El Guerrero De La Tierra

AARON

Siento que estoy flotando, meciéndome con el viento, es una sensación increíble y agradable, lamentablemente esta comienza a desvanecerse poco a poco y comienzo a despertarme, al abrir mis ojos, lo primero que noto es que estoy en a habitación de mis padres, pero no recuerdo como llegue hasta aquí, es más, mis recuerdos están algo borrosos, por lo que decido levantarme en busca de mis padres, sé que ellos me ayudaran a resolver mis dudas.

Imprudentemente, me levanto muy rápido de la cama, lo que me causa un leve mareo, por lo que me sostengo la cabeza, y entonces los siento, siento algo duro que sale desde los costados de mi cabeza, por lo que extrañado, y muy asustado, sigo con mis manos aquellas dos formas que al parecer forman parte de mí, estas tienen una forma espiral, y una textura dura y rugosa, también poseen un tamaño algo considerable, como de la mitad de mi cabeza, por lo que no le encuentro sentido al hecho de que no los siento pesados, es como si siempre hubiera estado allí, es extrañísimo.

- Hijo mío, al fin despiertas – oigo la voz de mi madre, por lo que dejo de contemplar aquellos cuernos, ya que es la única manera que se me ocurre de llamarles, y me concentro en mi madre quien llega a mi lado y me da un abrazo

- Ma ¿qué paso? – le pregunto algo alterado

Mi madre me mira con cariño y se sienta a mi lado, y mientras toma mi mano, comienza a explicarme los acontecimientos de los últimos días, yo al oír las palabras de mi madre, empiezo a recordar lo que paso ese día, a mi mente viene el ataque, así como la facilidad con la que mate a esos malditos, la verdad no me remuerde la conciencia haberlos matado, ya que lo haría una y mil veces más por proteger a mi familia. El resto de lo que me cuenta, lo que paso después del ataque, bueno eso si es nuevo para mí, pero tomando en cuenta que quede inconsciente, era imposible que lo supiera.

- Pero, ¿cómo es posible? Se supone que solo el hijo del primogénito de la familia Kasar sería quien despertaría como el gran Carnero, entonces, ¿cómo puedo ser yo? – le preguntó, puesto que no comprendo, y entre lo que me contó mi madre, no me dijo nada que me lo explicará.

- Tu abuela, ella trabaja para esa familia, donde sufrió abusos de parte del duque, dando como resultado un embarazo no planeado, del cual nació tu padre, el verdadero primogénito, nunca lo supimos porque ella se llevó a la tumba la identidad de aquel monstruo, pero los secretos tarde o temprano salen a la luz – me cuenta mi madre, mientras acaricia mi cabeza y mi nueva cornamenta.

- ¿Qué haremos? – le pregunto, ya que sé que a partir de ahora todo cambiara

- No estoy muy segura, pero creo que para poder tomar el mejor camino posible, deberíamos pedir el consejo del joven Tero, estoy segura de que él nos podrá guiar – me dice mi madre a lo que yo solo asiento – bueno descansa un poco más, en momento te traeré una muy nutritiva sopa, no has comido en varios días y lo necesitas – termina de hablar mi madre y me da un beso en la frente para luego irse.

He oído de situaciones que pueden cambiar tu vida de un día para el otro, pero nunca creí que yo viviría algo así, es más, siempre pensé que ese tipo de situaciones solo pasaban en las historias que relatan los cuentacuentos, pero ahora sé que no es así, sería tonto decir que no tengo miedo, porque lo tengo, a partir de ahora todo será diferente, no solo para mí, sino también para mi familia, pero si de algo estoy seguro es que lucharé y daré todo de mí para no decepcionar a aquellos que me importan.

Después de una comida, aun en la soledad de la habitación, decido que es el momento de salir y afrontar la situación, por lo que dejo la habitación y al salir me encuentro a mi hermanita practicando algo de magia con un desconocido, este es un joven de más o menos de mi edad, de cabellos verde oscuro y un tono de piel algo más clara que la mía.

- Hermano, hermano, al fin saliste, mira lo que me enseño el joven Tero – me dijo mi hermanita al notar mi presencia, lo que causo que el visitante se diera vuelta y al fin pudiera verlo mejor, puedo ver que sus rasgos son algo duros, lo que le confieren a su mirada, de color café grisáceo, cierto aire intimidatorio, pero con solo poner un poco más de atención se puede notar la amabilidad y calidez en sus ojos, por lo que puedo deducir que es una buena persona.

- ¿Te gusta mi truco? – me dice mi hermanita mientras la bailarina que hizo de tierra aún baila en sus manos.

- Es increíble, tú eres increíble – le digo a Afra mientras le acaricio la cabeza – es un honor tenerlo en mi casa, joven Tero – saludó con una reverencia a mi invitado.

- El honor es mío, por estar ante tu su presencia – me contesta este mientras me hace una reverencia, que me pone de lo más incómodo, pero a pesar de eso, no digo nada, seré un plebeyo, pero mi abuela Ersa vivió parte de su juventud en la ciudad y nos enseñó algunos de los protocolos que ella conocía, y es bien sabido que el poder del gran Carnero solo es igualado por la familia real, por lo que todos le deben respeto.

- Gracias por venir a ayudarnos – le digo después de un rato de un silencio, algo incómodo.

- Al final no hicimos nada, tú fuiste quien los salvó.

- Si hicieron, vinieron, es más de lo que puedo decir mucha gente.

- Pero – empieza, pero mi hermanita lo interrumpe.

- Mi hermano tiene razón, quienes se supone tienen que protegernos, no vinieron, pero tú sí, eres todo un caballero – le dice Afra, muy sería a lo que los dos reímos.

- En ese caso, acepto humildemente su agradecimiento – le contesta el joven Tero a mi hermana mientras hace una reverencia de lo más exagerada.

Después de eso, ambos comenzamos a jugar con mi hermanita y es más, incluso a mí el joven Tero me enseño uno que otro hechizo, fue muy divertido, la verdad siempre creí que la gente noble era algo más aburrida y estirada, y tal vez haya gente así, pero si de algo estoy seguro es que el joven Tero no es de ese tipo de gente.