera completamente relajada y tomó un sorbo de su té.
Su cabello rubio caía en suaves rizos sobre su frente y sus ojos liláceos destellaban bajo sus largas pestañas.
Si la chica no supiera que ese hombre era uno de los mayores enemigos de los dragones de Demasco podría haber caído fácilmente en su encanto.
Este era Johannes de Aethia, segundo príncipe del reino, un seductor reconocido y opositor de Demasco en todos los aspectos. El objetivo de Anya al venir aquí este día era el de medir a su oponente y conseguir toda la información posible acerca de él y sus planes.
- Así que usted es la nueva novia de Demasco - exclamó alegremente, sacándola de sus pensamientos - estaba ansioso por conocerla y, permítame decir, que su belleza no decepciona.
- Gracias Alteza, me honra - Anya sonrió e inclinó la cabeza. Había pasado varias horas con una de las profesoras de Rowan, practicando y aprendiendo la forma correcta de dirigirse a los nobles según su rango.
- Nada de eso, el honor es todo mío - el príncipe desestimó su actitud respetuosa con un gesto de su mano - después de todo, cualquier mujer con el temple de vivir bajo el techo de Demasco es una fuerza a tener en cuenta.
- Me da demasiado crédito - intentó sonreír y desestimar su comentario, lamentablemente, él no estaba dispuesto a dejar ir el tema tan fácilmente.
- ¡Para nada! Sé lo difícil que debe ser tratar con el Gran Duque todos los días - su expresión comprensiva era bastante creíble, cualquiera podría pensar que realmente se preocupaba por la pobre e inocente doncella. Sin embargo, Anya sabía bien hacia dónde iba con esto, podía ver el engaño detrás.
- Él no es...
- No es necesario que me ocultes la verdad, cariño - la interrumpió, poniendo su mano sobre la de ella y Anya sintió un escalofrío recorrer su espalda.
"Bastardo condescendiente" pensó la chica mientras se mordía la lengua, no había pasado por alto el cambio en su manera de dirigirse a ella.
- Yo sé bien lo que son los Demasco y cualquier mujer tan hermosa no se merece estar vinculada a uno de ellos, mereces algo mejor - continuó y sonrió cálidamente... demasiado cálidamente.
¿Era esa su táctica? ¿Pensaba que ella haría cualquier cosa que pidiera con la esperanza de convertirse en su princesa? ¡¿Qué tan tonta creía que era?!.
La rabia comenzó a acumularse dentro de Anya, pero decidió aguantar y ver qué era lo que quería conseguir de ella.
"Tal vez pueda serle útil al duque si logro obtener alguna información de este idiota" se dijo mentalmente.
Sin embargo, se negaba a dejar que la tomara de la mano por más tiempo. Lenta, pero decididamente, tiró de su mano hasta librarse de la suya y se acomodó más lejos en el sofá. Entonces, volvió a sonreír.
- Aprecio sus pensamientos, Alteza, pero me temo que ya soy parte de la casa Demasco.
- Es cierto, lo hecho, hecho está - fingió tristeza - aún así, creo que podemos ayudarnos mutuamente para librarnos de la horrible situación que los Demasco le han impuesto a usted y a este reino.
- ¿Cómo? - preguntó la chica, ocultando el malestar que empezaba a sentir en la boca del estómago.
- Su posición puede ser desafortunada, sin embargo, a veces estar cerca de tu enemigo es la mayor ventaja.
- ¿Qué quiere decir? - insistió, necesitaba saber si su plan residía únicamente en ella o si había otras fuerzas conspirando contra el duque.
- Puedes acercarte a él, asegurarte de encantarlo y, cuando confíe completamente en ti, finalmente podremos librar a este reino de la amenaza del Dragón - el príncipe sacó una pequeña botella del bolsillo de su chaqueta y la colocó sobre la mesa, la chica la observó con curiosidad - lo único que tienes que hacer es mezclar esto en su bebida y volverás a ser libre.
...
La boca de Anya se abrió por la sorpresa, pero no debido al intento de asesinato contra el duque, ¡sino por lo malo que era como asesino!.
Ella había estado tan preocupada de que tuviera un gran plan para derribar la casa de Demasco, pero él estaba confiando únicamente en la ingenuidad de una chica a la que ni siquiera conocía y en la tonta ceguera romántica de un hombre que había demostrado ser cualquier cosa menos estúpido o descuidado.
