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Mrs. Handford

Mrs. Handford

Status: Terminada
Genre:Completas / Casos sin resolver / Secuestro y encarcelamiento / Melodrama
Popularitas:2.5k
Nilai: 5
nombre de autor: B. J. WINTER

Elizabeth Handford vive en la casa del frente, es una mujer amable, elegante, pero sobre todo muy hermosa.

La señora Handford ha estado casada dos veces, pero sus dos esposos ahora están muertos.

Sé que oculta algo, y tengo que descubrir qué es, especialmente ahora que está a punto de casarse de nuevo.

NovelToon tiene autorización de B. J. WINTER para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

2: Voces pasadas

Me gusta tener el control de mi propia vida. Me gusta mantenerme enfocada en aquello que es importante, y establecer mis prioridades, pero desde la noche anterior he mantenido mi mente sumergida en recuerdos irrelevantes que me desvían de cosas que realmente importan. Siempre he dicho que la vida social debe mantenerse alejada de la vida profesional, en este caso, la vida universitaria. Teniendo en cuenta que tengo una beca que cubre la mayoría de los gastos de mi carrera, no puedo darme el lujo de pensar en otras cosas que no estén relacionadas con las abundantes tareas y los angustiantes exámenes que están por venir en las próximas semanas. Necesito mantener el enfoque, pero en este momento eso es algo imposible para mí, pues hay algo que ocupa cada espacio disponible de mi mente… La señora Handford.

Su segundo esposo ha fallecido, tal y como lo hizo el primero hace exactamente cuatro años. No es la gran cosa, me repito a mí misma, una y otra vez. ¿Qué tan inusual es que una mujer quede viuda dos veces? Honestamente, no tengo idea, pero sé que no es algo tan importante como para provocarme esta angustia. Pero hay algo en ella. Hay algo en esa mujer que me hace pensar que tal vez no se trata de una casualidad. Tal vez no hayan sido accidentes. Su actitud al recibir a los policías, la extraña manera en la que parecía estar fingiendo su tristeza. La manera en la que sonrió con malicia cuando me vio parada frente a la ventana… Intento despejar mi mente, por lo que decidí tomar mi hora de descanso para dirigirme a la cafetería más cercana y disfrutar un cappuccino con la esperanza de dejar de pensar en cosas triviales. Han pasado treinta minutos, y hasta ahora mi plan no ha funcionado.

Mi universidad no es precisamente un sitio muy grande, por lo que en mi tiempo de descanso no hay muchas opciones que pueda tomar para pasar el rato. Podría recorrer los enormes y hermosos jardines que se extienden por el campus, pero luego de más de dos años viéndolos cada día, han comenzado a perder su atractivo. Podría ir a la biblioteca y disfrutar un rato del cómodo y tranquilo silencio, pero no está permitido llevar alimentos allí. Fuera del campus hay una gran variedad de restaurantes, pero mi presupuesto no es tan elevado como para pagarlos. La universidad de Lakeside es exclusivamente para personas que pueden gastar elevadas cantidades de dólares en cada visita a alguno de estos restaurantes. Recibir una beca en este lugar fue casi un milagro para mí, aunque también ha traído ciertos momentos desagradables, especialmente a la hora de relacionarme con mis compañeros. Tal vez si hubiese aceptado hospedarme en la residencia universitaria que me ofrecieron, las cosas serían más sencillas. Sería más fácil socializar e integrarme a los grupos que ya han formado los demás estudiantes. Además, en momentos como éste, donde tengo casi dos horas de espacio entre una clase y otra, no tendría que preocuparme por el sitio donde estaré sentada hasta que llegue la hora de regresar al aula. A pesar de eso, ya es tarde para arrepentimientos. Rechacé la residencia estudiantil temiendo no encajar por completo en este sitio, e inconscientemente terminé provocando lo que quería evitar. Ahora, cada día, ingreso a esta cafetería, elijo una de las últimas mesas, y espero a que los eternos minutos pasen. No es el mejor plan, pero sí el único que tengo.

