Cristal Herrera una joven que quedó bajo la tutela del doctor Aldo Galarza al perder a sus padres en un accidente, sufre de sonambulismo debido a ese trágico suceso que marco su vida. Su tutor la ayuda a superar ese trastorno del sueño. La llegada de Joaquín, el hijo mayor del doctor, despertó en ella un deseo sexual que solo lo complace en sus sueños o eso ella cree.
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Capitulo 1- Cuando la conocí
Narra Joaquín
Soy el hijo mayor del doctor Aldo Galarza, mi padre siempre fue muy benevolo con sus pacientes, entregado en cuerpo y alma a su profesión.
Desde chico tuve que saber compartir el cariño de mi padre, saber que no solo yo dependía de él. Que no siempre podía asistir a todos los eventos en la escuela o el colegio.
Mi madre era la única que estaba y siempre lo defendía y me pedía que comprenda que él me quería mucho por ser su hijo, pero su trabajo le exigía ciertos sacrificios a los cuales se ve que mi madre se supo adaptar o resignar.
Pero todo cambio cuando mi madre sufrió ese accidente junto a mi hermano más pequeño, un borracho los arrollo cuando ella lo llevaba al jardín.
Mi padre me envió a un internado y él se quedó siguiendo su trabajo, directamente ya no volvió a la casa, vivió en el hospital.
Su explicación era que no podía hacerse cargo de mi y que lo mejor era que yo pueda formar mi camino para ser un profesional el día de mañana y me pueda sostener con mi trabajo.
Pero yo sabía la verdad, era parecido a mi madre y verme le provocaba un dolor muy profundo en el pecho, le recordaba que ella ya no estaba con nosotros.
Después me escribía que gracias a su amigo Hugo y a su linda familia empezó a disiparse ese dolor que tenía por la perdida de mi madre y comprendió que con alejarme no enmendaba nada, por lo que cuando guste podía volver que me esperaba.
Pero por mi parte no podía perdonar que me alejara así, me sentí abandonado, sentía que no me quería lo suficiente y todo empeoró cuando me enteré que tomo bajo su tutela a la única hija de su amigo Hugo debido a que fallecieron en un accidente y le prometió que la cuidaría como si fuera su hija.
Cuando estuve en casa por las vacaciones la conocí, no era muy agraciada siempre estaba como si deambulara somnolienta, era de contextura delgada, cabellos largos lacios hasta la cintura, ojos grandes redondos marrón claro como dibujo de caricatura, labios finos rosados, rostro fino, sus manos eran delgadas y sus dedos largos, usaba uñas bien cortas y prolijas, lucia siempre un vestido de algodon color claro celeste con flores pequeñas y cuello alto como una niña recatada, zapatos bajos de charol en negro con hebilla, todo un angel ante los demas yo la veia como el mismo demonio en persona por sacarme el cariño de mi padre.
Mis celos crecieron al ver como mi padre le dedicaba todo su tiempo, se preocupaba en asegurarse que este cómoda a la hora de dormir, permanecia casi dos horas leyendo cuentos para ella.
"No es una bebé tiene 14 años", ofuscaba en los rincones, yo solo le llevaba tres años y no recordaba que él me leyera nada jamás.
Siempre cuidaba que no comiera nada dulce antes de dormir, le daba leche tibia y nunca le daba ninguna bebida azucarada.
Un día para hacerle la contra antes de que se vaya a dormir le di un chocolate.
-Ten Cristal. Le dije de paso sin que vea mi padre.
-¿Desde cuándo eres amable?. Me preguntó incrédula, se daba cuenta de que no me agradaba, yo no hacía mucho tampoco para ocultar mi desprecio hacia ella.
-Solo quiero ser amable. Le respondí riendo por dentro, no podía pegarle, ni cortarle su larga cabellera porque el castigo que me proporcionaría mi padre sería terrible.
Estando en mi cuarto durmiendo un fuerte ruido de que algo choco contra la mesa que había en el corredor me despertó. Me levanté apenas calzando las pantuflas y poniéndome una campera al estar fresca la noche.
"Debe ser ese gato que se volvió a meter", pensé al recordar el gato del vecino que siempre husmea en nuestra cocina.
Cuando salgo me quedé parado tieso, creí que ví un fantasma, pero al mirar bien me di cuenta que era Cristal con su piyama blanco caminando descalza en dirección al enorme ventanal que daba a la terraza en construcción, me apresure a seguirla.