No pudo aguantar la risa.
El segundo príncipe la miró, confundido.
- Agradezco la oferta, Alteza, pero voy a pasar.
- ¿Qué estás...?
- No estoy interesada en usted, ni en su oferta, así que agradecería que se abstuviera de llamarme por asuntos tan inútiles en el futuro.
- ¡¿Cómo te atreves...?!
- No... - Anya lo interrumpió nuevamente, y lo estaba disfrutando, se levantó de su asiento - ¿Cómo se atreve usted a conspirar contra mi esposo y mi casa? Se lo advierto, si descubro que vuelve siquiera a pensar en lastimar a mi esposo o a mi hijo, no lo dejaré pasar.
- ¡¿Quién crees que eres?! ¡Soy un príncipe! ¡Tú no eres nada! - se enfureció al verla alejarse sin más, ella se volvió de nuevo hacia él, con calma y una amenaza de muerte en sus ojos. Estaba harta de su actitud.
Si iban a dejar caer las máscaras de amabilidad y decencia, bien podía ella omitir las formalidades también.
- Yo soy la Novia del Dragón de Demasco - se cuadró con orgullo y sonrió - y la razón por la que pediste mi ayuda es porque eres demasiado cobarde para desafiar a mi esposo, así que no tengo miedo de su corona, Alteza. Le advertiré una última vez, si siquiera se atreve a pensar en hacerle daño a mi familia, me veré en la necesidad de decírselo al Duque.
El miedo cruzó el rostro del segundo príncipe, antes de ser reemplazado nuevamente por la rabia.
- ¡¿Lo defiendes?! ¿Crees que alguna vez te amará? ¡Él es un monstruo! ¡Él nunca amará nada!
Esta vez sus palabras encendieron un fuego dentro de Anya, ella sabía que el duque no la amaría, pero odiaba que lo llamaran monstruo cuando basura como esta llevaba una corona.
- Él no es un monstruo, el único monstruo que conozco lo estoy mirando.
- Maldita... - antes de que pudiera reaccionar, la agarró del brazo y la atrajo hacia él violentamente - Te mostraré cuánto se preocupa por ti, veamos si le importa en lo más mínimo cuando le haga un moretón a esa bonita cara.
Levantó la mano y Anya no pudo hacer más que cerrar los ojos.
Escuchó un silbido metálico, era el sonido de una espada siendo desenvainada.
Abrió los ojos nuevamente y se sorprendió al ver una brillante hoja presionada contra el cuello del segundo príncipe de Aethia.
Su mano se había congelado en el aire y su rostro estaba contraído por el miedo y la ira.
Anya dirigió la mirada hacia su lado y quedó tan sorprendida de ver al Duque como el príncipe.
- ¡Milord! - suspiró aliviada, Raenor estaba ahí, ya estaba a salvo. Ese fue su primer pensamiento, antes de recordar lo que el príncipe y ella estaban discutiendo hace sólo unos momentos.
¿Cuánto había escuchado? ¿Estaba enojado con ella? Le echó un vistazo a su expresión, pero él ni siquiera la estaba mirando, sus ojos gélidos estaban puestos sobre el príncipe.
- Suelte a mi esposa - su voz era tranquila, para nada diferente de su voz habitual. Sin embargo, Anya sintió que la muerte estaba hablando en ese momento.
- ¡¿Qué crees que estás haciendo, Demasco?! ¡Estás amenazando a un príncipe! - el pánico era evidente a través de la ira del segundo príncipe.
- Estaré matando a un príncipe si no la suelta.
"¡Woah! ¡¿Qué está haciendo?!" una alarma sonó en la cabeza de Anya.
Una cosa era ponerlo en su lugar, pero directamente estaba amenazando con asesinarlo.
Sin embargo, funcionó, el príncipe liberó su brazo y ella dio un paso atrás, tomando refugio detrás del lord dragón.
- Mi padre se enterará de esto - amenazó patéticamente mientras el duque guardaba su espada con calma.
- Naturalmente, se enterará de lo disgustado que estoy con la forma en que trató a mi esposa en su propio palacio - Raenor respondió, imperturbable ante las provocaciones.
