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LA NOCHE DE LAS BRUJAS

LA NOCHE DE LAS BRUJAS

Status: En proceso
Genre:Vampiro / Equilibrio De Poder / Demonios / Brujas
Popularitas:1.7k
Nilai: 5
nombre de autor: lili saon

Ivelle es una estudiante de segundo año en la Academia de la Flor Dorada, una institución prestigiosa donde muchos estudiantes estudian los Elementos, habilidades mágicas ancestrales que han sido transmitidas a través de generaciones. Hasta ahora, su vida en la academia ha sido normal y sin complicaciones, centrada en sus estudios y en fortalecer sus habilidades mágicas. Todo cambia con la llegada de un grupo de estudiantes nuevos. La presencia de estos nuevos estudiantes desencadena una serie de eventos que sacuden la tranquilidad de la academia y alteran la vida de Ivelle de maneras inesperadas.

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CAPITULO DOS

La mujer se levantó sobresaltada al distinguir la figura oscura de Robi en la penumbra. Sus ojos se abrieron de par en par, reflejando sorpresa y confusión al ver a un desconocido en su hogar. No lograba entender qué estaba sucediendo ni por qué había alguien más allí. Pero cuando Robi avanzó y le extendió a la bebé que lloraba en sus brazos, la expresión de la mujer se transformó de inmediato, pasando de la alarma a una profunda compasión y preocupación.

—¿Qué está pasando? —preguntó la mujer, su voz temblorosa mientras tomaba a la niña en sus brazos y la acunaba suavemente en un intento por calmarla—. ¿Quién eres tú? ¿Por qué estás aquí?

—Soy un Cazador —respondió Robi con calma, señalando el logo de su túnica negra —. Esta niña necesita tu protección. No puedo explicar más, pero confío en que la cuidarás como si fuera tu propia hija — la mujer lo miró con incredulidad. — Es una orden que debes seguir al pie de la letra. Si algo le sucede, toda responsabilidad recaerá sobre ti. Esta niña es la nieta de Sir Eris — la mujer abrió la boca en grande —. Él desea que cuides de esta niña…

— Entonces está niña es la hija de… — Robin asintió, haciendo que la mujer se tapara la boca con una mano. — No puedo creerlo… Yo no puedo hacer esto. Si alguien se entera, podría tener graves problemas. A las brujas las están matando y por ende a sus hijos también.

Robi permaneció firme en su lugar, sin titubear.

— ¿Recuerdas la promesa que hiciste a Sir Eris? Yo se que el te protegió, a mi también lo hizo cuando era muy pequeño. Si dejamos que algo le suceda a su nieta, los cazadores la matarán también. Yo no lo hice porque sé que… ella no tiene que pagar por las acciones de otras, pero hay más como yo que si son capaz de arrancarle el corazón y quemarla como lo están haciendo.

La mujer bajó su cabeza, con una mirada triste y resignada.

— ¿Qué quieres que haga? No puedo permitir que otro cazador venga aquí. Si alguien descubre que hay una bruja aquí, no solo mi familia estará en riesgo, todos lo estaremos.

— Nadie se enterará de esto. Es un secreto —El cazador levantó sus manos hacia la recién nacida, posándolas sobre ella, y comenzó a conjurar un hechizo—. Sombras que envuelven la muerte, cambien el destino a nuestro antojo, oculten este secreto profundo, que de ser revelado nos llevaría al pozo —sus ojos se tiñeron de un negro intenso. Un humo oscuro inundó a Lilac y a la recién nacida, mientras el niño, que yacía dormido en el sofá, abrió los ojos sin hacer ruido, inmóvil, observando en silencio todo lo sucedido.

Después de un encantamiento que parecía llegar de las profundidades de su alma, la recién nacida lanzó un chillido, y las sombras se desvanecieron.

— Solo cuídala de todo y de todos. Y sobre todo, no le digas que es una bruja. — Él desapareció antes que la mujer.

—¿Que se supone que haga ahora con tantos niños en casa? — soltó al aire mientras miraba a la niña.

—Mami… ¿Qué acaba de pasar? —Lilac miró a su hijo, quien se acercó a ella. — ¿Qué es eso que tienes en las manos? ¿Es para jugar?

—Ella es tu nueva hermanita —dijo Lilac con nerviosismo—. ¿Quieres verla?

Se sentó en el sofá y el niño, con pasos lentos, volvió a su lado y miró a su nueva hermana, que ya se encontraba con los ojos cerrados. ¿Cómo había terminado con la responsabilidad de cuidar a esta pequeña criatura? ¿Qué haría ahora?  Con un suspiro, acunó suavemente a la niña, sintiendo la calidez de su pequeño cuerpo contra el suyo.

— ¿Qué opinas de ella? — preguntó la mujer, con la esperanza de que su hijo no notara sus emociones.

Pero él era más perspicaz de lo que le gustaba.

—¿Dónde está su pelo? —preguntó el niño, observando a su madre con curiosidad.  —Es igual que Azul, también vino sin pelo. Parece que en la fábrica de bebés se les acabó el pelo justo cuando les tocaba. —Frunció el ceño, ocasionando una pequeña risa de su madre. —Tranquila, mamá, cuando sea más grande abriré mi propia fábrica de pelo y les pondré a los dos.

—Mi amor, ¿cómo planeas abrir una fábrica de pelo?