-¿Qué haces levantada?. Le pregunté, pero enseguida me percaté que caminaba dormida, al pararse ante mi sin moverse y esquivarme como si siguiera un camino, estaba a punto de dar un paso más por el enorme ventanal que estaba abierto y solo el vacío estaba abajo al estar alejado diez metros del suelo del jardín trasero aún no se terminaba de hacer esa parte de la terraza. La ataje girandola hacia mi, caímos pesadamente al suelo, mis manos tocaron sus senos que los tenía redondos como dos copas pequeñas de vino al quedar sobre ella, mi pene reacciono ante el roce de su figura delgada y cálida, mi corazón latio acelerado al haber rozado sus labios con los míos por accidente, todo mi cuerpo se estremeció.
Ella me miro pestañeo varias veces como reaccionando.
-¿Qué haces?. Me pregunta.
Carraspeo nervioso incorporándome para que no note la reacción de mi cuerpo al haber tocado sus senos y besado sus labios por accidente.
-Te salvó... Te ibas a caer por ahí. Le señaló con el dedo hacia el ventanal.
Ella se tapo la boca nerviosa.
-No de nuevo. Dice entre dientes.
-¿De nuevo?. Le pregunto.
-Suelo caminar dormida cuando algo me perturba o como algo dulce... Esto es tu culpa... Me diste un chocolate. Me señala con las cejas fruncidas.
-Que culpa tengo que seas un fenómeno... Solo quise ser amable. Me escuso rápido.
-Eres un maldito. Ofusca al incorporarse y alejarse molesta.
La miro de atrás y veo su figura a través de su ropa traslúcida que no deja mucho para la imaginación y mi erección crece.
"Esto no puede ser, no me agrada, es una mocosa con cuerpo de mujer, pero no deja de ser una molestia", me digo a mi mismo reprochandome, no podía sentir atracción por alguien así.
Pero cómo podía hacer entender a mi zona baja eso, estaba altivo, firme, debía ir al baño a deshacer eso, mientras estaba parado dandome caricias a mi mismo, la imagen de Cristal y la sensacion en mis manos de la redondes de sus senos no se me iban, sentia como el calor crecia y como fluia todo orgasmo que deje en el inodoro y limpio con papel lo que se salpicó fuera de el, me doy una enjuagada, renegando contra mi mismo.
"Jamás me puede gustar esa mina"
"Es solo piel y huesos", me repetía queriendo buscarle algo malo para no sentir ningún tipo de atracción por ella.
Después de esa noche la evitaba, ya no quería cruzarla en ningún momento, pasaba mi tiempo con mis amigos o saliendo a fiestas.
Ella no salía, siempre estaba en la casa y su lugar era la biblioteca, mi padre le daba tutoría en diferentes áreas o venían otros profesores.
-Hijo. Me llamo mi padre.
-Si. Le respondí sin ganas.
-Entiendo que no te agrade Cristal... Qué sientas celos porque me dedico a ella... Pero debes saber que nunca nadie te reemplazará... Tu eres mi hijo... Te quiero mucho... Pero debes entender que ella perdió a sus padres y desde entonces sufre de trastornos del sueño... Solía tener terrores nocturnos al revivir el accidente que sufrió junto a sus padres... Después se levantaba dormida a caminar... Por eso implemente una dieta especial para ella... Una rutina que la relaja antes de dormir y no tenga esos padecimientos. Me cuenta mi padre.
-¿Por qué me cuentas eso?. Le pregunto desganado
-Para que comprendas que mi cuidado hacia ella no es por favoritismos... Es para curar lo que padece. Me explica.
-Esta bien. Le respondí retirandome a mi cuarto.
Al terminar la semana regrese al internado aliviado de no tener que tratar con Cristal.
Mi padre me escribio contándome que Cristal mejoro y la envío a un internado para que reciba una mejor orientación en la carrera que desee seguir para su futuro.
*CINCO AÑOS MAS TARDE
Pasaron los años, por fin me recibo de mi carrera y mi padre viene a la celebración, eso me alegro, lo único que no me gustaba la idea era que venia acompañado de Cristal.
Mi padre como nunca estuvo en primera fila y fue él el que me dió en mano mi certificado de conclusión de curso, nos tomamos una foto, fue muy conmovedor.
-¿Y Cristal?. Le pregunté, no me agradaba su presencia, pero no podía ser descortés tampoco.
-Ella estará en el banquete... Se atrasó su vuelo. Me explico.
La fiesta se realizó en un salón del campus, mi padre se sentó en la mesa junto a otros padres, por mi parte me acomode con mis compañeros y amigos en la mesa que teníamos asignado.
Se ve que Cristal no quería verme y solo uso de escusa lo del vuelo para no presentarse no la vi en la fiesta.
Cuando todos estaban bailando y mi pareja estaba muy pasada de copas por lo que sus padres se la llevaron me quedé solo en la mesa bebiendo mi trago. Levanté la mirada encontrándome en la entrada con una joven muy hermosa de cabellos castaños rojos recogido,un vestido al cuerpo celeste con un tajo en la pierna. No le ví casi el rostro al estar mirando su celular como buscando a alguien.
