Sara es una mujer que aprendió que los cuentos de hadas son solo cuentos y no realidades...
No solo es maltratada por su familia, en especial por el hombre que según le dio la vida, sino que también este intentó venderla de la manera más cruel a su socio.
Sabiendo que su madrastra y él esconden la verdad tras la muerte de su madre, intenta ofrecerse como carnada para descubrir aquello; sin embargo, termina siendo acusada de algo que no cometió y expulsada de la casa.
Siendo que su desobediencia a su padre la terminaría por condenar a una vida en las calles, el destino se encargaría de hacerla cruzar caminos con alguien que le daría una nueva oportunidad para vivir.
¿Podrá al fin ser feliz y tener justicia?
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capitulo 2
Un pequeño silencio se apodero de nuestro entorno.
- Por cierto, mi nombre es Sara Tornal – me presente
- El mío es Han… Han Lee – titubeo
- Ya que no nos volveremos a ver, quiero regalarte algo, es una chuchería, pero de ahora en adelante será algo significativo – le mencione mientras le colocaba en su mano una cadenilla
- Gracias – apenas y la recibió, salió corriendo – no me olvides, volveré - me grito.
Claro que me gustaría volver a verlo, pero el destino no era tan amable conmigo, me decia a mí mismo mientras lo veía desaparecer con aquel tipo robusto.
Bueno despues de un haber escapado, era hora de volver a casa donde sería el infierno.
- ¿De dónde diablos vienes? – paff una bofetada de Choi – si tu madre no tuvo el coraje para educarte, yo lo hare por ella – sus ojos querían salirse de sus cavidades.
- ¿Qué derecho le da de tomar el lugar de mi madre? -le refute furiosa
- El mismo derecho de acogerte y tenerte viviendo en mi casa – contesta insolente
- ¡Esta no es su casa! – la mire con odio. Esta casa es mi madre
- ¿Estás segura? – se rio con cierta burla
- Desde ya te informo que tu vida de princesa se acabó, si deseas seguir viviendo en MI CASA – lo remarca con burla – tendrás que ganarte a pulso este calor de hogar – sube la escales glamurosa.
Mi padre como siempre no pudo esperar hasta el otro día para salir con sus cuentos baratos. Sinceramente no se cual fue su motivo para cambiar de actitud hacia mí que soy su propia hija, bueno eso es lo que creo.
- ¿No puedes simplemente ser una hija más filial? Me has hecho quedar en ridículo – intenta darme una bofetada.
- Soy tu hija, no mercancía – proteste dando un paso hacia atrás.
- ¿Sabes los millones que estan en juego? Hija no seas rebelde y deja que papá haga las cosas más fáciles - intento de padre dolido.
- No me uses para tus negocios, entonces no te molestare – solo lo ignore
- Hija tu… - no lo deje terminar
- Iré a descansar, buenas noches – subí lo más rapido posible
Los dias pasaron y como lo dijo la bruja de mi madrastra, mis dias de “princesa” se acabaron, mi disque hermanita compadecida intenta darme ánimos, pero ni piense que le creo su hipocresía.
Lo único bueno de todo esto es que al menos aún conservo mi dormitorio, aunque no tengo sirvientes que lo arreglen por mí, eso no es problema, puedo hacerlo sola, al igual que mis tres comidas diarias, en fin, soy como una cenicienta, pero con la diferencia de que al menos tengo amistades y no soy temida por ese par de brujas.
Aun recuerdo cuando abusaron de la inocencia de Margarita, la dama quien hace les servía en la cama (como niñera)
RECUERDOS
- Fuiste tu criada mojigata – gritaba Suny
- No señorita, yo no fui – se defendía
- ¿Qué pasa Suny? – corría desesperada Choi
- Esta criada mojigata se robó mis pendientes mamá – la señalaba victimizada
- Se lo juro señora, no fui yo – seguía defendiéndose
- Criada igualada – paff resonó la bofetada – ¿te atreves a llamarle mentirosa a mi hija? Si ella dice que fuiste quien robo sus pendientes, debes asumir la responsabilidad – chasquea los dedos furiosa
Su querida ama de llaves y señora de confianza Ana, corre de inmediato con una pequeña sonrisa en sus ojos.
- Llévatela y échala a los perros – típica frase de una arrogante
- Señorita por favor tenga piedad, no robe nada – me suplica
- Está bien Margarita – le respondí y me acerqué a mi hermanita – antes de juzgar deberíamos comprobarlo
– intente entrar a su habitación, pero su madre me detuvo.
- Ana, llévate a esta insolente y dale una lección – abrió su bonita boca.
Algunos sirvientes de confianza de mi madrastra nos arrastraron hacia el jardín y basta con decirles que una tablilla quedo marcada en mi espalda, ni que decir de Margarita, a ella la encerraron en una habitación donde los gritos no cesaban, no me imagino la tortura que recibió y solo por el capricho de MI HERMANITA
Y así fue mi querida infancia hasta cuando cumplí los 18, siempre me daban sorpresas en cada cumpleaños, si no era parte de un trato comercial, debía ser objeto para adquirir lo que mi padre quería, incluso volverme a vender, la verdad ya no me sorprendía nada, así como ahora que estoy en el hangar del aeropuerto lista para irnos de vacaciones a Seúl, claro yo no como una hija, sino como la criada.
Aquel viaje cambió mi vida en un giro de 360°, la sorpresa que me esperaba al bajar del avión, puedo decir que cambio mi mundo.
- Deberíamos primero visitar a nuestros padres – insistía Choi
- Está bien querida – respondía mi padre.
Muy glamurosa y elegante como es ella, nos encaminamos hasta una villa muy lujosa, la decoración era extravagante para mi gusto, pero había que respetar las tradiciones y sus culturas, “solo intentaré pasar desapercibida”, eso me repetía mentalmente una y otra vez, pero mi suerte no era esa. Pronto una pareja de ancianos nos recibió, a pesar de aparentar una edad muy avanzada, sus aspectos impecables los hacía ver vigorosos.
A leguas se notaba en sus caras las burlas, claro que yo no entendía de que hablaban, pero me imagino que no me estaban alabando.
- Va a hacer interesante tu estadía aquí muchacha – dijo el anciano
No entendí su sarcasmo, pero puedo entender la mirada de felicidad de Choi. Aquel día fue tranquilo para mí, tanta paz me estaba asustando, pero como siempre digo, la suerte no está de mi lado.
Al siguiente día muy temprano un golpe fuerte despertó mi tranquilo sueño. Era mi madrastra, la cual en sus patéticas palabras me decía:
- Ve hacer algo de comer que no estás de vacaciones para que holgazanees – se da media vuelta y se va.
Ya decía yo, que esta paz solo era el inicio de la tormenta; muy relajada mentalmente fui hasta la cocina y prepare el desayuno como de costumbre, después de un rato todos se servían en la mesa, yo por mi parte desayune en paz en la cocina.