- ¿De qué estás hablando?
- Solo mire su brazo, esa no es forma de tratar a un invitado.
Anya bajó la mirada hacia su propio brazo al mismo tiempo que el príncipe, se sorprendió al ver un moretón con la forma de su mano alrededor de él. La chica ni siquiera lo había sentido hasta entonces, simplemente estaba agradecida de que la hubiese soltado.
- ¡Ella fue grosera conmigo primero! - se quejó el príncipe. ¡¿Era acaso un niño?!.
- Lamentablemente para usted, somos nosotros quienes tienen pruebas. Ahora, si nos disculpa - el duque ni siquiera le dio oportunidad de responder, solo se inclinó levemente en una rápida reverencia y puso su mano en la parte baja de la espalda de su esposa, guiándola fuera de la habitación.
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Mientras caminaban por los pasillos, Anya no era capaz de concentrarse en nada más que su mano, su toque cálido era tan diferente de la mano fría del príncipe.
- Um... Lo siento. - murmuró.
- ¿Por qué? - preguntó el duque, un poco descolocado por la disculpa.
- Lamento haber hecho enojar al segundo príncipe, solo hice las cosas más difíciles para usted - la chica tenía los ojos clavados en sus pies.
Raenor no respondió y ella comenzó a temer que su silencio no significara nada bueno.
- ¿Por qué no aceptó? - lo escuchó preguntar, se giró hacia él con la confusión pintada en su rostro. ¿Aceptar qué? ¿La bofetada del príncipe?.
- ¿Disculpe?
- ¿Por qué no aceptó la oferta del príncipe? Él la habría recompensado generosamente.
Ella lo observó con incredulidad ¿quería que aceptara la oferta?. Un momento, ¡¿cuánto había escuchado exactamente?!.
- Yo... - ¿qué podía decir ahora? ¿debería disculparse? ¡Seguramente había malentendido!.
- No se preocupe, lo escuché todo, sabía que el príncipe intentaría hacer algo como esto, pero... - por un segundo, Raenor lució muy incómodo - para ser honesto, no esperaba que lo rechazara.
Anya lo miró y su corazón dolió por el hombre frente a ella.
Incluso si su historia apenas mencionaba a Raenor Demasco y no sabía nada de su pasado, sabía cómo se trataba a los dragones en el reino, cómo Rowan iba a ser tratado y cómo debió haber sido tratado el duque hasta ese día.
Lo más probable era que nunca nadie lo hubiese tratado como a un ser humano, nunca había tenido a nadie en quien confiar plenamente, nadie para ayudarlo o respaldarlo. Había estado completamente solo en un mundo donde cualquiera intentaría matarlo.
Incluso si no era una persona cálida, a lo cual Anya comenzaba a entender la razón detrás de ello, ella sabía que era una buena persona. Ahora incluso era su esposo y la había tratado bien.
Puede que no supiese mucho sobre él, pero eso era todo lo que necesitaba saber y ella era una persona leal.
No dejaría morir al duque.
Él esperaba que lo traicionara, probablemenre esperaba eso de todos.
Pero, por alguna razón, Anya comenzaba a desear ser la persona de la que él nunca tuviera necesidad de estar en guardia. Quería que él confiara en ella y dejara sus preocupaciones descansar sobre sus hombros también.
Tal vez fuese porque le gustaría hacer lo mismo con él, confiar en él y pedirle que la protegiera.
Dejó de caminar y se giró para enfrentarlo.
- No dejaré que nadie les haga daño - afirmó con el tono más serio que pudo reunir - No permitiré que nadie le haga daño a usted o a Rowan, ahora son mi familia y haré todo lo que esté en mi poder para protegerlos.
Raenor la miró. Su rostro, como la piedra, permaneció impasible.
- Entiendo si aún no puede confiar en mí - prosiguió la chica - pero soy fiel a mis palabras, rechacé la oferta porque no me importa si es un príncipe, no me importan las recompensas ni los castigos. Todo lo que quiero es que usted y Rowan tengan una vida larga y feliz.
Sonrió, aunque no le creyera, ella era sincera y lo demostraría.
El duque no respondió, pero ella ya había aprendido a tomar su silencio como una forma de expresar que la había escuchado.
Así que reanudaron su camino, lado a lado, de vuelta a casa.