Rey Clifford, un joven maestro que una vez fue desterrado de su familia, vivió como un vagabundo hasta que el destino lo llevó a convertirse en parte del ejército.
¿Quién habría pensado que en el ejército su destino cambiaría drásticamente? De ser inepto en el uso de armas, pasó a convertirse en el dios de la guerra más joven de su país.
Terminada la guerra, regresó de la frontera y aquí comienza su historia.
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Capítulo 11
...Capítulo 11....
La presencia de Rey en la sala de reuniones fue recibida con entusiasmo por todos los altos ejecutivos presentes.
Aunque hubo miradas de desprecio y burlas, nadie se atrevió a expresarlas abiertamente. Después de todo, un cachorro de león recién nacido sigue siendo un león. Pero eso fue solo por un momento. Pronto, alguien mostraría su verdadera cara.
El Sr. Marlon, el moderador habitual en esas reuniones, pronunció rápidamente unas palabras de bienvenida junto con el propósito de la reunión.
Una vez que terminó de presentar a Rey como el nuevo propietario de Sky Provider, comenzaron a escucharse susurros que parecieron no tener fin. A pesar de que Rey se había puesto de pie para dar su discurso de bienvenida.
Rey contuvo su ira con todas sus fuerzas.
En el ejército, incluso el sonido de su tos podía infundir miedo en los demás. Pero aquí, por primera vez, no se sentía respetado.
"Atención a todos. Por favor, guarden silencio. ¡Centremos nuestra atención en lo que el dueño de la empresa tiene que decir!" Dijo el Sr. Marlon, tratando de calmar los susurros incontrolables.
"Sr. Marlon. Disculpe mi interrupción. Hay una pregunta que me ronda la cabeza", dijo uno de los presentes en la sala. Este hombre se llamaba Baskara. Era quien más menospreciaba la presencia de Rey. Creyendo que al estar entre los altos ejecutivos y controlar casi la mitad de los departamentos, la arrogancia que poseía estaba en otro nivel.
"Sr. Baskara. ¿No cree que es una falta de respeto aprovechar la oportunidad para hablar cuando el dueño de la empresa está a punto de dar su discurso de bienvenida?" Reprendió el Sr. Marlon con desaprobación. En realidad, este anciano llevaba tiempo harto del Sr. Baskara. Sin embargo, teniendo en cuenta su influencia, en aras de la estabilidad de la empresa, había reprimido sus deseos y había hecho la vista gorda a las acciones del Sr. Baskara.
"No lo creo, Sr. Marlon. Quiero preguntar. ¿Está la empresa en crisis? ¿Es usted demasiado mayor para dirigir la empresa? Desde mi punto de vista, todavía es lo suficientemente capaz para dirigirnos durante los próximos diez años. Digamos que el joven Rey es el dueño de la empresa. Sin embargo, no sería prudente sustituirle como presidente de la empresa cuando hay tantos proyectos en marcha. Desde mi perspectiva, el joven debería quedarse en casa disfrutando de los dividendos de los beneficios obtenidos por la empresa. ¿Qué opina usted, señor?"
"¡Insolente!" Gritó el Sr. Marlon con voz atronadora. Sus puños apretados indicaban que la ira se había apoderado de él. ¿Cómo podía un empleado atreverse a dar órdenes al jefe de esa manera? Semejante descaro era intolerable.
"Disculpe, señor. Pero creo que no soy el único que no está de acuerdo. Es muy probable que muchos de nosotros no estemos de acuerdo en que nuestro trabajo, que está a medio hacer, se vea afectado por la presencia de un propietario que podría interferir en las decisiones que ya hemos tomado", dijo Baskara, argumentando su punto. No mostró ningún remordimiento en sus palabras.
"Entonces, ¿según tú, yo, como propietario, no tengo derecho a participar en las decisiones que toméis?", preguntó Rey, manteniendo la calma.
"Exacto. Al menos, espere hasta que se completen algunos de los proyectos en curso, y luego podemos hablar de asignarle un puesto en la empresa. Después de todo, necesita adaptarse a la forma de trabajar de la empresa, para que haya química entre el jefe y los subordinados", dijo el Sr. Baskara. Sus palabras sonaban lógicas, incluso sabias. Pero quién sabe qué intenciones ocultas había detrás de esa fachada.
"Bien. Parece que hay una conspiración entre los que temen mi entrada en la empresa. Seré directo. La razón de mi presencia aquí no es otra que investigar todo lo relacionado con la empresa. Incluyendo el flujo de fondos. Se formará un equipo de auditoría de inmediato y, para que conste, no toleraré ni la más mínima irregularidad dentro de la empresa. Sky Provider es la empresa que fundó mi abuelo y, para mí, es como mi propio cuerpo. ¿Saben lo incómodo que es tener el cuerpo infestado de parásitos? Así que ahora quiero preguntarles a todos los presentes. Los que estén de acuerdo con la opinión del Sr. Baskara, levanten la mano, y los que estén de mi lado, como dueño de la empresa, no hace falta que levanten la mano. Estoy observando los rostros de todos. ¡Comienza la votación!" Dijo Rey, cansado de andar con rodeos con los disidentes. Su forma de pensar era muy simple. Como los soldados a los que no les gusta hablar mucho y trabajar poco. Para él, si se necesitaban acciones concretas, no dudaría en usar la fuerza contra los presentes en esa reunión.
Una vez iniciada la votación, más de la mitad, o para ser exactos, unas veinte personas levantaron la mano. Mientras que los quince restantes, incluido el Sr. Marlon, se pusieron del lado de Rey.
Al ver esto, Rey no supo si reír o llorar. Los empleados a los que pagaba según su rango se atrevían a tratarlo como a una marioneta con la que podían jugar a su antojo.
"Bien. Muy bien. ¡Sr. Marlon, llame al director financiero para que venga a esta sala!", ordenó Rey. No tenía mucho tiempo que perder. Si había que hacer limpieza, que fuera a fondo.
Sin más demora, el Sr. Marlon ordenó a su secretaria que llamara al director financiero. Ya se imaginaba lo que su joven jefe iba a hacer.
Poco después, un hombre de mediana edad, con barriga prominente, cabeza medio calva y gafas de montura dorada, entró en la sala. "¿Sr. Marlon? ¿Me ha llamado?", preguntó el hombre al Sr. Marlon. Él era el director financiero de Sky Provider.
"Yo te he llamado. ¡Ven aquí!" Antes de que el Sr. Marlon pudiera responder, Rey intervino y ordenó al director financiero que se acercara.
"Soy yo, joven amo", asintió el director financiero mientras se acercaba al asiento de Rey.
"Fíjate en sus caras. Luego calcula cuánto se les debe, incluida su indemnización. Los despido a todos", dijo Rey, señalando con el dedo a los veinte ejecutivos de la empresa.
"¿Qué?" Con incredulidad, lo miraron fijamente. Luego, sus miradas se dirigieron al Sr. Baskara. En realidad, no les importaba demasiado la presencia del propietario en la empresa. Solo se habían unido al jaleo. Si tenían éxito, podrían presionar al dueño de la empresa. Porque para ellos, era imposible que un joven inexperto como Rey pudiera soportar la presión del Sr. Baskara. Si lograban presionar al dueño de la empresa, podrían chantajearlo para conseguir aumentos de sueldo, bonificaciones desorbitadas e incluso podrían cometer actos de corrupción abiertamente. Pero parecía que habían subestimado la situación.
