En un mundo donde la lealtad y el deseo se entrelazan, una joven se encuentra atrapada entre la pasión y el peligro. Tras un encuentro inesperado con un enigmático mafioso, su vida da un giro inesperado hacia lo prohibido. Mientras la atracción entre ellos crece, también lo hace el riesgo de entrar en un juego mortal de poder y traición.
Sumérgete en una historia cargada de erotismo y tensión, donde cada decisión puede costar caro. ¿Podrá su amor desafiar las sombras del crimen, o caerá presa de un destino que la dejará marcada para siempre? Una novela que explora los límites del deseo y la redención, perfecta para quienes buscan emociones intensas y giros inesperados.
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Cap 2: Sombras del Pasado
El coche avanzaba silenciosamente por las calles desiertas, cada giro de la rueda resonando en un eco de posibilidades. Ana miraba por la ventana, las luces de la ciudad desvaneciéndose en un borrón de colores. A medida que se adentraban en zonas menos iluminadas, su corazón latía con una mezcla de emoción y temor. ¿A dónde la llevaba Luca?
La atmósfera dentro del vehículo era densa, cargada de una tensión que podía cortarse con un cuchillo. Luca conducía con una concentración serena, su expresión impasible, pero sus ojos revelaban una chispa de interés. Ana sintió un escalofrío recorrer su espalda. Era como si él pudiera leer sus pensamientos, descifrar su incertidumbre y su curiosidad.
"¿Estás bien?", preguntó de repente, su voz baja y grave.
Ana se volvió hacia él, encontrando su mirada fija en la carretera. "Sí, solo... me sorprende esta aventura. No sé qué esperar."
Luca sonrió levemente, una expresión que parecía mezclar ironía y complicidad. "A veces, lo inesperado es lo más emocionante. Te prometo que no te arrepentirás."
Las palabras de Luca resonaron en su mente, llenándola de dudas y anhelos. Había algo intrigante en su personalidad, una combinación de poder y vulnerabilidad que la atraía. Sin embargo, sabía que había riesgos involucrados, y su sentido de la prudencia intentaba hacer eco en su conciencia.
Después de unos minutos, llegaron a un edificio de ladrillo oscuro, una antigua fábrica abandonada que había sido renovada para convertirse en un exclusivo club nocturno. La fachada era austera, pero Ana podía escuchar la música vibrante que emanaba del interior, atrayéndola como un imán. Al bajarse del coche, se sintió como si hubiera cruzado un umbral hacia un mundo completamente diferente.
"Bienvenida a 'El Refugio'," dijo Luca, observando su reacción con una sonrisa cómplice. "Aquí, la gente viene a olvidar, a perderse en la noche."
Mientras entraban, Ana fue recibida por un mar de luces y música pulsante. Las paredes estaban decoradas con arte moderno y los muebles eran de diseño elegante. La atmósfera era eléctrica, llena de risas y conversaciones. Ana sintió una mezcla de euforia y nerviosismo al ser arrastrada por la energía del lugar.
Luca la llevó a la barra, donde pidió dos copas de un cóctel exótico. Mientras el barman preparaba las bebidas, Ana no pudo evitar observar a su alrededor. La gente bailaba, se abrazaba, y en sus rostros había una libertad que ella anhelaba. Era un contraste absoluto con la vida ordenada que había llevado hasta entonces.
"¿Qué piensas?" preguntó Luca, acercándose a ella.
"Es... diferente. Me gusta", admitió, sintiendo que cada palabra la acercaba más a él. El poder que emanaba de Luca era casi palpable, y ella no podía evitar sentirse atraída por su magnetismo.
"Veo que disfrutas del misterio", dijo él, ofreciéndole la bebida. "Eso es bueno. La vida está llena de sorpresas."
Ana tomó un sorbo, el líquido frío deslizándose por su garganta. La mezcla de sabores era intensa y exótica, y le provocó una risa nerviosa. "Definitivamente hay más emoción aquí que en la librería."
"¿Por qué no dejas esa vida atrás, al menos por una noche?", sugirió Luca, sus ojos brillando con un desafío. "Déjate llevar."
La idea la seducía, pero también la aterraba. "No sé si puedo. Siempre he sido la responsable, la que sigue las reglas."
"Las reglas están hechas para romperse, Ana. La vida es demasiado corta para vivir en un encuadre tan rígido." Su mirada se intensificó. "Tú no eres solo la chica de la librería. Tienes un fuego dentro de ti que desea salir."