La puerta del pequeño establecimiento con adictivo olor a café se abre suavemente, chocando con la pequeña campana que cuelga del techo y provocando un tintineo que me hace levantar la mirada. Un chico acaba de ingresar al lugar, probablemente también sea un estudiante. Teniendo en cuenta la ubicación de la cafetería, es bastante usual que sea concurrida por estudiantes o maestros, pues brinda un ambiente bastante tranquilo, y la comida no es tan costosa si se compara con los establecimientos vecinos. El chico moreno de cabello rizado camina en mi dirección, lo que me toma por sorpresa pues no hay ninguna mesa disponible en esta área además de la que estoy ocupando en este preciso instante. Le doy un último sorbo a lo que queda del contenido de la taza frente a mí, y después mis ojos se encuentran con los suyos, al mismo tiempo que se detiene a un par de metros de mi asiento. Confirmo que es un estudiante al ver la mochila que cuelga de uno de sus hombros.

–Hola –saluda tímidamente, curvando los labios con una pequeña sonrisa. Es alto, calculo que mide unos diez centímetros más que yo. Puedo suponer que tiene mi misma edad, y si no, estoy segura de que no pasa de los veinte años.

–¿Hola? –cuestiono inmediatamente. Su saludo es inusual, teniendo en cuenta que no nos conocemos. Tose un par de veces, intentando aclararse la voz.

–Lo siento… Yo… Mi nombre es Henry –extiende su mano abierta hacia mí, esperando que la estreche. Lo pienso un par de segundos antes de hacerlo, pero finalmente sujeto su mano con suavidad durante un instante breve, para después soltarlo de nuevo–. Henry Cowan.

–¿Necesitas algo, Henry? –sé que espera que le diga mi nombre, pero no pienso hacerlo hasta saber el motivo de esta conversación. Evidentemente, relacionarme con otras personas no es mi fuerte.

–Sí, bueno… ¿Me puedo sentar? –asiento con la cabeza ante su pregunta, y veo cómo deja la mochila en el suelo para después deslizar la pequeña silla de madera que se encuentra a mi lado hasta posicionarla cerca de él, quedando frente a mí con la mesa en medio de ambos–. Sé que te parece extraño que te hable así… Tan de repente. Soy estudiante de ingeniería informática –es la misma carrera que estoy estudiando, pero no recuerdo haberlo visto en ninguna de mis clases. Intento recordar su rostro, pero no me parece ni un poco familiar–. Sé que tú igual. Estoy teniendo problemas con algunos de los cursos, así que pensé en pedirle ayuda a alguien que tenga más avance que yo. Fui con el maestro de uno de los cursos que tomaré el próximo semestre, y te vi salir de su clase. Supongo que estás un semestre adelantada, así que pensé que tal vez podrías ayudarme con los cursos que…

–¿No pensaste en pedirle ayuda a tus propios compañeros de clase? –nuevamente, hago mi mejor intento por darle fin a la conversación. Tengo mucha carga sobre mí en este momento como para preocuparme por la de alguien más. El semestre está a punto de terminar, y por si fuera poco, el esposo de mi vecina acaba de morir el día anterior. Eso último no se relaciona conmigo, claro, pero por algún motivo es algo que no sale de mi cabeza.

–Lo hice pero ninguno accedió a ayudarme. Puedo pagarte, si quieres. También puedo acomodarme a tus horarios. Sólo necesito algunas clases, no te pido que hagas mis tareas ni nada parecido. Sólo serías como…

–Una tutora privada –interrumpo, analizando su propuesta. La situación me ha tomado completamente por sorpresa. ¿Clases extra? ¿Ser una tutora privada? Nunca antes le di clases a nadie, y nunca nadie me pidió hacerlo. Mis notas son buenas, y logro comprender la mayoría de los temas de la carrera, pero no sé si tengo la paciencia suficiente como para encargarme de otro estudiante.

