Solo Una Mirada ( Saga I - Sobreprotectores )

Anna:

Después de bastante tiempo, tenía un fin de semana libre. La noche anterior, decidí cancelar el despertador para poder dormir sin interrupciones; sin embargo, olvidé por completo quitarle el sonido al teléfono, lo que resultó en que mi placentero sueño fuera interrumpido a las 07:00 AM...

Refunfuñando y buscando con mi mano a tientas en la mesa de noche, el causante de aquella interrupción, sin siquiera abrir mis ojos, respondí:

"Hola" —con mi voz de ultratumba y mi cerebro parcialmente despierto.

-Buenos días, mi pequeña gruñona" —la voz de Theo sonaba demasiado animada para mi gusto— "

-Me preguntaba por qué hasta esta hora no había recibido mi felicitación de cumpleaños de mi hermana favorita.-

-Lo siento, el número al cual llama se encuentra fuera de servicio. Pruebe nuevamente más tarde" —respondí, imitando una voz de computadora.

-Tu humor matutino realmente es una delicia. Si no consigues novio con eso, al menos puedes conseguir un trabajo de operadora telefónica —su suave carcajada terminó de despertarme.

"-Hmm, lo tendré en cuenta dentro de mis opciones. Ya, Theo, ¿qué quieres tan temprano?" —suspiré profundamente mientras me sentaba en la cama como indio.

-Quiero recordarte mi saludo de cumpleaños, ya que todos los años lo olvidas, y la fiesta de esta noche por mis 30 hermosos años. Por lo que no debes ni puedes faltar, y menos no traerme un obsequio —sonaba entusiasta pero a la vez exigente, su tono no daba lugar a una respuesta negativa.

-Pensaba saludarte por la tarde Theo, sabes que detesto las reuniones de gente snob, y en tu cumpleaños sobran esos personajes- Joder es que si lo había olvidado, pero era información que no pensaba darle.

-Anna, desde que mamá no está, no te gusta ninguna reunión familiar. Sabes cuánto te amo y lo importante que eres para mí. ¿Puedes al menos hacer un esfuerzo, por mí, por papá y Gabriela? Solo date la oportunidad de disfrutar un poco más. La vida no es solo trabajo, entrenamiento físico y comer pizzas con amigos. Nosotros también te necesitamos, necesitamos a la alegre Anna que decidiste esconder en algún rincón. Además, puedes venir con los otros dos chiflados amigos que tienes-

Theo hablaba con dulzura y nostalgia, y prácticamente era un ruego hacia su hermana menor. Suspiré profundamente, tratando de alejar de mi mente los recuerdos de madre, que en cada uno de nuestros cumpleaños nos despertaba a las 07:00 AM con un pastel y una hermosa sonrisa, para que empezáramos el día alegre. Luego nos dejaba en el colegio, al recogernos nos esperaba una fiesta de cumpleaños, que se esmeraba en preparar y a la que invitaba a todos nuestros amigos.

-¿Esperas que ese monólogo psicológico emotivo funcione?" - dije  guardando silencio, esperando su respuesta.

- No lo sé\, tu dime- Respondió con humor

-Ok, ok, contarás con mi humilde presencia, pero no cuentes con ningún obsequio. Tú me debes el del año pasado" - solté, tratando de sonar ofendida, aunque sabía que no lo creería.

-¡Genial! ¡Es el mejor regalo que me estás dando! Pero a los otros dos chiflados, hazlos comprar un obsequio. Soy muy materialista jajajajaj" - se carcajeó con mucho ánimo.

-Ahora, déjame ir a desayunar y tú mueve el trasero para hacer algo productivo - le dije en tono de regaño. Nos vemos a la noche, pequeña gruñona.

-Theo ... Feliz cumpleaños, emmm, sabes, yo...- Dije entre blabuceos

-Tranquila, lo sé, yo también te amo, Anna-

Cortó la llamada, y dejó una leve sonrisa en mi rostro. Sin dudas, él siempre estaba ahí, cuidándome, acompañándome, pendiente siempre de demostrarme su cariño. Salí de la cama y fui a ducharme. Después de desayunar, salí a correr un poco. Cuando regresara, llamaría a Kevin y Marie para informarles los planes para la noche, los cuales sabría que aceptarían sin dudas.

La brisa de la mañana era fresca, con mis auriculares puestos, corría sumergida en mis pensamientos y recuerdos, algunos tan secretos que solo volvían para atormentarme. Imaginaba que cada zancada más rápida me permitía dejarlos atrás, convirtiendo mi carrera en una fuga de esos recuerdos indeseados.