Ana sintió que sus mejillas se sonrojaban. Luca parecía ver a través de ella, sus palabras resonando en su interior. Tal vez tenía razón. Había anhelado escapar de la monotonía, experimentar algo que la hiciera sentir viva. Pero, ¿a qué costo?
"¿Y tú?", preguntó, intentando cambiar el enfoque. "¿Quién eres realmente?"
Luca sonrió, pero había un destello de seriedad en su mirada. "Soy un hombre que ha hecho decisiones. Algunas buenas, otras malas. Pero cada una me ha llevado hasta aquí, hasta este momento."
El ambiente a su alrededor vibraba con energía, pero Ana sintió que el aire se volvía más pesado. Las palabras de Luca contenían un peso que la intriga y la inquietud se entrelazaban en su pecho. "¿Qué tipo de decisiones?"
"Las que te llevan a cruzar líneas que nunca pensaste que cruzarías." Su tono era grave. "Las que pueden cambiar el rumbo de tu vida."
Ana lo miró fijamente, comprendiendo que había más en su historia de lo que había dejado entrever. Había un mundo de sombras detrás de esa sonrisa segura, y cada una de esas sombras podría arrastrarla a un abismo del cual no podría escapar.
"Quizá deberías dejar de hacer preguntas, y disfrutar el momento", sugirió Luca, suavizando su mirada. "Ven, bailemos."
Sin poder resistir la invitación, Ana se dejó llevar. Luca la guió hacia la pista de baile, y en cuestión de segundos, se encontró envuelta en el ritmo, su cuerpo moviéndose al compás de la música. La energía del lugar la envolvía, y por un momento, sintió que podía dejar atrás sus preocupaciones.
Luca bailaba con una confianza que la hacía sentir segura, sus movimientos eran fluidos y poderosos. Ana se dejó llevar, sintiendo cómo la música resonaba en su pecho, y en un instante, el mundo exterior desapareció. Todo lo que existía era la conexión entre ellos, un hilo invisible que los mantenía unidos en medio de la multitud.
Mientras bailaban, Ana no podía evitar mirarlo. La forma en que se movía, la intensidad en su mirada, todo en él era hipnótico. Pero también había una sombra en sus ojos, un destello de un pasado que ella sabía que no podía ignorar.
La música bajó de intensidad, y el ambiente se tornó más íntimo. Luca se inclinó hacia ella, sus labios casi tocando su oído. "¿Te gustaría conocer una parte de este lugar que pocos ven?"
Ana sintió un cosquilleo en su estómago, la mezcla de emoción y miedo despertando su instinto. "¿A dónde?"
"Confía en mí. Te prometo que será emocionante."
La adrenalina corrió por sus venas mientras Luca la guiaba a través del club, esquivando a la multitud. Finalmente, llegaron a una puerta de metal que estaba parcialmente abierta. Dentro había un pasillo oscuro, iluminado solo por luces tenues que titilaban como estrellas en la distancia.
"Esto es un área privada", explicó Luca, su voz resonando en el silencio. "Aquí es donde se llevan a cabo las negociaciones más importantes."
Ana sintió una punzada de inquietud. "¿Negociaciones? ¿De qué tipo?"
"De todo un poco. A veces, el negocio es legal; otras, no tanto." La seriedad en su tono hizo que una sensación de tensión se apoderara de ella.
Sin embargo, su curiosidad la empujó a seguirlo. Al entrar, el ambiente cambió. Había mesas elegantes con gente hablando en voz baja, el aire cargado de secretos. Ana se sintió como una intrusa, un pez fuera del agua.
"¿No deberíamos estar aquí?", preguntó, mirándolo a los ojos.
"Este lugar es tan peligroso como emocionante", respondió él, acercándose un poco más. "Te prometo que estaré a tu lado."
A pesar de su preocupación, la confianza que emanaba de Luca la tranquilizaba. Ella sabía que estaba cruzando una línea, pero la emoción de lo prohibido la mantenía en pie.
Mientras se movían por la sala, Ana pudo ver a hombres y mujeres de negocios, todos ellos vestidos elegantemente, sus miradas calculadoras y llenas de ambición. Era un mundo donde el poder y el deseo se entrelazaban, y donde cada sonrisa podía esconder una traición.