–Falta un poco más de un mes para que termine el semestre, y es el tiempo que tengo para nivelar mis notas y estudiar para los exámenes. De verdad necesito ayuda ahora. Sé que también estás ocupada pero, como dije, aceptaré cualquier horario.

–¿Cómo sabías que estaba aquí? –mi repentina pregunta hace que el chico se quede en completo silencio. Me observa confundido, esperando una explicación–. Entraste a la cafetería y caminaste directamente hacia mi mesa.

–Ah… Eso –los cinco segundos que pasa pensando en su respuesta me hacen creer que intenta formular una mentira–. Te vi entrar hace un rato, pero me avergonzaba interrumpirte. Pensé esperar a que salieras pero, bueno… Creo que ésta era mi mejor oportunidad.

Le doy una rápida mirada a la pantalla de mi celular, verificando que no sea tarde para mi próxima clase. Aún hay tiempo, por lo que puedo meditar la propuesta del chico y así tomar una decisión. En este momento hay muchas cosas en mi mente, muchos trabajos universitarios, exámenes, la señora Handford… Sacudo levemente mi cabeza, alejando aquellos pensamientos. Esa mujer no debería ser importante en mi vida, pues ni siquiera la conozco. Lo único que necesito es enfocarme en mi rendimiento en la universidad, nada más… Aunque obtener un poco de dinero extra no es una mala opción, en absoluto. Además, siendo cursos del semestre pasado puedo utilizar mucha información que ya está en mis manos, almacenada en alguna parte del sótano de mi casa, y así no tendría que actuar como una maestra o algo parecido. Sólo debo buscar mis antiguos portafolios y usarlos como ejemplo para explicarle a este chico… Henry, los temas que aún no logra comprender. Le mostraré mis trabajos anteriores, le explicaré lo que no entienda, y recibiré un buen dinero por eso. Honestamente, no me parece algo tan malo.

–Como dijiste, estamos en el último mes del semestre –comienzo a hablar después de un par de minutos, haciendo que Henry levante la mirada–. Mientras más rápido hagamos esto, mejor.

–Podemos empezar hoy mismo si quieres.

–Tengo dos clases más en diez minutos. Te escribiré para enviarte la ubicación de mi casa, y el precio a pagar. Te advierto que no será barato.

–Mientras no exceda el precio de los trabajos y exámenes supletorios…

–Bien, trato hecho –enciendo la pantalla de mi celular, lo desbloqueo y lo extiendo hacia él–. Escribe tu número, ya debo irme.

Después de la corta conversación entre Henry Cowan y yo, tomo mi bolso, pago mi cuenta y posteriormente me dirijo a la salida, pensando en la nueva fuente de ingresos que acabo de crear de una forma tan repentina. Henry ha llegado en un momento perfecto, o eso creo. Si comienzo a darle clases privadas, sumado a mis propias horas de estudio para los exámenes, no tendré tiempo de sobra para ninguna actividad extra, y tal vez así dejaré de pensar en la señora Handford y su difunto esposo. Tal vez así por fin comience a preocuparme por mi propia vida y no por la de esa mujer. Sonriendo para mis adentros continúo caminando hacia la salida. Antes de cruzar la puerta y salir del establecimiento con agradable aroma a café, veo a Henry observándome fijamente, con una mirada inexpresiva y penetrante. En cuanto nuestras miradas se encuentran, él sonríe levemente, y aunque parece estar fingiendo su expresión, continúo mi camino de regreso a la universidad.

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Paula Merdech
excelente novela increíble la narración y objetividad te transporta a momentos impensados es increíble como uno se adentra en la lectura hasta sentir el olor a sangre y sin pensar en lo que seguirá! gracias autora por esta novela parece un Best sellar....increíblemente buena!la mejor
B. J. Winter: Muchas gracias! Aprecio bastante tu comentario 🫶🏻
total 1 replies
Lia_Vicuña
Hola, para cuando el prox cap, es que me quedé picada con la historia y me gustó
not
¡Me encantó tu novela! Gracias por hacer mi día mejor 😊📖
Kumo
Bravo, me gusto la idea
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