Safira, una joven de veinte años que no tiene más esperanzas en la vida. Tras un trauma en su infancia, su psicológico se vio afectado y como siempre mal tratada por quien le amaba y protegía, su capacidad de lucha se vio afectada.
Con una hermana mayor que es la preferida de su madre, pero vendida por su padre, a un hombre temido por todos, conocido por ser implacable y cruel. Samira acabará casada con Alejandro Torreto, que tampoco está nada contento con esta unión.
Ahora Safira tiene que descubrir qué hacer y confirmar por sí misma si la fama de los Torreto es un hecho o sólo una leyenda...
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11 capítulo.
Safira.
Nos encontramos en la mesa terminando de comer algunas galletas cuando él se acerca y me dice:
Alejandro: Necesitas ir al shopping a comprar ropa ya que revisé tu armario y casi no tienes nada, o podemos ir a tu casa y recoger tus cosas.
Le niego con la cabeza.
Alejandro: ¿Por qué no quieres volver a casa? ¿Te hicieron algo?
Le contesto moviendo mi cabeza de nuevo, pero él no parece entender y yo no traje mi bloc de notas.
Alejandro: Maldita sea, no entiendo.
Le hago señas de que quiero escribir.
Alejandro: ¿Escribir?
Asiento con la cabeza.
Alejandro: Aquí, escribe en mi celular.
Me entrega el celular.
No necesito ropa y las pocas que tengo en casa no valen la pena el esfuerzo de ir a buscarlas.
Le muestro.
Alejandro: Entiendo, pero necesitas ropa. Vamos, compramos lo que quieras.
Tomo el celular y escribo.
¿3 pares de lo que yo elija están bien?
Le muestro.
Alejandro: No solo 3, 6 pares.
Formo un 4 con mis dedos.
Alejandro: 5 y no se habla más del tema.
Revuelvo mis ojos y termino por aceptar.
Alejandro: Trato hecho.
Escribo en el celular.
¿Puedo pedirte algo?
Y se lo muestro.
Alejandro: Claro, ¿qué es?
Escribo.
Puedes llevarme a mi trabajo, no sé cómo estarán las cosas allí y deben estar preocupados.
Alejandro: ¿Trabajabas? ¿Cómo lidiabas con tu fobia?
Escribo.
Trabajaba en la cocina de una cafetería, donde solo trabajaban mujeres. No salía de la cocina, y el único hombre que aparecía allí era el dueño, que venía dos veces por semana.
Muestra.
Alejandro: Bueno, vamos al centro comercial y luego te llevo allí ¿sabes la dirección?
Asiento con la cabeza.
Alejandro: Genial, ¿vamos?
Asiento de nuevo y salimos del parque hacia el centro comercial.
Afortunadamente, no está muy lleno de gente. Gracias a Dios, la gente me mira como si fuera un extraterrestre. Supongo que es porque estoy caminando con un hombre tan guapo. Me miran a mí y a él, y deben estar preguntándose qué hace un tipo así con una chica como yo.
Alejandro: Mira esa tienda, tiene algunos conjuntos de sudaderas muy bonitos.
Asiento y entramos en la tienda. Paso la mano sobre los conjuntos, son mucho mejores que los míos.
Alejandro: ¿Qué tal este?
Me muestra uno rosa con capucha y orejas de conejo.
Me gusta, y creo que él se ha dado cuenta.
Alejandro: Pruébatelo para que pueda ver cómo queda.
Niego con la cabeza.
Alejandro: ¡Vamos, Samira, quiero verlo!
Me da vergüenza.
Alejandro: ¡Por favor!
Bueno, digo en señas, tomo su mano y él sonríe.
Entro en el vestidor. Este es el talla más pequeña que suelo comprar. Me quito la ropa y me pongo la sudadera, es tan cómoda y las orejas son graciosas. Ahora, ¿cómo voy a salir con esto puesto? Me queda más ajustado que los que suelo usar.
Alejandro: Samira.
Odio que me llame así, me recuerda a mi hermana. Tengo que encontrarle un apodo urgente.
Saio meio tímida e envergonhada, tenho certeza de que meu rosto está vermelho. Ele me olha de cima a baixo.
Alejandro: Ficou perfeito.
Eu faço um sinal de que achei apertado.
Ele entende.
Alejandro: Está perfeito, você está linda.
Eu baixo a cabeça envergonhada.
Alejandro: Não precisa ficar com vergonha.
A vendedora não tira os olhos dele, ele é lindo assim mesmo.
Alejandro: Eu sou seu marido e peguei um para mim também, vamos ficar iguais, menos o rosa, aí já é demais.
Eu levanto a cabeça e fico surpresa pela roupa e por ele dizer que é meu marido. A vendedora olha para mim e depois para ele, sem entender nada.
Alejandro: Vamos escolher mais.
