Valeria pensaba que la universidad sería simple, estudiar, hacer nuevos amigos y empezar de cero. Pero el primer día en la residencia estudiantil lo cambia todo.
Entre exámenes, fiestas y noches sin dormir, aparece Gael, misterioso, intenso, con esa forma de mirarla que desarma hasta a la chica más segura. Y también está Iker, encantador, divertido, capaz de hacerla reír incluso en sus peores días.
Dos chicos, dos caminos opuestos y un corazón que late demasiado fuerte.
Valeria tendrá que aprender que crecer también significa arriesgarse, equivocarse y elegir, incluso cuando la elección duela.
La universidad prometía ser el comienzo de todo.
No imaginaba que también sería el inicio del amor, los secretos y las decisiones que pueden cambiarlo todo.
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2. Entre líneas
El aula estaba llena de murmullos, bostezos y tazas de café. Era temprano, demasiado temprano para cualquiera que hubiera estado en la fiesta la noche anterior.
Valeria llegó con paso rápido, buscando un asiento discreto. Se acomodó al fondo, abrió su cuaderno y trató de borrar de su mente lo ocurrido, las luces, la música, Iker riendo con ella, y Gael demasiado cerca, susurrándole al oído como si tuviera derecho a decidir dónde debía estar; tanto que su estadía en la fiesta fue muy corta, prefirió retirarse a su habitación antes de complicarse más la existencia, pero la mirada de ambos jóvenes rondaban su cabeza.
- "¿Guardas sitio?", preguntó una voz alegre a su lado.
Levantó la mirada. Era Iker, con la misma sonrisa fácil de la noche anterior, sostenía un par de cafés.
- "Te vi entrar medio dormida. Supuse que uno no te caería mal", expresó Iker y le tendió el vaso sin esperar respuesta.
Valeria lo aceptó, sorprendida.
- "Gracias", dijo Valeria.
Iker se dejó caer en la silla junto a ella, como si fuera lo más natural del mundo. Su presencia era ligera, cálida, un respiro entre tanto ruido.
- "¿Sobreviviste a la fiesta?", preguntó él, inclinándose un poco hacia ella.
Valeria rió.
- "A duras penas", respondió Valeria.
Iker sonrió también, y por un momento se olvidó del resto del aula. Hasta que lo sintió.
Esa mirada, le recorrió la piel como electricidad antes siquiera de girar la cabeza. Y ahí estaba, Gael, sentado a dos filas al frente, apoyado en la silla con esa postura relajada que parecía esconder una tensión constante.
No la miraba directamente. Fingía tomar apuntes, pero sus ojos grises se desviaban hacia ella una y otra vez, como si supiera exactamente lo que hacía.
El profesor comenzó a explicar un caso práctico, repartiendo carpetas.
- "Necesito que lo resuelvan en parejas", anunció el docente.
Los murmullos llenaron el aula. Valeria se volvió hacia Iker con una sonrisa tímida, pero no alcanzó a decir nada.
- "Valeria", la voz de Gael cortó el aire como una orden. Él ya se había girado, los ojos fijos en ella. "Tú y yo".
No era una invitación. Era una decisión tomada.
Iker arqueó las cejas, sorprendido.
- "Eh… creo que ya estábamos trabajando juntos", dijo Iker, intentando sonar ligero.
Gael lo miró como si no existiera.
- "No pregunté", manifestó Gael.
El silencio se tensó. Algunos estudiantes se voltearon, atentos al cruce.
Valeria sintió el corazón desbocado. Una parte de ella quería rebelarse, decir que nadie podía decidir por ella. Pero otra sabía que oponerse a Gael era como intentar detener una tormenta con las manos.
Al final, tragó saliva.
- "Está bien", murmuró Valeria, apenas audible.
La chispa de victoria en los ojos grises de Gael fue tan inmediata como irritante.
Iker no dijo nada más, pero Valeria notó cómo se tensaba a su lado.
El resto de la clase transcurrió en un torbellino de nervios. Gael respondía con seguridad, lanzando observaciones que dejaban al profesor impresionado. Iker se limitó a tomar notas, aunque de vez en cuando le lanzaba a Valeria una mirada que decía más que cualquier palabra: ¿Estás segura de lo que acabas de aceptar?
Cuando la campana sonó, Valeria recogió sus cosas con rapidez. Necesitaba aire.
Pero Gael ya estaba esperándola en la puerta, apoyado contra el marco como si supiera que ella intentaría escapar.
- "Tenemos trabajo que hacer", dijo Gael, con esa calma que la descolocaba.
Valeria lo miró fijamente, queriendo encontrar una grieta en esa máscara de seguridad.
- "No entiendo qué quieres de mí", expresó Valeria.
Gael se inclinó apenas, su voz grave y baja.
- "Eso es lo divertido, Valeria. Ni tú misma lo entiendes", susurró Gael.
Y sin esperar respuesta, se alejó entre la multitud de estudiantes.
Valeria lo siguió con la mirada, el café aún tibio en la mano.
Entre Iker, que le daba tranquilidad, y Gael, que la arrastraba a un terreno desconocido, no sabía a cuál temerle más.