Un grupo diverso de guerreros humanos y elfos, una vez divididos por la desconfianza y el conflicto, ahora se une en un campamento vibrante, trabajando juntos para construir un futuro de paz y colaboración, mientras superan sus diferencias y abrazan la esperanza de una nueva era.
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Capítulo 1: El Eco de la Guerra
La Ciudad de Neón se alzaba imponente bajo un cielo cubierto de nubes eléctricas, donde destellos de luz de neón iluminaban las calles llenas de humanos y seres mágicos. Era un lugar donde la tecnología y la magia se entrelazaban, y la guerra era un eco constante en el aire. En uno de los muchos edificios flotantes, Alex, un guerrero humano, se preparaba para enfrentarse a lo que podría ser la batalla más decisiva de su vida.
“¿Estás listo, Alex?” preguntó su compañero, Marco, ajustándose la armadura de combate que brillaba con luces pulsantes.
“Listo, pero tengo un mal presentimiento,” respondió Alex, afilando su espada de energía. “La tensión en el aire es palpable. Siento que algo grande está por suceder.”
“No puedes dejar que eso te afecte, hermano. Recuerda lo que está en juego. Debemos proteger a nuestra gente,” dijo Marco, dándole una palmada en la espalda.
“Lo sé, lo sé. Pero no puedo evitar sentir que esto es diferente. Hay algo en el aire,” murmuró Alex, mirando por la ventana hacia el horizonte donde se vislumbraban las sombras de los elfos.
“Los elfos vienen. ¡Prepárate!” gritó Marco, y ambos guerreros se pusieron en posición.
La ciudad se llenó de gritos y el sonido de las espadas al chocar. En la distancia, las fuerzas élficas se acercaban, sus figuras esbeltas y ágiles iluminadas por la magia que emanaba de sus cuerpos.
“¡Por la humanidad!” gritó Marco, levantando su espada.
“¡Por nuestra libertad!” respondió Alex con determinación.
Mientras se lanzaban al campo de batalla, las luces de la ciudad brillaban intensamente, y los sonidos del combate llenaban el aire. Alex se movía con agilidad, esquivando ataques y contraatacando con su espada de energía. Los elfos, con sus arcos y magia, disparaban flechas encantadas que iluminaban la noche.
“¡Alex, a tu izquierda!” gritó Marco.
Alex giró y vio una flecha mágica cortando el aire hacia él. Con un movimiento rápido, desvió la flecha con su espada, haciendo que esta se desintegrara en una explosión de luces brillantes.
“¡Buena reacción!” exclamó Marco, mientras cortaba a un elfo que se acercaba.
“¡No tenemos tiempo para halagos! Debemos avanzar!” dijo Alex, mientras se abría camino entre los elfos.
La batalla continuaba, y el eco de la guerra resonaba en el aire. Alex sentía la adrenalina bombeando en sus venas, pero a medida que luchaba, una extraña sensación de inquietud lo invadía. Algo más grande que esta simple guerra estaba en juego.
De repente, un grito desgarrador resonó a su alrededor. Alex se volvió para ver a un grupo de elfos lanzando hechizos devastadores, creando una onda de energía que arrasaba con todo a su paso.
“¡Retirada!” gritó un comandante humano, pero la orden llegó demasiado tarde.
La energía mágica se disparó hacia Alex y Marco. Alex se lanzó hacia el lado, pero Marco no tuvo tiempo de reaccionar. La explosión de magia lo arrojó hacia atrás, dejándolo inconsciente.
“¡Marco!” gritó Alex, corriendo hacia él. Sin embargo, los elfos lo rodeaban, y su furia lo mantenía a raya.
“¡No lo toquen!” gritó una voz femenina desde la distancia. Era Lyra, una guerrera elfa, su cabello largo y plateado brillaba con la luz de la magia. Con un gesto de su mano, desató un hechizo que lanzó a varios guerreros humanos por los aires.
“¡Eres una traidora, Lyra!” gritó uno de sus compañeros, pero ella no le prestó atención.
“¡Basta! No somos enemigos, ¡somos víctimas de un poder mayor!” exclamó Lyra, intentando hacerse oír sobre el caos.
Pero su voz se perdió en la confusión. Alex, viendo que Marco estaba en el suelo, no podía dejar que su amigo quedara atrás. Con determinación, se lanzó hacia donde estaba su compañero, esquivando ataques por la izquierda y la derecha.
“¡Déjame pasar!” gritó Alex, empujando a un elfo que se interponía en su camino.