Eu vou até o cabide e pego mais quatro, totalizando cinco.
Entro no provador e me troco. Quando saio, vejo que ele está segurando mais sacolas do que o normal. Ele me olha e diz:
Alejandro: Comprei algo para mim também.
Eu sorrio.
Alejandro: Vamos?
Eu balanço a cabeça.
Alejandro: Vamos até lá.
Eu arregalo os olhos, é uma loja de lingerie.
Alejandro: Você vai, eu espero aqui. Tome o cartão e passe quando terminar.
Eu o encaro e em seguida olho para a loja. Eu realmente preciso de novas calcinhas e sutiãs, mas que vergonha!
Alejandro: O cartão não tem senha, é só passar. Eu te espero aqui.
Ele se senta em um banco e eu entro na loja, me sentindo envergonhada com as lingeries muito ousadas. Sou uma pessoa tão simples, meu rosto deve estar ainda mais vermelho. A vendedora me mostra algumas peças bastante sexy. Eu mal posso imaginar como ficaria usando aquilo. Olha só o tamanho desta calcinha, se é que pode ser chamada de calcinha.
Cojo algunas prendas y, por curiosidad, cojo algunas de estas sexys para ver cómo quedarían en mi cuerpo, ¡Dios mío, qué vergüenza! Salgo de la tienda y le doy la tarjeta a él.
Alejandro: ¿Qué te parece aquellos zapatos?
Muevo la cabeza negativamente.
Alejandro: ¿Vamos?
Vuelvo a negar, ya ha gastado demasiado conmigo.
Alejandro: De acuerdo, entonces volveremos otro día.
Salimos del centro comercial y entramos en el coche, son muchas bolsas para alguien que solo venía a comprar cinco prendas.
Alejandro: Aquí tienes.
Hago señas.
¿Para mí?
Alejandro: Sí, ábrelo.
Cojo el asa de la bolsa y abro, en su interior hay una caja con un celular muy bonito.
Alejandro: Pensé que no tenías uno. Ya está activado con el chip y todo listo.
Se acerca a mí y siento un escalofrío al escuchar su voz cerca de mi oído.
Alejandro: Aquí está mi número, ya lo he guardado. Puedes enviarme mensajes cuando quieras.
Me mira y estamos muy cerca. No sé por qué, pero no retrocedo y nos quedamos allí, mirándonos tan de cerca, con esos hermosos ojos. Parece que el mundo ha dejado de girar y nos hemos quedado atrapados en el tiempo. Luego se da cuenta de que estamos demasiado cerca y se aleja.
Alejandro: Lo siento.
Muevo la cabeza.
Luego escribo un mensaje en el celular y se lo envío.
Gracias, en realidad no tenía uno y estoy muy agradecida. Me será de gran utilidad, podré abandonar el bloqueo.
Alejandro: No es nada, es lo mínimo que puedo hacer por ti. Mereces mucho más que esto.
Me siento incómoda, nadie me había hablado así antes, siempre he sido maltratada por la vida, mi madre y mi hermana, pero me alegra que él lo haya hecho.
Alejandro: Muy bien, mándame la dirección de tu trabajo y vamos para allá.
Le envío la dirección y él me lleva hasta allí, entro por la puerta trasera hasta la cocina mientras él espera fuera. Cuando Katia me ve, corre hacia mí para abrazarme.
Katia: Safira, por amor de Dios, ya estaba preocupada por ti.
La abrazo y le hago señas de que se calle.
Katia: ¿Qué pasó? ¿Qué te hizo esa bruja de tu madre?
En ese momento, entra Alejandro.
Alejandro: ¿Qué te hizo tu madre?
Agito la cabeza diciendo que nada y Katia no entiende nada.
Entonces la llevo a un lado y escribo.
Para él no soy Safira sino Samira.
Ella me mira y sigo escribiendo.
Es complicado, mi madre me entregó a un hombre para casarme en lugar de mi hermana.
La veo asombrada, abre y cierra la boca al mismo tiempo y no dice nada.
Alejandro observa cada uno de mis movimientos.
Katia: ¿Ya no vives con tu madre y tu hermana?
Alejandro toma la palabra y dice:
Alejandro: Ahora es mi esposa, vive conmigo, no te preocupes, voy a cuidar de ella.
Katia: Está bien, cualquier cosa, aquí estoy y solo tienes que buscarme, ¿de acuerdo?
Asiento con la cabeza y le pido que guarde su número de celular en mi teléfono.
Ella lo guarda, me abraza otra vez y me susurra al oído.
Katia: Es un bombón, aprovecha amiga.
Sonrío para ella y le hago un gesto de despedida.
Salimos y subimos al carro.
Alejandro: ¿Qué te dijo al oído?
Hago un gesto de negación con la cabeza.
Alejandro: Bueno, no importa. Vamos a casa.