Emma y Ethan han sido inseparables desde que tienen memoria. Sus padres, amigos íntimos, los han visto crecer juntos, compartiendo risas, juegos y sueños. Sin embargo, al finalizar la secundaria, ambos sienten que la amistad ha evolucionado en algo más profundo, una atracción que ninguno se atreve a confesar por miedo a las posibles reacciones de sus familias.
Durante su segundo año de universidad, Emma, cansada de ocultar sus sentimientos, decide confesarle a Ethan lo que realmente siente. Con el corazón acelerado, se dirige al departamento de Ethan, solo para encontrarlo en compañía de una de las chicas más populares de su clase. Desconcertada y herida, Emma toma una decisión drástica: pide a sus padres que la envíen a estudiar al extranjero, con la esperanza de dejar atrás sus sentimientos no correspondidos.
Años después, Emma regresa y los sentimientos que creía olvidados también lo harán.
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Confusiones y consejos
El sol de octubre empezaba a teñir de colores cálidos las hojas de los árboles en el campus universitario. Emma caminaba hacia su clase de literatura, sus pensamientos se encontraban atrapados en una maraña de emociones que no se sentía capaz de desenredar. Las confesiones entre ella y Ethan del otro día habían dejado su mente envuelta en un constante torbellino. La muchacha había comprendido que a él le pasaba prácticamente lo mismo que a ella, y según habían quedado iban a dejar que el tiempo les ayudara a desenmarañar todo aquello que sentían y los tenía tan confundidos a ambos.
Emma, estaba predispuesta a cumplir con eso, pero cada vez que veía a Ethan rodeado por otras chicas, especialmente aquellas que parecían disfrutar de su compañía más de lo que ella podía soportar, una punzada de celos le atravesaba el corazón.
Ese día cuando llegó a su clase se esmeró por prestar atención y dar todo de si para sacar aquella materia, esa clase era la que compartía con Ethan, pero sus pensamientos no estaban en la poesía romántica que se discutía ese día. En lugar de eso, su mirada y su atención se desviaban hacia Ethan, quien se notaba muy cómodo charlando y riendo con una chica de la misma clase, Emma no pudo evitar ver la mano de la chica pelirroja descansando casualmente sobre el brazo de él, y cuando la muchacha se inclinó hacia Ethan para susurrar sabría Dios que cosa en su oído, Emma sintió el ahora familiar nudo de celos apretándose en su estómago.
Al salir de clase lo hizo con todo él mal humor a flor de piel, y se dirigió a la cafetería donde Clara y Sofía ya la esperaban. Clara levantó la vista y sonrió.
-¡Emma! ¿Todo bien? Pareces un poco ¿enojada?-le preguntó.
-¿Enojada?- comentó Sofía, mirando a su amiga que se sentaba claramente fastidiada- Yo diría que estás furiosa, nena
Emma se dejó caer en la silla y suspiró.
-No sé qué hacer, chicas. No puedo dejar de pensar en Ethan. Y cada vez que lo veo con otra chica, me siento fatal.
Sofía, siempre la pragmática, levantó una ceja.
-Eso suena a celos, Emma. Y los celos suelen indicar que tienes sentimientos más profundos de lo que has admitido- le dijo.
Clara asintió, con una expresión pensativa.
-¿Le has dicho cómo te sientes?- preguntó.
Emma negó con la cabeza.
-No puedo- respondió- No quiero arruinar lo que tenemos. Pero verlo con otras chicas me está volviendo loca.
Clara se inclinó hacia adelante, su expresión seria.
-Emma, a veces tenemos que arriesgarnos para obtener lo que realmente queremos. Si no hablas con él, nunca sabrás si él siente lo mismo.
Sofía intervino con un tono más práctico.
-O podrías intentar mantener tus opciones abiertas. Salir con otros chicos, distraerte un poco. Eso podría ayudarte a aclarar tus sentimientos- aconsejó.
Emma miró a sus amigas, sintiéndose aún más confundida. Ambas tenían razón en sus propios términos, pero sus consejos solo añadían más incertidumbre a su situación.
