En una noche de lluvia nació una hermosa niña de ojos cafés oscuros, piel blanca y cabellos dorados como rayos de sol.
Sin embargo la apariencia que tenía dicha niña fue su condena, ya que nadie en su familia tenía ésas características.
Todos en la familia tenían ojos azules, cabello negro como el carbón. nunca alguien había nacido con otras características que no fueran ésas.
Pero la noche que nacio, también fue la noche en que su madre murió condenando a la niña a vivir sola, soportando el desprecio del Conde que pensaba que la niña no era su hija al no haber heredado ninguno de los rasgos físicos de el.
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Cuando las gatas se creen perras
Evelyn: Después de instalar mis nuevas doncellas les di instrucciones.
De cualquier problema o desplante que les hicieran las demás personas de la servidumbre me lo hicieran saber.
Para así tomar cartas en el asunto ya necesitaba pretextos para sacar a ciertas gatas de la casa.
Los problemas no se hicieron esperar, ya que una sirvienta llamada María junto con otra de nombre Francisca se atrevieron a entrar mis aposentos tocando y agarrando mis joyas.
Diciéndoles a las chicas que no deberían de sentirse a gusto ya que pronto yo me iría de la casa.
Que todo pertenecería a ellas porque el conde se la regalaría ya que nada me pertenecía.
Claro que ellos no sabían que yo estaba escuchando todo lo qué decían detrás de la puerta.
Empezaron a contar cómo el conde las mimaba y les daba las libertades que se tomaban.
Estas sirvientas decían ser las favoritas y que yo solo era una esposa abandonada , que en cualquier momento me pondrían de patitas a la calle.
Y qué prueba de que no era apreciada por el Conde era de que la misma noche que llegamos, nuestra primera noche de casados me había dejado tirada.
Que en la mansión nadie me respetaba, que nadie me obedecía ya que yo ni siquiera servía como mujer.
Ambas gatas se pusieron a hablar de cuánta tontería se les pasó por la cabeza.
Pero yo no estaba sola en el cuarto también estaba el mayordomo el cual escuchó cada una de las palabras que ellas dijeron le dije que se quedara escuchando y que yo saldría a hablar con ellas.
Así fue como salí para encararlas y se pusieron como fieras y empezaron a atacarme a ofenderme como si ellas fueran mejores que yo
Cuando les dije que tal vez yo era una mujer abandonada pero que ellas no me llegaban ni a los talones.
Porque yo al menos ostentaba el título de esposa mientras ella solo eran las zorras que le calentaban la cama a mi marido. Que era lo único que podrían ser.
Solo eran las zorras de turno porque estaba segura que nisiquiera para limpiar el barro de mis zapatos servirían.
Solo eran unas gatas creyéndose perras al revolcarse con mi marido y cuanto hombre se les ponga enfrente.
Pero se olvidaron de una cosa, y es que desde el primer día que llegué a esta casa el conde me había dado la autoridad para hacer y deshacer Cuando quisiera.
Por lo tanto desde ya estaban despedidas y no permitiría que trabajaran en ninguna casa cercana.
Si alguno de ellos se atrevía a darles trabajo me encargaría de arruinarle la vida.
Sí señores así como me ven dulce y amable puedo ser la peor enemiga que puedan conocer.
Porque de mí nadie se burla así sea que quede toda raspada, pero de que ellas no se van limpias.
Por supuesto que se negaron a salir de la casa, alegando que eran las favoritas de mi marido.
Les dije que me valía un reverendo cacahuate y así mismo podrían ser las favoritas del mismísimo rey de España.
Pero que en esta casa la que mandaba era yo, y si yo decía que se iban, pues que se iban.
María levanto la mano y trato de golpearme diciendo que nadie me creería a mí si yo las acusaba.
Vi en el aire, su mano y con un movimiento rápido al tiempo que detenía su mano yo le lanzaba un puñetazo. En realidad fue algo instintivo y lo hice sin pensar.
Les dije que no necesitaba que me creyera después de todo yo era la dueña de todo.
Que mi palabra era ley que si pensaban golpearme que se preparara porque regresaría el golpe.
Lo único que hice fue empujarla al suelo y llame don Pedro que salió del cuarto continuo.
Le dije que estas dos habían sido despedidas y que yo no los quería volver a ver por aquí y que se las volvia a ver, esta vez sí las arrastraría por toda la mansión.
Y así voy despidiendo de cada una de las criadas que no querían atenderme.
Le di la orden a Don Pedro de que fuera contratando nuevas criadas.
La semana pasada antes del regreso de mi esposo, despedí de cerca de 20 empleadas, y las que no se fueron, fueron rápidamente sustituidas.
Y así pasó el tiempo hasta el día en que regresó mi marido.
Lo recibí en la puerta según el protocolo después de eso me retiré a mi cuarto que ya estaba arreglado.
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...Julián...
Estuve afuera de mi casa por casi un mes pero nunca pensé que al llegar me llevaría una gran sorpresa que muchas de las empleadas ya no estuvieran en sus puestos.
Además había dos nuevas chicas atendiendo a mi esposa al parecer eran sus nuevas doncellas.
