Jarrón Maldito

Bai Ze no sabía cómo decirle o si siquiera decirle a Christopher lo que acababa de ver en sus visiones, la verdad quería pasar tiempo con él antes de que todo se volviera horrible.

Después de esa horrible situación, ambos se recostaron un rato en la cama hasta calmarse.

-Deberíamos hacer muchas cosas, siento que aún no conozco nada...- Dijo un poco inseguro, tampoco quería hacer que Chris perdiera su tiempo o dinero en él.

-Ah... bueno sí, llevarte a un almuerzo con Josep no fue mucho descubrimiento para ti, apenas descubriste que son las tarjetas de crédito.- Christopher rio.

-Sí... aún pienso que es increíble que puedan guardar dinero así.- Bailey también rio, acurrucándose entre los brazos de Chris.

-Pero por hoy descansemos, prometo mañana llevarte a un lugar genial.- Acarició el cabello de Bailey, enredándolo entre sus dedos

El resto del día se quedaron tranquilos, estuvieron la mayoría del tiempo querrucados y Chris le enseñaba distintas series y películas a Bailey, este sentía que estaba descubriendo todo el mundo con eso, y ver gente en lo aue inicialmente pensó que era un gran espejo mágico.

Al día siguiente Christopher despertó temprano a Bailey había pensado un buen panorama para pasar tiempo juntos y hacer que se divirtieran conociendo un poco la actualidad, ese gran panorama era ir a un parque de diversiones, así que desayunaron rápido y fueron a su panorama.

Bailey estaba fascinado, le encantaba todo lo que veía, eran un montón de estructuras extrañas en movimiento, con luces, colores y luces de colores por todas partes, era fascinante para el cada detalle.

Primero fueron a una montaña rusa, Chris la verdad no disfrutaba tanto eso, pero de solo ver a Bai Ze feliz, sentía satisfacción, se subieron como tres veces a la misma que era la más grande del lugar.

Entremedio de todo, se detuvieron a descansar y Chris le compro a Bai un algodón de azúcar que curiosamente él había llamado pequeñas nubes de colores.

-Es muy dulce.- Dijo Bailey con una pequeña sonrisa que a ojos de Chris, resultaba algo tierna e infantil.

-Bueno, por algo son algodón de azúcar.- Le respondió, robándole un pequeño pedazo de su dulce.

-Se deshace en la boca, qué dulce... me gusta mucho.-

-Mmm...- Sin pensarlo, y algo tentado por las palabras de Bai, se acercó y le robó un beso, lamiendo sus labios. -Sep, está dulce.-

-No tenías que hacer eso...- Bai tocó sus labios, donde Chris acababa de besar. Sus mejillas estaban rojas.

-¿Te molestó?-

-No dije eso... es que... la verdad siento como si te conociera desde hace mucho tiempo.-

-Ah... yo siento lo mismo, supongo que porque viví tus recuerdos.-

-Sí, en realidad mientras estaba siendo sellado pensé que nunca sería capaz de amar a un humano de nuevo, pero llegaste tú y bueno, aquí estamos.- Bai rio con timidez.

-¿Dices que me amas?- Preguntó Chris, sorprendido.

-Ah, bueno... es algo apresurado, pero sí, creo que sí.-

Chris se quedó en silencio unos segundos, procesando lo que acababa de pasar. Se preguntaba si era posible amar a alguien en tan poco tiempo pero la respuesta para él era sí, porque de cierta manera la manera en que se conocieron iba más allá del tiempo dentro del entendimiento normal de un humano, Chris conoció a Bai durante meses, vio todo de él, sus miedos, sus anhelos, sus gustos y disgustos, la forma en la que trataba a los demás y cada cosa de él le parecía ciertamente encantadora. Sin seguir buscando más maneras de justificar lo que sentía, simplemente besó nuevamente a Bai Ze de una manera delicada y tierna, dejando que los movimientos lentos de sus labios ayudaran a Bai a sincronizarse.

-Yo te conozco más de lo que tú a mí, Bailey, yo debería decirte que soy el que te ama.-

-No tienes que presionarte.- El rostro de Bai estaba completamente rojo.

-Tierno, vamos, hay que subirnos a más juegos.- Chris se levantó y tomó la mano de Bai para guiarlo a los juegos que les faltaban.

La próxima parada fue la rueda de la fortuna, de verdad para Chris era como andar con un niño pequeño ya que tenía que indicarle todo, pero le fascinaba, ver las expresiones de sorpresa y curiosidad de Bai Ze se le hacían hermosas e interesantes, le hacía incluso apreciar mejor todo lo que tenía a su alcance en la actualidad.

La tarde pasó rápido y ya después de su día en el parque de diversiones, ambos regresaron al apartamento de Chris, se dieron una ducha y prepararon una cena liviana para ambos en la cama, era como un pequeño pícnic.

Pusieron una serie en la televisión y se recostaron. Bailey comía pequeños trozos de fruta mientras veía prácticamente hipnotizado la televisión, era bastante chistoso para Chris, de verdad mirar a Bai descubrir el mundo era demasiado interesante y entretenido.

-Ah, no puedo creer que terminara así, ¿de verdad se murió?- Dijo Bai Ze, haciendo un puchero yluego llevándose un trozo de sandía a la boca, que le dejo sus labios con un leve tono rojizo y húmedo.

-Sí, lo sé, es horrible, te dije que no querrías verlo, y las películas del mismo universo ahora son... bueno, ya verás.- Dijo Chris, inclinándose para besarlo. -Te ves muy tierno, me imaginé que te iba a gustar comer sandía hoy, es refrescante.-

-Sí... Creo que extrañaba comer, sobre todo cosas dulces como las frutas... adoro las frutas, todas.- Dijo Bai Ze con una amplia sonrisa, estaba feliz y la verdad estaba agradecido por ese día pero ya era hora de hablar.

Bai Ze terminó de comer los restos de trozos de fruta que quedaban y se quedó mirando el rostro de Christopher, pensativo sobre lo que debía hacer.

-Christopher... debo decirte algo, no te lo quería ocultar pero la verdad quería pasar tiempo contigo antes de decírtelo.- De pronto Bai Ze sintió sus ojos llorosos y Christopher asustado se acercó tratando de saber qué era lo que le sucedia.