Me incorpore como resorte y me le aproxime.
-Bailas. La invite, retiro su celular del rostro y su belleza era incomparable, tenía todo cuerpo y rostro, parecía que los angeles tocaron campanas en ese instante.
-Eso si... No tienes pareja. Le dije enseguida.
-No tengo. Me respondió y extendió su mano hacia mi.
Me sentía el hombre mas dichoso del planeta, mis amigos me hacian con él pulgar hacia arriba por estar bailando con ella.
-¿Qué estudias?. Le pregunté.
-No soy de aquí. Me respondió.
-Eres invitada de algún graduado. Le dije.
-Si. Me respondió, no era de muchas palabras, y eso me fascina, no me agradaban las chicas que hablaban como loro, ni las que se reían peor que hiena.
-¿De qué se recibió?... En una de esas lo conozco. Le consulte.
-Pues ...
-Cristal... Al fin pudiste llegar. Escucho que dice mi padre y senti como si de verdad escuchará que se rompía mi ilusión en ese instante.
La patito feo se convirtió en cisne que ni la reconocí.
-Si... Fue difícil... Y Joa. Le pregunto.
Ella tampoco me conoció.
-Es con el que bailas. Le dijo y se soltó de mi como si tocarme le quemara.
-Ah... Cambiaste... Y adquiriste maza corporal... Ya no pareces un fideo mojado. Me dijo con una voz dulce pero que larga veneno en mi contra.
-Y tu ya no pareces un cachalote. Le respondí.
-Nunca fui gorda. Me dijo.
-Me refiero en época de escasez que quedan delgados con la piel flácida y arrugada. Le aclaró sacándole la lengua.
-Chicos por favor... No inicien... Se supone que ya son grandes... Sentemonos juntos. Nos dice mi padre.
La veo que se prende del brazo de mi padre y al alejarse pude apreciar su trasero, que lo tiene bien redondo como para rebotar en el.
"Qué estoy pensando, es mi nemesis", me cacheteo.
Nos sentamos y mi padre se retiró a atender una llamada.
-¿Cómo estuvo la celebración?. Me pregunta Cristal queriendo sonar amable.
-Muy bien... Hasta que llegaste. Le dije sin poder aguantar las ganas de decirle algo que la lastime.
-Al parecer te aburriás... Corriste a sacarme a bailar. Me respondió.
-Eso porque no te reconocí... Había sido que el maquillaje tapa tu cara de ogro. Le digo.
-Se ve que el traje le hace ver bien a cualquiera... Hasta a ti... Y eso es decir mucho. Me respondió con su voz suave.
-Hablas como niña bien educada pero tienes la lengua venenosa como víbora. Le digo apretando la mandíbula.
-Aprendi del mejor. Me dijo señalando en mi dirección.
-No apuntes hacia mi tus dedos de escarba dientes. Le digo pegándole en la mano.
-Vaya como no puedes retrucar acudes a la violencia física... Algunos se ve que no maduran aunque sean viejos. Me dice cruzando sus piernas ante mi revelando su piel tersa.
-Tu eres una mocosa en pañales. Le digo molesto.
-Eso no opinan tus amigos que se les cae la baba. Me dice señalando en dirección de donde mis amigos miran hacia nosotros.
-Espera que te escuchen hablar... Ese vocabulario de camionero que adquiriste en la escuela de dice que señoritas... Saldrán corriendo. Le digo con los dientes apretados.
-¿Quieres apostar?... Me junto con chicas de más edad en la clase de canto... Y me han instruido... Así que dices... ¿Apuestas?. Me instiga con la mirada cuyos ojos están abanicados por sus pestañas pobladas y no puedo desviar la mirada.
-Sos una cobarde... No lo harás. Le aseguro.
-Ok... Te lo pierdes... Podías pedir lo que quisieras... Pero veo que el cobarde eres tu. Me dice.
-Ok... Si gano... Qué es seguro... No me hablaras en todo el tiempo que estés... Y harás lo que yo diga. Le digo.
-Y si gano... Me darás tu cuarto. Me dice.
-Mi cuarto... ¿Por qué quieres mi cuarto?. Le digo.
-Es el más grande... Tiene una cama amplia y podré jugar con mi novio en ella. Me dice con una sonrisa de lado.
-En primer lugar... Papá no té dejará llevar ningún novio... Y en segundo... No lo tienes. Le digo riendo de manera socarrona.
Ella suspira sonriendo sin quitarme la mirada llevando su dedo en su boca, se que está jugando el juego de la seducción, puedo notar que le echo el ojo a alguien por su manera de mirar y solo disimula al mirarme, jamás me miraría así a mí.
Joaquín Galarza