— Yo soy inteligente. Lo haré con mi cabello. ¿Qué va a pensar tu papá?

En ese momento el niño miró a la madre con ojos anhelantes.

— ¿Papá puede venir a ver a nuestra hermana?

—Primero debemos ponerle un nombre a la nueva integrante de la familia —dijo Lilac, sumida en sus pensamientos hasta que una idea iluminó su rostro—. ¡Ya sé! Te llamaré “Victoria”.

—No, mami, no. Victoria no. Es un nombre horrible —protestó el niño con una mueca.

—¿Y tú qué propones? —preguntó Lilac, intrigada.

—Ivelle.

—¿Como tu compañera de la escuela?

—Sí.

— ¿Qué te parece Victoria Ivelle Del Luna?

Una sonrisa de satisfacción se esbozó en la cara del niño.

– ¡Me gusta! ¡Victoria Ivelle Del Luna! — repitió con orgullo.

Algo en el nombre parecía imprimirle un sentido de autenticidad, como si el niño sintiera que era él quien había dado la bienvenida a su nueva hermana.

Con una sonrisa suave en sus labios, Lilac acarició con delicadeza la mejilla de la niña mientras le daba la bienvenida a su nuevo nombre.

—Bienvenida al mundo, Ivelle —susurró Lilac con ternura. La pequeña Ivelle emitió un suave murmullo en respuesta, como si aprobara su nuevo nombre.

A los pocos minutos, John bajó las escaleras con pasos pesados, aún confundido por la extraña urgencia de su esposa. Sus manos sostenían con firmeza una pequeña figura envuelta en una manta blanca. Al ver a Lilac de pie junto a la ventana, su expresión se transformó en un gesto de perplejidad y preocupación. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué ella estaba tan nerviosa? Avanzó hacia ella, y cuando estuvo lo suficientemente cerca como para ver claramente lo que estaba sosteniendo, sus ojos se abrieron de par en par en asombro y confusión. Una niña recién nacida yacía tranquilamente en los brazos de Lilac, sus ojos cerrados y pequeñas manitas apretadas contra su pecho. El silencio llenó la habitación, un silencio que solo fue interrumpido por el suave sollozo ocasional de la bebé.

Lilac le sonrió nerviosamente, tratando de calmar la incertidumbre que claramente se reflejaba en el rostro de su esposo. Le pidió que se sentara a su lado en el sillón, y él, sin apartar la mirada de la pequeña, obedeció, dejándose caer pesadamente en el asiento. Ella comenzó a relatar lo que había sucedido esa tarde, cómo había encontrado a la bebé abandonada en el parque cercano. Explicó cómo ninguna otra persona parecía dispuesta a ayudar a la niña, cómo sus llantos desesperados habían resonado en su mente y corazón. Cada palabra de Lilac se sentía como una ráfaga de viento helado, cada frase un recordatorio de que su vida, hasta ese momento, había cambiado irrevocablemente.

John escuchó en silencio, su mente dándole vueltas. Mirando a su esposa a los ojos,  el se opuso rotundamente, temeroso de las posibles repercusiones de cuidar a un niño ajeno. Pero, al final, después de la insistencia persistente de Lilac, había cedido, aunque con reservas profundas y una sensación incómoda de inquietud en el fondo de su mente. Sabía que si alguien descubriera lo que habían hecho, las consecuencias podrían ser devastadoras, tanto para ellos como para la niña. La habitación se llenó de un silencio incómodo una vez que Lilac terminó de explicar. John miró a la bebé en sus brazos, sintiendo un torbellino de emociones dentro de él. Angustia por el futuro incierto que enfrentaban, incertidumbre sobre cómo manejarían esta situación, pero también una chispa de compasión y ternura por la pequeña vida que ahora dependía de ellos.

—¿Qué vamos a hacer ahora, Lilac? —preguntó John finalmente, rompiendo el silencio.

Lilac lo miró con determinación en sus ojos.

—No podemos dar marcha atrás, John. Ella no tiene a nadie más. Nos necesita —respondió Lilac con voz suave pero firme.

John asintió lentamente, asimilando las palabras de su esposa. Sabía que ahora estaban en esto juntos, y que debían hacer lo mejor para la niña.

—Está bien. Pero debemos ser muy cuidadosos. Nadie puede enterarse de esto. No sabemos cómo reaccionarían —dijo John con seriedad, mirando a Lilac con preocupación.

Ella se puso de acuerdo.

—Lo sé. Seremos muy cuidadosos. Esta niña es nuestra responsabilidad ahora —respondió Lilac, poniéndose de pie y colocando una mano sobre el hombro de John en un gesto de apoyo mutuo.

Miraron juntos a la pequeña, cuyos ojos se abrieron lentamente y miraron hacia ellos con curiosidad. Un escalofrío recorrió la columna vertebral de John mientras se preguntaba qué futuro les esperaba a todos.

— No puedo creer que tengamos a la hija de una bruja en nuestra casa.

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Alexaider Pineda
me encanta este inicio ,tienes un gran talento
dana hernandez
Solo con este texto, empiezo a amar el libro 😍
Lourdes Castañeda
hola, podrías tradicirnos el francés, para saber que dice, muchas gracias y está muy buena la historia.
Rimur***
Retiro lo dicho anteriormente, ya no entendi nada.
Rimur***
No hablo francés pero creo que de momento entiendo lo que dice.
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