-No sé qué hacer- murmuró con cansancio- Y esto está afectando todo. Ni siquiera puedo concentrarme en mis estudios.
Clara la miró con preocupación.
-Mira, cariño- le dijo tomando su mano- Lo que sea que decidas, asegúrate de que es lo mejor para ti. No te dejes llevar solo por lo que crees que los demás quieren.
Luego de eso, ambas muchachas cambiaron de tem logrando distraer a su amiga al menos por unos minutos.
Esa misma tarde, en la biblioteca, Emma intentó estudiar, pero sus pensamientos seguían volviendo a Ethan, sus pensamientos la llevaban a recordar . No podía concentrarse, y el resultado fue que apenas logró avanzar en su lectura. Al día siguiente, en su clase de biología, la profesora le llamó la atención por no prestar atención.
-Emma, ¿puedes repetir lo que acabo de decir?
Emma levantó la vista, perdida.
-Lo siento, profesora. No estaba prestando atención- se disculpó la muchacha avergonzada.
La profesora frunció el ceño.
-Cuando termine la clase necesito que te quedes unos minutos- pidió la profesora, Emma asintió.
La clase continuó su curso natural, y tal como su profesora le había pedido, al terminar la clase Emma esperó a que sus compañeros salieran del aula y se acercó al escritorio de la señora Smith.
-Señora Smith- dijo la muchacha para llamar la atención de su profesora, la mujer levantó la cabeza y le hizo una seña para que tomara asiento.
-¿Qué es lo que te está pasando, Emma?- le preguntó con tono suave- Esto no es propio de ti- agregó.
-Yo... lo siento mucho, señora Smith- se disculpó la muchacha apenada- Es que ultimamente me está costando concentrarme- explicó.
-Ok, Emma- dijo la mujer siendo condescendiente- Por favor asegúrate de ponerte al día. No quiero verte fallar.
Emma asintió, sintiéndose aún más frustrada. Al llegar a casa esa tarde, su madre, notó su abatimiento.
-Emma, cariño- le dijo- ¿todo está bien? Pareces muy distraída últimamente.
Emma se dejó caer en el sofá, agotada.
-Estoy bien, mamá- respondió- Solo son muchas cosas en la universidad.
Annia se sentó a su lado, mirándola con preocupación, ella conocía tan bien a su hija que sabía que algo le ocurría. Desde varios dias atrás había notado que la muchacha vivaz, ocurrente, bromista y segura de si misma se había vuelto retraída, distante y silenciosa. Así que se propuso averiguar qué era lo que estaba ocurriendo con ella.
-Sabes que puedes hablar conmigo, ¿verdad?- le dijo- Si hay algo que te preocupa, quiero ayudarte.
Emma dudó por un momento, pero finalmente decidió abrirse, al menos en parte.
-Hay alguien... alguien en quien no puedo dejar de pensar- confesó- Y eso está afectando todo. Mis estudios, mi concentración. No sé qué hacer, mamá.
Annia tomó la mano de su hija, dándole un apretón reconfortante.
-El amor puede ser complicado, Emma- dijo Annia, pero Emma negó con la cabeza, ya que no estaba segura de poder admitir que lo que sentía era amor.
-Yo no sé si es amor, mamá- le dijo con la tristeza vívida en su mirada.
-¿Sabes?- dijo Annia- a veces, lo mejor es ser sincera con tus sentimientos, y contigo misma.
-Lo entiendo, pero¿ que hago mamá?- indagó la muchacha.
- Primero reconoce lo que te pasa con él- le dijo- y luego habla con esa persona. No guardes todo dentro de ti, hija.
Emma miró a su madre, sintiendo una mezcla de alivio y temor. No podía decirle a Annia que el chico en cuestión era Ethan, pero su consejo era claro.
-Gracias, mamá. Lo pensaré.
Esa noche, mientras intentaba dormir, las palabras de su madre resonaban en su mente. Hablar con Ethan parecía tanto aterrador como necesario. Decidida, le envió un mensaje pidiéndole que se encontraran al día siguiente.
Que Dios te siga bendiciendo, para disfrutar de los frutos de tu enorme talento. Sinceramente :Felicitaciones y muchas muchas gracias!!!