**Título:** La Protegida del Alfa
**Sinopsis:** En un mundo donde lo sobrenatural y lo humano coexisten en secreto, una adolescente llamada Valeria vive una vida aparentemente normal hasta que un encuentro fortuito con un chico de ojos verdes la sumerge en un universo desconocido. Valeria, quien es mitad humana y mitad lobo, se encuentra en el centro de una lucha por su identidad y su lugar dentro de un clan que sigue estrictas reglas sobre la interacción entre especies. Mientras descubre sus habilidades latentes, se enfrenta a decisiones que cambiarán su vida para siempre y a un amor que desafía las barreras de su mundo.
**Temas a discutir:**
1. **Embarazo adolescente:** El impacto de las decisiones impulsivas en la vida de los jóvenes y cómo estas pueden alterar su futuro.
2. **Conexión entre mundos:** La dualidad entre lo humano y lo sobrenatural, y cómo los personajes navegan por sus identidades.
3. **Reglas del clan:** Las consecuencias de seguir o desafiar las normas establecid
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en el camino a Seattle
**Capítulo 2: En el Camino a Seattle**
El sonido del motor del auto se entrelazaba con el suave murmullo de la música que emanaba de los auriculares de Valeria. Estaba sentada en el asiento trasero, sumergida en su propio mundo, mientras las imágenes del paisaje se deslizaban rápidamente por la ventana. Seattle se acercaba, pero su mente estaba atrapada en el recuerdo del chico de ojos verdes y en la mezcla de emociones que había experimentado en su primer día de clases.
Mientras su hermano, Jonathan, jugaba videojuegos en su consola portátil, el sonido de explosiones y efectos de sonido resonaba en la cabina. A pesar de la distracción que eso representaba, Valeria no podía evitar pensar en cómo su vida había cambiado tan drásticamente. Dejar Milwaukee había sido una decisión difícil para todos, pero sus padres creían que era lo mejor. Ahora, estaban en un viaje hacia lo desconocido, y su corazón palpitaba con ansiedad y emoción.
“¿Vas a quedarte así todo el camino?”, le preguntó Jonathan, sin apartar la vista de la pantalla. “No tienes que preocuparte tanto, Val. Solo es una escuela.”
“Lo sé, pero no puedo evitarlo”, respondió Valeria, quitándose los auriculares y mirando a su hermano. “Es como si este lugar fuera completamente diferente, y yo no sé si encajaré”.
Jonathan apagó su consola y se giró hacia ella. “Escucha, solo sé tú misma. Recuerda que somos diferentes, pero eso no significa que no podamos hacer amigos. A la gente le gustan las cosas diferentes”, dijo, tratando de animarla.
“¿Tú crees?” Valeria lo miró con incertidumbre.
“Claro. Mira, yo soy el hermano mayor y tengo que ser un ejemplo, ¿verdad?” bromeó, haciéndola reír un poco. “Además, siempre puedes contar conmigo. Si alguien te molesta, solo dímelo y me encargaré”.
“Lo aprecio, Jon. Pero no quiero que pienses que soy débil”, contestó Valeria, sintiendo un nudo en su estómago. Era un tema delicado; la idea de mostrar debilidad ante su hermano siempre la había inquietado.
“No se trata de debilidad. Se trata de ser real. A veces, incluso los más fuertes necesitan apoyo”, dijo Jonathan, volviendo a encender su consola.
Valeria sonrió con gratitud, sintiéndose un poco más segura. Pasaron el resto del viaje hablando de cosas triviales, de películas y de la vida en su nueva escuela. Poco a poco, la ansiedad que había sentido se fue disipando.
Finalmente, después de horas de viaje, llegaron a Seattle. La ciudad se alzaba ante ellos como un mosaico de luces y sombras, y Valeria no pudo evitar sentir una mezcla de emoción y desasosiego. Los edificios altos parecían tocar el cielo, y la vida urbana palpitaba a su alrededor.
“Bienvenidos a Seattle”, dijo su padre, Mateo, con una sonrisa en el rostro. “Este es nuestro nuevo hogar”.
Mientras su madre, Emily, guiaba el auto hacia su nueva casa, Valeria miraba por la ventana, absorbiendo cada detalle. La diversidad de personas, los cafés en las esquinas, las pequeñas tiendas de artesanías, todo parecía vibrante y lleno de vida. Sin embargo, en el fondo de su mente, la sombra de su herencia sobrenatural seguía presente.
Llegaron a su nueva casa, una casa de dos pisos con un jardín pequeño. Aunque el lugar no era tan grande como su antigua casa en Milwaukee, tenía un encanto acogedor. Valeria sintió un leve cosquilleo de esperanza al imaginar que podría hacer de este lugar su hogar.
“Vamos a desempacar”, dijo su madre, bajando del auto y estirándose.