Habían pasado más de 45 minutos desde que comencé a correr cuando, de repente, sentí algo que se apoyó con fuerza en mi espalda, haciéndome caer de golpe al suelo. Mis rodillas y manos se rasparon al intentar evitar que mi rostro chocara contra el suelo, aunque fue en vano debido a la velocidad y el repentino impacto.

-¡Pero qué carajos! - solté entre el enojo y el dolor. Al intentar incorporarme, un gran ovejero alemán trataba de lamer mi rostro y volver a apoyar sus patas sobre mí. Saqué mis auriculares y comencé a levantarme lentamente, sacudiendo mi ropa con una mano, mientras con la otra intentaba apartar al cariñoso pero efusivo animal.

Mientras estaba tratando de atar mis cordones y limpiar mis rodillas, escuché una gruesa y varonil voz.

-¡Chase! ¡Ven aquí! ¡Ahora! - su voz era agitada pero ronca y profunda. Levanté la mirada y solo pude perderme en sus ojos, un océano profundo que me arrastraba. No podía mirar a otra cosa; mi cuerpo no reaccionaba, no podía hablar y no escuchaba nada a mi alrededor. Solo podía contemplar esos profundos ojos. Definitivamente, mi cerebro entró en cortocircuito. Tan solo una mirada, y ya no sabía ni dónde estaba ni qué había pasado.

- ¿Estás bien? ¿Puedes oírme? - preguntó realmente preocupado.

Lentamente, salí de mi estado de letargo, en el que debí haber parecido idiota como mínimo, y traté de hacerme la ofendida, como para recuperar un poco la dignidad.

- Sí\, gracias. ¿Es que no sabes que existen las correas? - dije toda digna\, con mis piernas llenas de tierra y mi cabello... bueno\, quizás sería lo más parecido a un nido de pájaros.

- Lo siento mucho\, Chase no suele comportarse así. Traté de avisarte\, pero no escuchabas\, y no llegué a tiempo.

TRITI DI IVISIRTI!!! - dije con una nueva de dolor en mi rostro- No se trata de avisar, genio !!se evita con una simple correa!!-  Cuando bajo mi vista, veo al perro sentado a mi lado mirándome con la lengua afuera.

- No es tu culpa\, hermoso. Es que tu dueño aún no ha desarrollado la capacidad de prevenir - dije cariñosamente\, rascando su cabeza.

Sentí su mirada molesta sobre mí, pero no quería mirarlo. Esos ojos tenían un efecto en mí que realmente me preocupaba. De repente, se aclaró fuertemente la garganta y me habló.

- Nuevamente lo siento. ¿Puedo llevarte a un médico? Déjame que te acerque a tu casa\, o quizás quieras sentarte\, beber algo fresco y descansar un poco - su tono de voz sonaba preocupado pero a la vez era relajante.

- Tranquilo\, he sobrevivido a cosas peores. Soy una chica fuerte - respondí con una sonrisa de lado-. Ya estoy bien y puedo seguir a casa sola. Te agradezco.

- ¿Segura? No es ninguna molestia\, es más\, sería un placer\, ya que ha sido nuestra culpa.

Y de nuevo estaba ahí, mirándolo como boba. Esos hermosos ojos. Él me miraba de la misma manera. Fueron unos segundos, pero parecieron largos minutos. De repente, una voz conocida rompió el hechizo.

-Anna!!! ¿A dónde estás? Me preocupé esta mañana cuando no te encontré en el parque - Kevin llegaba a nuestro lado, con su ropa deportiva, ya que solemos encontrarnos en el parque a la misma hora para correr. Nos miraba a ambos confundido cuando volvió a preguntar:

-Anna, pequeña, ¿estás bien? ¿Por qué estás tan golpeada, bonita? - Kevin observaba mis rodillas y mi rostro un tanto preocupado, por lo que me apresuré a responder algo entrecortada:

-Todo bien, Kev, solo tropecé con esta belleza - dije señalando al perro y encogiendo mis hombros -. Pero ahora que mi médico personal llegó, ya estoy más tranquila - dije restándole importancia y ofreciéndole una sonrisa.

De pronto, este hombre de hermosa mirada carraspea y nos interrumpe:

En serio, puedo llevarte a un hospital o a donde te quede cómodo - insistió.

Le resté importancia y pasé mi brazo sobre los hombros de Kevin, apoyándome en él:

Está todo bien, solo fue un accidente - tiré un poco de Kevin para irnos, me di vuelta y mientras saludaba con la mano le dije - para la próxima no olvides la correa - así, como si nada, giramos con Kevin y empezamos a caminar en dirección contraria, exigiendo con toda mi voluntad a mi rostro girar para verlo una vez más.

Theo Moore:

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