"Esto es lo que realmente soy", murmuró Luca, casi como si se estuviera confesando. "En este mundo, cada decisión puede ser mortal."
"¿Es eso lo que te atrajo de este lugar?", preguntó Ana, sintiendo que estaba explorando un lado oscuro de su personalidad. "El poder?"
Luca se detuvo, mirándola con una intensidad que hizo que su corazón se acelerara. "El poder atrae a las personas, pero también puede destruirlas. He visto lo peor de la humanidad aquí."
Ana sintió que las palabras de Luca resonaban en su interior. "¿Y por qué sigues aquí?"
"Porque este mundo es parte de mí. Y ahora que estás aquí, también es parte de ti." Su voz era un susurro que enviaba escalofríos por su espalda.
El momento se volvió pesado, cargado de significado. Ana se dio cuenta de que no solo había entrado en un nuevo mundo, sino que también se había adentrado en la vida de un hombre que llevaba consigo un peso enorme.
"¿Te gustaría quedarte?" preguntó Luca, su mirada fija en ella con una mezcla de desafío y sinceridad. "Aquí, puedes ver de primera mano lo que realmente significa ser parte de este juego."
Ana sintió un nudo en el estómago. Cada parte de su ser le decía que se alejara, que no se involucrara más de lo necesario, pero había algo en su interior que le susurraba que esta era una oportunidad única. La atracción que sentía por Luca era intensa, casi adictiva, y aunque sus instintos la advertían sobre el peligro, había una parte de ella que ansiaba más.
"Está bien", finalmente respondió, su voz apenas un susurro. "Quiero quedarme."
Luca sonrió, un destello de satisfacción cruzando su rostro. "Sigue mi ejemplo. Te prometo que no te arrepentirás."
Ana lo siguió mientras avanzaban por la sala. La música de fondo se había desvanecido, pero el murmullo de conversaciones llenaba el aire. Hombres y mujeres se reunían en pequeños grupos, intercambiando palabras en un tono bajo y confidencial. Ana sintió que era un espectador en un mundo que nunca había imaginado.
Luca la condujo hacia un rincón más alejado, donde un grupo de personas se reunía alrededor de una mesa, cartas y fichas esparcidas por la superficie. Era un juego de apuestas, pero no del tipo convencional. Las miradas eran serias, la tensión palpable.
"Esto es parte de lo que hago", explicó Luca, señalando la mesa. "Negociaciones y decisiones en juego. Aquí, se arriesga más que solo dinero."
Ana observó con fascinación mientras las apuestas aumentaban. Cada movimiento parecía cargado de significado, y cada sonrisa podía ocultar una estrategia. Se dio cuenta de que Luca no solo era un jugador en este mundo; él era parte del mismo tejido que lo mantenía unido.
De repente, un hombre de apariencia dura, con una cicatriz que le atravesaba la mejilla, se acercó a Luca. "¿Estás aquí para jugar, o solo para mirar?" preguntó, su voz grave.
"Un poco de ambos", respondió Luca, su tono confiado. "¿Qué hay de nuevo, Marco?"
El hombre lo miró con desdén, pero su mirada se suavizó cuando se dio cuenta de que estaba acompañado. "¿Quién es ella?"
"Una amiga", dijo Luca, sin darle más explicaciones.
Ana sintió que la tensión aumentaba. La mirada del hombre se posó en ella, evaluándola como si fuera una pieza de un rompecabezas. "Ten cuidado, chica. Este lugar no es un juego."
"Lo sé", respondió Ana, sintiendo que la confianza se desvanecía por un instante. Luca le lanzó una mirada que le dio algo de seguridad, pero aún así, el aire estaba cargado de peligro.
"Déjala en paz, Marco", intervino Luca, su voz firme. "No estás aquí para hacerla sentir incómoda."
El hombre sonrió de manera sarcástica y se alejó, dejando a Ana sintiendo un ligero temblor. "¿Es siempre así aquí?" preguntó, tratando de ocultar su inquietud.
"Algunas veces. La gente tiene mucho que perder, y eso puede hacer que se vuelvan agresivos." Luca la miró con seriedad. "Pero estás a salvo conmigo. Nunca permitiré que te pase nada."
Ana asintió, aunque una parte de ella seguía inquieta. Su mundo había sido siempre ordenado y predecible, y ahora se encontraba en medio de una tormenta de incertidumbre. Pero, por alguna razón, la promesa en los ojos de Luca la convencía de que era capaz de afrontar lo que viniera.
