⚠️ Continuación de: Tú, sólo tú... |Trilogía: En las buenas y en las malas #1 ⚠️
🚨 Advertencia 🚨
Si no has leído el primer libro de está Trilogía, te invito a hacerlo para que puedas seguir el hilo de la historia.
Sin más que decir, te dejó con la sinopsis...
.
.
.
Sinopsis:
No todo matrimonio casi perfecto, empieza como tal.
Sobre todo, si en el primer encuentro uno de los dos, vomita sobre el otro.
¿O tal vez si?
NovelToon tiene autorización de Maria Solis para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Prólogo.
Londres, año 2007.
Las puertas del gran edificio se abrieron de par en par.
Todos los que estaban dentro, se hacían a un lado, daban una reverencia rápida o balbuceaban un "buenos días" antes de desaparecer del campo visual de la oji aceituna.
Sin embargo, un hombre de traje gris claro, la esperaba perfectamente peinado mientras sostenía una tablet en su mano.
—Buenos días. —saludo con una reverencia marcada
—Buen día. —ladró la mujer al pasar a su lado y seguir de largo
El pelirrojo, no perdió tiempo y la siguio de cerca.
—Itinerario de hoy. —ordenó la mujer, de manera tajante mientras se dirigia a su oficina
El oji verde, encendió la tablet que tenia en mano y empezó a leer los pendientes del día.
—Tiene una reunión de ejecutivos a las 8:30 a.m. Luego tiene un desayuno con un accionista a las 10:00 a.m. Una reunión con el departamento de finanzas a las 11:00 a.m. También una entrevista con el periódico local a las 12:30 p.m. Por último un almuerzo con su madre a las 3:00 p.m. Y me ha pedido que le entregue esto... —le tendió una carpeta
La oji aceituna la tomó y ojeo sin detener su caminar.
—¿Qué es esto?
—Propuestas para el proyecto de las farmacéuticas que desea construir alrededor del mundo.
La castaña miró con irritación al pelirrojo.
—Le dije a mi madre que ese es un proyecto muy ambicioso. —murmuró, cerrando la carpeta —Necesitamos socios económicamente fuertes o patrocinadores como mínimo, una farmacéutica está bien pero, ¿Dos?
—Cuatro. —le corrigió el oji verde
La trigueña se detuvo en seco y volvió a mirar el interior de la carpeta.
—Francia, Corea del Sur, Italia y New York. ¿En serio? —le miró —¿De dónde espera sacar tanta capital? —gruñó y sacudió la cabeza mientras cambiaba de dirección —Cuatro farmacéuticas nos llevará como mínimo 3 años de planeación y aún más la ejecución.
—Al parecer hay una familia de renombre que desea ayudar. También son expertos en genética y están interesados en el proyecto de su madre.
—¿Quiénes? —la mujer se plantó frente a los elevadores
—La familia Conde.
La castaña miró extrañada al asistente de su madre, pero antes de hablar, el hombre lo hizo.
—El jefe de familia está interesado en el proyecto y si se lo planteamos bien, podríamos recibir hasta el 70% de la financiación de este.
La trigueña asintió.
—Bien, quiero hablar con mi madre para hacerla entrar en razón —gruñó, apretando el botón del ascensor —Si no lo consigo, supongo que tendremos que conocer a los Conde y buscar quien diseñe el ambicioso proyecto de mi terca madre.
Las puertas del elevador se abrieron en su sonar peculiar.
—¡Lindo día, Peter!
La castaña y el oji verde, miraron salir del interior de la caja de metal a una mujer de cabello dorado, quien portaba un hermoso vestido floreado color azul.
—Lindo día, señorita. —sonrió Peter con cortesía
Cuando la rubia poso sus grises ojos en la castaña, dio un salto y se estremeció, pero logró contener una maldición.
—Sira... —la mujer palidecio y saludo con un leve movimiento de cabeza —Buenos días.
—Andrea. —ladro la oji aceituna, sin ánimos de ocultar su desagrado —Supongo que vino a ver a mi madre.
De pronto, la rubia recuperó su confianza y postura.
—Supones bien... —sonrió ampliamente —Bien, me retiro. Excelente día para ambos...
—Que tenga un excelente día, señorita Luna. —le contesto Peter
Pero, Sira, no le respondió.
La mujer les sonrió coquetamente y se alejo de ellos a pasos casi danzantes.
—Esa mujer no me agrada en lo absoluto. —gruñó la castaña —Me da mala espina.
—Su madre al parecer le tiene confianza.
—Me pregunto... Que le vino a decir a mi madre esta vez. —murmuró, ladeando la cabeza mientras la veía salir del edificio.
—Nunca lo sabremos. —Peter, se encogió de hombros
Ambos entraron al elevador.
—Debe decirle cosas importantes ya que no permite que nadie esté en sus reuniones, ni siquiera su más fiel mano derecha... —respondió la castaña, mirando al secretario
—Si no soy requerido, no me entrometo.
—En efecto... —suspiró —No deseo más dolores de cabeza por culpa de mi madre, ¿qué más hay para hoy? —cuestionó, mientras las puertas del elevador se cerraban con ellos dentro.