Ryan es adoptado por los condes Eleazar, el sabe que es un hijo de reemplazo y cuando encuentran al legitimo hijo el trato cambia a ser hostil, así que decide escapar pars no quedarse atrapado en algo feo.
Termina en aventuras hasta que encuentra a su verdadero padre.
Su padre, el duque de Sak jamás supo de su existencia hasta que se conocieron y descubren secretos de su nacimiento.
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Esta loco
Dijo Ismael pero sinceramente este niño era extraño.
"¿Que es?".
Pregunto fingiendo no ver su mirada divertida.
"Pensaba que ahora que madre y padre han dicho que ya no eres util, ¿Por qué no te conviertes en mi persona?".
"Es decir tu has vivido mi vida en los últimos tres años y debes tener el deber de enseñarme pero desde abajo".
Esas palabras me dejaron perplejo, ¿Su persona?.
¿Un sirviente?.
"Es decir solo te dejare que vivas así conmigo porque apesar de que eres inutil porque no tienes magia, tu apariencia es como si viera a un conejo que necesito cuidar".
'¿Conejo?'.
Bueno no había duda que parecía un conejo con ojos rojos y cabello con piel blanca.
Pero no.
Me sentía ofendido.
"¿Que dices hermano?".
Pregunto pero después se quedó como si ya no le agradará algo y dijo.
"Cómo no eres hermano real creo que dejaré de decirte así, tu nombre .... Ryan... No me gusta... Creo... Que mejor te llamaré conejo como un buen nombre".
Miré a Ismael con una mirada sin emociones en este momento tenia el mayor control que podía poseer para no perder los estribos.
Pero me estaba enojando.
Cuando lo vi por primera vez me refleje, pero las semanas que siguieron el mostró como realmente es.
Un niño arrogante.
Todo el mundo dentro del condado giraba entorno a él.
Es por eso que empezó a poder controlar a todos.
Suspiré internamente y negué con la cabeza.
Hermano, no creo que sea buena idea.
Dije como si fuera ridículo lo que decía.
Ismael negó con la cabeza.
"Padre y madre quieren deshacerte de ti, yo solo quiero protegerte conejo".
Esa palabra hacia que se me pusieran los pelos de punta.
'No quiero convertirme en una mascota'.
Menos de él.
"Conejo, ven, yo puedo ayudarte".
La voz de Ismael era horrorosa a punto que me estaba dando náuseas.
"¿Puedes salir de mi habitación?".
Dije como pregunta pero quería que se fuera de mi lugar.
El me observó fijamente y sonrió divertido.
"Bien, le diré a madre y a padre que aceptaste".
Con una sonrisa divertida empezó a dirigirse hacia la salida.
En cuanto salio cerré la puerta con fuerza, mis puños estaban apretados y un sentimiento de miedo corrió de mi espalda.
¿Que rayos es esto?.
Lo último que haría sería ser un sirviente de ese mocoso.
Después de ver qué nadie más venía fui a ver mi escondite.
Debajo de la cama había un pequeño compartimiento que había descubierto desde que me instale en esta habitación.
Por ser nobles que han aumentado su influencia pude comprar cosas como un niño noble.
Tal vez lo había hecho adrede.
Una bolsa espacial donde pueda guardar lo que sea.
"He sido abandonado una vez, era normal que tuviera que prepararme por cualquier cosa".
Aunque antes habían sido amables y compresivos al grado que podía bajar mi guardia jamás lo hice.
En mi primera vida la gente siempre hacia eso, te trataba bien para después apuñalarte por la espalda.
Mirando las cosas que tenía pensé en mis futuros planes.
Ahora habían dos caminos si me quedaba en este lugar.
Me eliminaban o me harían un sirviente personal para Ismael.
En cualquiera de las dos opciones no era viable.
Aún si aceptará ser un sirviente de seguro jamás me pagarían ya que tendrían derechos por los documentos de adopción.
"Es mejor irme".
Con eso saque la bolsa dimensional que tenía muchas monedas que había recibido.
Ahora que sabía que dependería de una espada sería lo indicado ir a algún lugar para aprender.
Este sitio no es un lugar seguro para mí.
Con eso empecé a empacar ropa casual que tenía.
Miré a los alrededores buscando algo más para llevar pero no encontré nada cerca.
Vi la noche desde mi ventana y espere a que todos se fueran a dormir.
Al abrir la puerta de la habitación había un corredor vacío.
Camine calmadamente y en silencio.
La habitación donde estaban los condes está semi abierta como antes.
Ellos aún estaban despiertos.
"Ismael, mi hijo nos dio la solución mi querida esposa".
El conde con una voz más alegre se dirigió a su esposa.
La condesa también sonrió aliviada de la situación.
"Además ese niño es como un espécimen exótico".
"Me recuerda a alguien".
Dijo la condesa cuando pensó en ese niño.
"¿En serio?".
El conde pregunto pero no se le ocurrió a nadie.
"Tal vez".
El conde desestimó la duda y siguió diciendo.
"Aún así me alegra que hallamos encontrado la forma de no quedar mal, es decir si lo matamos es posible que sospechen de nosotros y si lo regresamos nos veríamos mal antes nuestros conocidos".
"Así que dejarlo al cuidado de Ismael es la mejor opción".
Los dos condes asintieron y el conde se acercó a abrazar a su esposa y fue cuando tome la oportunidad de pasar por la puerta sin que se dieran cuenta de su presencia.
Empezó a alejarse más hasta la entrada principal.
Pero al verla mejor decidió irse por la cocina.
El silencio estaba en su pleno apogeo.
Y sali por la puerta trasera.
"Ahora para algún lugar".
Salir del lugar era lo primero así que empezó a dirigirse por los arbustos y salir de la mansión.
Las alarmas de seguridad sonaron.
Un estremecimiento sentí cuando las luces del condado empezaron a prenderse.
"Maldición".
Dije intentando salir por la cerca de la mansión.
"¡Intrusos!".
Los pocos caballeros del condado empezaron a acercarse a dónde me encontraba.
Me había atorado entre la cerca.
"Pensé que pasaría con facilidad".
Me sentía como esos niños que se atoraban adrede en las cercas, pero tenía miedo.
Quería salir para correr.
Fue cuando la magia de luz me iluminó el lugar donde estaba.
Pase por el espacio estrecho, tomé aire y metí mi estómago para jalar impulso, así es como salí.
Un caballero me miró y dijo.
"¡El joven maestro Ryan!, ¡¿está saliendo?!".
Con ojos aterrorizados negué con la cabeza.
Si la alarma no hubiera sonado hubiera salido y fue cuando pensé.
¿Cuánta seguridad tendrían los magos?.
Tienen la magia de cualquier tipo a su alcance.
Maldije mi ineptitud en este momento.
La puerta principal se abrió de lejos y el caballero dijo.
"No se mueva, en un momento iremos por usted, pero creo que tendrá que explicar".
A las palabras del caballero el pánico entro en mi y empecé a correr hacia algún lado.
"¡Espere!".
El caballero gritó y el conde Eleazar se asomo para saber que es lo que está pasando.