"¿Quieres jugar?" preguntó él, invitándola a unirse a la mesa.
"¿Jugar a qué?" La curiosidad llenaba su voz.
"El juego de las decisiones. Cada carta que juegas puede cambiar el rumbo de tu vida." Su tono era serio, pero en sus ojos brillaba la emoción.
Ana sintió que el corazón le latía más rápido. "¿Es un riesgo?"
"Todo en la vida lo es", respondió Luca, guiándola hacia la mesa. "Pero si lo haces bien, puedes ganar mucho."
Finalmente, Ana se sentó, dejando que la emoción la envolviera. Luca se unió a ella, y pronto se encontró inmersa en la dinámica del juego. Las cartas eran solo una excusa; lo que realmente se negociaba era poder y control.
A medida que las rondas avanzaban, Ana comenzó a comprender la naturaleza del juego. Las miradas intensas, los gestos calculados, cada decisión era un paso en una danza peligrosa. Luca se movía con la gracia de un maestro, y Ana se dio cuenta de que él era más que un simple jugador; era un estratega.
Las apuestas aumentaban, y Ana se sintió atraída por el riesgo. Con cada carta que jugaba, la adrenalina corría por sus venas. En esos momentos, olvidó su vida anterior, las expectativas y responsabilidades que la habían mantenido atada. Todo lo que importaba era el aquí y el ahora.
"Estás bien en esto", le susurró Luca, inclinándose hacia ella mientras el juego continuaba. "Tienes instinto."
Ana sonrió, sintiéndose empoderada. "Es emocionante."
"Y peligroso", añadió, su tono tornándose más serio. "Recuerda que aquí, cada decisión tiene consecuencias."
Ana asintió, comprendiendo que su vida había dado un giro inesperado. En ese ambiente, se sentía viva, aunque cada latido también le recordaba que estaba jugando con fuego. Pero, al mismo tiempo, había algo liberador en arriesgarse.
La noche avanzaba, y mientras las apuestas se intensificaban, también lo hacía la tensión entre Ana y Luca. Cada mirada, cada toque casual, parecía cargar el aire con un deseo palpable. Ana se dio cuenta de que había algo más entre ellos que una simple conexión; había una química que desafiaba su comprensión.
Finalmente, después de una ronda particularmente intensa, Luca se volvió hacia ella, su expresión seria. "Ana, esto es más que solo un juego. Quiero que entiendas lo que implica."
"Lo sé", respondió, su voz firme. "Pero también quiero explorar. Quiero saber más sobre este mundo, sobre ti."
Luca la observó en silencio, como si estuviera evaluando su determinación. "No puedo protegerte de todo. Este lugar puede ser oscuro, y hay quienes no perdonan."
Ana sintió un escalofrío recorrer su espalda. "Lo entiendo, pero no puedo dejar que el miedo me detenga. Quiero ser parte de esto, de tu mundo."
Su declaración quedó flotando en el aire, y la intensidad de la mirada de Luca la atravesó. "Si decides quedarte, ten presente que no habrá vuelta atrás."
Ana asintió, sintiéndose más segura que nunca. "Estoy lista."
Luca sonrió, y la calidez de su mirada disipó parte de la tensión. "Entonces sigamos. Hay mucho más que descubrir."
Mientras se levantaban, Ana sintió que un nuevo capítulo de su vida se estaba abriendo ante ella. No sabía lo que le esperaba, pero el deseo de adentrarse en ese mundo prohibido la llenaba de emoción. Luca era su guía, y aunque la incertidumbre se cernía sobre ellos, estaba dispuesta a enfrentar lo que viniera.
Sin embargo, mientras cruzaban el umbral de la sala privada, una sensación extraña la recorrió. Algo en el ambiente había cambiado, y no podía ignorar la inquietante certeza de que había fuerzas más oscuras en juego. La promesa de aventura y emoción se entrelazaba con un peligro que se hacía más real a cada paso que daban.
Luca tomó su mano, y mientras la guiaba hacia un nuevo destino, Ana supo que se estaba adentrando en un territorio desconocido, un mundo donde el deseo y la traición podían desatarse en cualquier momento. Pero, por primera vez en mucho tiempo, se sentía viva, lista para desafiar las sombras que la rodeaban.