Valeria y Jonathan siguieron a sus padres, sacando las maletas del maletero. Mientras deshacían las maletas, Valeria notó que su madre estaba más ansiosa de lo habitual. Emily se movía de un lado a otro, organizando cosas, mientras Mateo se encargaba de las cajas más pesadas.
“¿Mamá, estás bien?” preguntó Valeria, notando la mirada preocupada de su madre.
“Sí, solo... estoy un poco cansada. Este cambio ha sido difícil para todos nosotros”, respondió Emily, forzando una sonrisa.
Valeria asintió, comprendiendo que sus padres también estaban lidiando con su propia ansiedad. Después de un par de horas de trabajo, la casa comenzó a tomar forma. El olor a pintura fresca y muebles nuevos llenaba el aire, y aunque todavía había mucho por hacer, Valeria sintió que se estaba convirtiendo en un hogar.
Esa noche, después de una cena sencilla, Valeria se acomodó en su cama, sintiendo la suavidad de las sábanas limpias. Se preguntaba cómo sería su vida aquí, si podría encontrar su lugar en Seattle y en su nueva escuela. La imagen del chico de ojos verdes volvió a su mente, y no pudo evitar sonreír. Era un misterio que quería resolver.
Con el sonido de la ciudad de fondo, se quedó dormida, soñando con un mundo donde lo sobrenatural y lo humano coexistían, y donde ella podría finalmente descubrir quién era realmente.
Al día siguiente, el sol brillaba con fuerza, y Valeria despertó sintiéndose más decidida. Era un nuevo comienzo. Se levantó, se preparó y se miró en el espejo. “Hoy será diferente”, se dijo, llenándose de determinación.
Después de un desayuno rápido, se dirigió a la escuela nuevamente, esta vez con una mezcla de nerviosismo y emoción. El camino se sentía más familiar, y cuando entró al edificio, notó que había un pequeño grupo de estudiantes reunidos en el pasillo. Entre ellos, estaba Lara, la chica que la había invitado a unirse a su grupo.
“¡Valeria! ¡Hola! ¡Ven aquí!” Lara la llamó con una sonrisa radiante.
Valeria sintió que su corazón se aceleraba. “Hola”, respondió, acercándose.
“Te presento a mis amigas. Este es Marco, y ella es Sophie”, dijo Lara, señalando a un chico delgado con cabello oscuro y a una chica de cabello rizado que sonreía ampliamente.
“Hola, Valeria. Bienvenida a Seattle”, dijo Marco, con un tono amigable.
“Es genial conocerte. ¿Qué te parece la escuela hasta ahora?” preguntó Sophie, inclinándose un poco hacia ella.
“Es un poco abrumador, pero creo que me acostumbraré”, respondió Valeria, sintiendo que poco a poco empezaba a relajarse.
A medida que avanzaba la jornada, Valeria se fue sintiendo más integrada en su grupo. Las clases eran interesantes, y las conversaciones fluían con facilidad. Sin embargo, en su mente, el chico de ojos verdes seguía apareciendo, como un enigma que no podía ignorar.
Al final del día, mientras se dirigía a la salida, Valeria decidió que no podía dejar que esa conexión se desvaneciera. Tenía que hablar con él.
“¿Sabes dónde puedo encontrar a ese chico de ojos verdes?” le preguntó a Lara, su voz temblando un poco.
“¿Te refieres a Alex? Es un poco misterioso, pero es genial. Siempre está en el área de los lockers después de clases”, respondió Lara.
Valeria sintió un escalofrío de emoción. “Gracias, Lara”, dijo, sintiéndose más decidida.
Con el corazón latiendo con fuerza, se dirigió hacia los lockers. Mientras se acercaba, pudo verlo. La luz del sol iluminaba su cabello oscuro, y sus ojos verdes parecían brillar con un destello intrigante.
Se tomó un momento para reunir valor antes de acercarse. “Hola”, dijo, intentando que su voz sonara casual.
Alex giró la cabeza, y cuando sus ojos se encontraron con los de Valeria, sintió que el tiempo se detenía nuevamente. “Hola. No te había visto antes. ¿Eres nueva aquí?” preguntó, su voz suave y amigable.
“Sí, me trasladé recientemente”, respondió Valeria, sintiendo que una chispa de conexión se encendía entre ellos.
“Bienvenida. Espero que te guste Seattle. Es un lugar interesante”, dijo él, sonriendo.
Mientras conversaban, Valeria sintió que se estaba abriendo una puerta hacia algo nuevo y emocionante. No solo estaba encontrando su lugar en la escuela, sino que también estaba comenzando a descubrir partes de sí misma que había mantenido ocultas.
Aquella tarde, mientras se despedía de Alex, sintió que su vida estaba a punto de dar un giro inesperado. Había algo en él que la atraía, algo que la invitaba a explorar no solo su conexión, sino también su propia identidad.
Con una sonrisa en el rostro, Valeria se dio cuenta de que su viaje en Seattle apenas comenzaba.