Me llamó la atención no ver a dos mujeres con las que pasaba a veces las noches ya saben uno como hombre tiene sus necesidades.
Ese mismo día de mi llegada la cocinera se me acercó y su hija era una de mis amantes.
Y me empezó a decir que mi nueva esposa había maltratado a todos los empleados que por eso habían ido.
Que había agredido a su hija María al oír todas las atrocidades que ya había hecho, me llene de coraje así que voy a encararla.
Me podrías explicar con qué derecho despediste a mi personal.
Evelyn: Con el tuyo o acaso se te olvidó que me diste ese poder.
Julian: Yo dije que eras la señora de la casa que podías hacer lo que quisieras, pero eso no te da derecho a maltratar y agredir a la gente que trabaja para mí....
Evelyn: Y dime quién te dijo que los maltrate, fue el mayordomo o ni siquiera has hablado con él.
Julian: No es necesario que lo haga tengo confianza todos mis empleados y ellos...
Evelyn: Miré a lily que estaba conmigo en ese instante le pedí que le fuera a hablar al mayordomo.
Cuando este llegó le pedí que le informara al Conde de todo lo que había acontecido mientras él no estaba.
Así fue como Don Pedro empezó a hablar y a contar todo lo que había sucedido de cómo había sido yo ofendida e ignorada.
Julian: Cuando mi mayordomo empezó a decir todo lo que había pasado, sobre todo el descaro de esas mujeres al ofender a mi esposa.
Intenté disculparme con ella pero no me
lo permitió y empezó a hablar.
Evelyn: No sé qué pensaste al seguir manteniendo aquí a tus amantes, posiblemente pensaste que haríamos una fiesta de té conmigo y ellas y de pilón tu.
Tampoco sé qué pensabas al abandonarme en la primera semana de casados mostrándoles a todos que me desprecias.
Pero no me importa después de todo no es la primera vez que he sido tratando de esa manera.
Pero al contrario de antes que
era una niña que no podía defenderme, que lo único que podía hacer era aguantar el maltrato que se me hacía.
Pero ahora es diferente, ahora soy una mujer y soy tu esposa tú mismo me dijiste que yo podía mandar aquí.
Que yo era la señora, la dueña y al ser tu esposa legalmente y no me lo dijiste solamente a mí lo dijiste enfrente de todos los empleados.
Es por eso que me tomé la libertad de hacerme respetar por mí misma ya que tú me dejaste la deriva y me abandonaste a mi suerte.
De una vez te digo que sí me entero de que me has sido infiel te aseguro que te arrepentirás ya que si tú puedes ser libre y disfrutar de tu soltería.
Yo también puedo disfrutar de ser libre y no, no me refiero a pagarte de la misma manera ya que eso sería rebajarme a tu mismo nivel.
Además no cumplire con mis deberes conyugales y no te daré un hijo hasta que no me aseguraron de que el estaba limpio.
Que de ahora en adelante se asegurará de tener las dos versiones antes de juzgar y no creer más en sus sirvientes que en su propia esposa.
Todo lo que hice, los cambios en la casa y el despido del personal estuvo respaldado por el mayordomo ya que era el único que sí me ha ayudado en ese tiempo que he estado aquí.
Di las gracias a Don Pedro por ser mi testigo y él se despidió y dijo que en cualquier momento que lo necesitara que lo llamara hizo una reverencia y se despidió.
Julian: Por más que tratara de explicarme, ella no quiso escuchar, me dijo que no me dejaría entrar en su cama hasta no asegurarle que no tuviera ninguna amante.
Pero lo que más me molestó fue la forma en que mi mayordomo la defendió y la trató en ningún momento le llamo señora o Condesa se refirió a ella como señorita como si aún siguiera soltera.
Estaba tan molesto por las quejas que había recibido al llegar que se me olvidó que Ramiro venía conmigo y no me acordé de nada hasta que ella lo saludó.
Evelyn: Oh disculpe es invitado de Julián.
Ramiro: Si es un placer conocerla soy el duque Villa Flores amigo íntimo de su esposo.
Evelyn: Es un placer conocerlo me imagino que se quedara.
Ramiro: Sí mi lady.
Evelyn: Enseguida le preparan un cuarto que espero que disfrute su estancia nos vemos en la tarde a la cena. ahora con su permiso me retiro.
Ramiro: No quiero decir esto, amigo, pero aún así lo hare "No debiste dejar a tu esposa a la primera oportunidad"
Julian: No pensé que fuera tan importante que me quedara con ella.
Ramiro: Por supuesto que fue un error pero en fin el daño ya está hecho, espero que lo puedas arreglar.
Pero en serio solo a ti se te ocurrió seguir conservando a tus amantes aquí eres tonto o qué...
Julian: Pensé que ya sabía su lugar nunca y imaginé que causarían problemas con la señora de la casa.
Ramiro: Me gusta tu esposa creo que va a ser muy entretenido pasar el tiempo aquí...
Julian:. qué bueno que alguien se divierta...
Me quedé pensando lo que dijo Evelyn tendré que hacerle entender que aquí el que manda soy yo...