“¡No lo harás!” respondió el elfo, levantando su arco, pero Alex lo desarmó con un golpe preciso de su espada.
Finalmente, llegó hasta Marco y lo sacudió. “¡Marco, despierta! ¡Necesito que te levantes!”
Marco abrió los ojos lentamente, aturdido. “¿Qué ha pasado?”
“Estamos en medio de una batalla. ¡Debes levantarte!” le instó Alex, ayudándolo a ponerse de pie. “Lyra está tratando de ayudar, pero no podemos permitir que esto continúe.”
“¿Lyra? ¿La elfa?” preguntó Marco, mirando hacia donde estaba la guerrera. “No podemos confiar en ellos.”
“¡Es nuestra única opción!” gritó Alex, mientras un grupo de elfos se acercaba. “Si seguimos peleando, estamos condenados.”
Con una mirada decidida, Marco asintió y ambos se acercaron a Lyra. Ella estaba en medio de una confrontación con otros guerreros élficos que no estaban dispuestos a escucharla.
“¡Lyra!” gritó Alex. “¡Necesitamos unir fuerzas!”
Lyra se volvió, sorprendida por la propuesta. “¿Estás seguro? La lealtad de tu raza está en juego.”
“Lo sé, pero esto es más grande que nosotros. Debemos detener al hechicero que nos está manipulando,” respondió Alex con fervor.
“¿Hechicero? ¿A qué te refieres?” preguntó Lyra, con el ceño fruncido.
“Hay algo oscuro detrás de esta guerra. Alguien está alimentando el conflicto para sus propios fines,” explicó Marco. “Podemos luchar entre nosotros o luchar juntos contra el verdadero enemigo.”
Lyra miró a ambos hombres, evaluando la sinceridad en sus ojos. “Si vamos a hacer esto, necesitaremos un plan. No podemos dejar que nuestro orgullo nos ciegue.”
“¿Qué propones?” preguntó Alex, listo para seguir su liderazgo.
“Debemos retirarnos y reunir a las fuerzas que aún estén dispuestas a escuchar la verdad. Luego, podemos confrontar al hechicero,” sugirió Lyra.
“¿Y si no hay nadie que quiera escuchar? La guerra ya ha comenzado,” dijo Marco, escéptico.
“Debemos intentarlo. Si no lo hacemos, todos perderemos,” insistió Lyra.
Con un asentimiento, Alex y Marco se unieron a Lyra. Juntos, comenzaron a retroceder, tratando de evitar el caos que se desataba a su alrededor. Sin embargo, no fue fácil. Los elfos que no estaban dispuestos a escuchar continuaron atacando.
“¡Cúbranme!” gritó Alex, mientras levantaba su espada y se preparaba para desviar los ataques. La energía chisporroteaba a su alrededor mientras se enfrentaba a varios elfos.
Lyra conjuró un hechizo de protección, creando una barrera mágica que desvió las flechas. “¡Sigue! ¡No te detengas!”
Marco se unió a la lucha, luchando con determinación. “¡No dejaremos que nos detengan!”
A medida que avanzaban, la batalla se tornaba más intensa. Sin embargo, la determinación de Alex, Marco y Lyra brillaba con fuerza. Juntos, estaban decididos a encontrar la verdad detrás de esta guerra.
Finalmente, lograron llegar a un lugar más seguro. Lyra se volvió hacia ellos, su expresión era seria. “Debemos encontrar a aquellos que estén dispuestos a escuchar. Hay un consejo de ancianos en el bosque encantado que puede ayudarnos.”
“¿El bosque encantado? Es un lugar peligroso,” advirtió Marco.
“Lo sé, pero es nuestra única esperanza. Si no lo hacemos, el hechicero ganará,” respondió Lyra.
Alex asintió. “Entonces vamos. No hay tiempo que perder.”
Mientras se preparaban para partir, un rugido atronador resonó en el horizonte. Una sombra oscura se cernía sobre la ciudad, y un grupo de criaturas aterradoras emergió del caos.
“¡Rápido! ¡Debemos irnos!” gritó Alex, mientras se lanzaban hacia el bosque.
Con cada paso, el eco de la guerra resonaba en sus corazones, pero también había una chispa de esperanza. Juntos, podrían desafiar el destino y desentrañar la verdad detrás de la guerra que los separaba.
En el camino hacia el bosque encantado, un nuevo destino se vislumbraba. Un destino que cambiaría sus vidas y el curso de la historia para siempre.