La vida nunca es lo que parece, vivimos en un mundo de apariencias, donde lo único que importa es el que dirán, viví por mucho tiempo de las apariencias, hasta que tuve que enfrentarme a la cruda realidad, en ese momento entendí que una debe vivir para ser feliz y no para ser feliz a los demás y mucho menos a un hombre, esta es mi historia y espero que no me juzgues por lo que hice.
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Capitulo II La entrevista parte I
El día de la entrevista llegó, Catalina usaría un traje justo a su medida de color negro, la camisa negra ajustada a su cuerpo, la falda tipo tubo hasta las rodillas, un saco también negro bien entallado, zapatos de tacón medio; cerrado, su cabello suelto; peinado de medio lado, el maquillaje nada cargado; acordé a su tono de piel, realmente parecía toda una experta en el área del diseño de modas.
Cuando terminó de prepararse y se vio al espejo, se sorprendió, nunca imaginó que un simple cambio de look la haría ver tan bien, ella estaba acostumbrada a usar pantalones anchos y camisas holgadas, su cabello siempre lo llevaba desordenado y atado en un moño alto, nunca quiso llamar la atención de ningún hombre, ya que los odiaba a todos y como su trabajo solo requería estar frente a una computadora le daba igual como se veía.
Salió de su gran apartamento, el dinero que había ganado todo este tiempo haciendo trabajos de espionaje empresarial, lo estaba usando para vivir como ella quería y le daba una vida de reina a su hermosa Isabel.
— WOW!, mamá te ves hermosa!. — dijo la pequeña con una sonrisa en su rostro.
— Aquí la única hermosa eres tú mi princesa, ven dale un abrazo a mami. — la voz de Catalina sonaba bastante dulce cuando se trataba de conversar con su hija.
— Señora, nunca la había visto tan arreglada. — intervino la niñera de Isabel.
— Voy a una entrevista de trabajo y debo ir presentable. — contesto Catalina cambiando su tono de voz.
Alicia quien era la niñera no le prestó atención a Catalina, ella ya sabía que su jefa no era nada fácil, pero lo que se hacía extraño era que ella estuviera buscando trabajo, pues Catalina nunca necesito salir de casa para trabajar, se podría decir que la zona donde vivían era una de las más exclusivas de la ciudad, además su apartamento no era nada sencillo, este apartamento de lujo o Penthouse se encontraba en la parte más alta del edificio, contaba con una entrada o un elevador privado, piscina, terraza al aire libre, el apartamento ocupaba el piso del último nivel entero, no había dudas que este apartamento de lujo era costosos y que Catalina junto a su hija llevaban un estilo de vida glamorosa.
— Bueno, nos vemos más tarde, es hora de ganarme la vida fuera de casa. — dijo Catalina con seriedad.
— Adiós mami, te voy a extrañar. — dijo Isabel con carita triste.
— También te voy a extrañar, pero solo serán unas horas, mientras hazle la vida imposible a Alicia. — susurro Catalina al oído de Isabel.
La pequeña sonrió en complicidad con lo que su madre le había dicho, después de despedirse de su pequeña, Catalina salió del edificio, ahora si conseguía el trabajo en aquella empresa le tocaría mudarse a una casa más humilde, por qué como justificaría que viviera en un lugar tan lujoso y estuviera buscando trabajo de asistente, las personas con la que trabajaba ya se habían encargado de todo esto y le había conseguido una casa cerca de la empresa, como sabían los gustos de Catalina trataron de encontrar algo acordé a ella, pero no tan ostentosa como el lugar donde vivía, al llegar al estacionamiento del edificio, Catalina vio un auto sencillo, color azul marino aunque no se acercaba nada al auto que ella conducía regularmente, no le quedó de otra que subir y conducir hasta la dichosa empresa March, este lugar estaba algo retirado de su conjunto residencial, por tal motivo decidió salir una hora antes y así evitar el tráfico de la ciudad, una vez llegó al sitio, quedó impresionada por lo alto del edificio, su diseño arquitectónico era único y exquisito ya habían empezado a llegar algunos empleados y está gente parecía todos modelos de revistas, bueno al menos dio en el blanco al escoger su vestuario, al bajar del auto muchas miradas se posaron sobre ella y es que Catalina era muy hermosa y esa actitud tan seria le hacía ver como una mujer deseable para muchos.
Al llegar se presentó en recepción, pero la mujer que la atendió no fue muy amable con Catalina, ya que al verla sintió celos de la belleza que tenía frente a ella.
— Buenos días, señorita, en que le podemos ayudar?. — saludo, la recepcionista bastante déspota.
— Buenos días, señora, vengo a la entrevista de trabajo. — contesto Catalina sin darle importancia a las palabras de la mujer.
Y como bien dice no hay mayor desprecio que ignorar a las personas, Catalina tomo su distintivo de visitante y siguió su camino, dejando a la recepcionista con la palabra en la boca y muy molesta, al llegar al ascensor espero a que esté bajara y se dio cuenta de que este lugar por dentro era mucho más impresionante que por fuera, si ella fuera la misma niña tonta de antes seguramente se hubiera sentido amedrentada por el este sitio.
Cuando el ascensor llegó ella subió con mucha elegancia, habiendo estudiado todo lo relacionado con este edificio, Catalina subió al piso de recursos humanos, donde se llevaría a cabo la entrevista, sin necesidad de ser guiada.
Al llegar al piso salió con mucha seguridad del ascensor llamando la atención de todos los presentes.
— Buenos días — saludo Catalina inexpresivamente.
Las mujeres que habían venido por el puesto de trabajo la miraron de arriba abajo como si de un bicho raro se tratara, en realidad Catalina era una hermosa flor en medio de un pantano, ella siempre iba a sobresalir y no solo por su hermosura, sino por su manera de expresarse y sus gestos tan delicados al hablar.
— Buenos días, señorita, por favor tome esta planilla y complete los datos que se le piden. — contesto la secretaria del jefe de recursos humanos.
— Gracias, señorita es usted muy amable. — la única persona que había sido amable con ella desde que llegó fue esta mujer, que tenía aproximadamente su edad, pero en su rostro se reflejaba el cansancio y había algo más que Catalina no lograba descifrar.
Después de llenar el formulario, Catalina se sentó a esperar su turno, una a una las mujeres que habían ido pasando iban saliendo bastante deprimidas y se podría decir que hasta a punto de llorar, para Catalina todo parecía tan extraño, ya tenía ganas de saber que pasaba dentro de esa oficina.