Capítulo dos: Emperador. Parte dos.

—¿Por qué acudiría a una reunión, señorita Catarina? Esa clase de eventos no son para alguien de mi clase —Artie es plebeya de nacimiento, entiendo su duda, tomo su mano por sobre la mesa y le sonrío divertida.

—Sería bueno que asistieras a una reunión, necesito de tu ayuda, tal vez puedas investigar algo para mí —miento, Artie ve a mi nana y luego a mí, parece insegura, así que sigo insistiendo—. No te preocupes por tu clase social, eres mi sirvienta, no necesitas más presentación que esa, además, me gustaría que te divirtieras de vez en cuando, siempre pasas todos tus días encerrada en la mansión —hago un ligero puchero—. Siento que te estoy arrebatando parte de tu vida —sus ojos oscuros se agrandan y niega con la cabeza, perfecto, mordió el anzuelo.

—Señorita Catarina, no diga eso, por favor. Usted no me ha arrebatado nada, me gusta estar con usted —hago una ligera mueca.

—Aún me siento culpable, me gustaría que salieras a disfrutar un poco —luce presionada, al final, suspira y asiente.

—Acudiré a alguna reunión, ¿qué es lo que quiere saber? —maldición, eso fue una excusa, pero supongo que puedo aprovechar.

—Tengo dudas sobre el hijo del Gran Duque Bastiello, ¿puedes investigar lo que sea de él? —Artie asiente. Bien, solo hará falta conseguir la invitación. Que no es difícil de tener, solo debo enviar una carta y eso será todo. Sobre el hijo del duque Bastiello, es una mentira, recuerdo que este año no fue a la fiesta en mi otra vida, así que Artie podrá disfrutar la fiesta.

—Supe que quieres aprender arquería y espada, ¿es eso cierto, Catarina? —pregunta papá a mitad de la cena. Levanto mi vista y lo veo fijamente, él observa su plato de comida, luego veo a mi hermano que parece sorprendido de la noticia.

—¿No puedo hacerlo, papá? —no es completamente raro que hijas nobles aprendan algo como arquería o espada, pero es raro viniendo de mí. Durante toda mi infancia y niñez, me esforcé terriblemente en demostrar tanta feminidad como fuera posible. Muchas nobles me aplaudían y halagaban por mi porte tan femenino y mis gustos exquisitos. Sin embargo, ya viví mucho de eso, de hipocresía y palabras vacías. Me esforcé en verme bien para alguien más.

Ya no necesito nada de eso, ahora puedo simplemente actuar como quiera, sin lastimar o dañar el apellido de la familia. Quiero vivir para mí y mi familia. Y la mejor manera es convirtiéndome en un caballero, tal vez pueda honrar a la familia Andersen, quedándome a lado de mi hermano, quien será el futuro duque. No lo voy a decepcionar.

—No creí que estuvieras interesada, pero si es el caso, no me molesta. Comenzaré tus clases de espada en cuanto así lo quieras —dejo mis cubiertos en el plato y veo con asombro a mi padre.

—¿Me vas a enseñar tú, papá? —sonríe de lado, mostrando algo de orgullo y un poco de prepotencia.

—Eres mi hija, es obvio que debes aprender del mejor para que seas la mejor —me río divertida por sus palabras, mi hermano suspira.

—Te enseñaré a usar el arco, no necesitas esforzarte demasiado, Catarina —sacudo mi cabeza de un lado a otro, en modo de negación.

—No, realmente quiero esforzarme con ambas cosas, porque quiero protegerlos. Ustedes siempre me protegen, ahora quiero hacer algo para cuidarlos —no dejaré que nadie me vuelva a arrebatar a mi familia. Mi padre y hermano me miran conmovidos.

—Gran Duque Andersen, lamento interrumpir su cena, pero ha llegado un mensajero del palacio —el mayordomo interrumpe en cuanto entra al comedor, mi padre se pone de pie de inmediato. No estoy sorprendida. El Emperador debe estar buscando a papá para hablar sobre política y tal vez alguna batalla que quiera desarrollar. Dentro de poco, luego del debut de los príncipes, el Emperador dará una orden devastadora para los pobres, el aumento de impuestos y falta de recursos debido a la discusión interna con el país vecino que era uno de los comerciantes más frecuentes en el Imperio.

Papá es uno de los cuatro grandes duques, entre esos cuatro duques, el Emperador debe convencerlos para que acepten el decreto, ya que cada duque tiene un dominio extenso que le quita un poco más de la mitad del territorio imperial al Emperador. Será una discusión difícil. Eso fue lo que hable con mi profesor hace unos días.

Quedamos mi hermano y yo, al termino de la cena, cada uno se va a su habitación, luego de haberlo molestado y abrazarlo varias veces, me gusta ver sus mejillas sonrojadas, no esta acostumbrado a las demostraciones excesivas de afecto, por lo que es muy tímido y eso hace que quiera ponerlo más nervioso. Amo a mi hermano.

—Señorita Catarina —Artie me llama desde la puerta, levanto mi vista del libro que estaba leyendo—. Tiene un invitado —mi ceño se frunce, veo hacia la correspondencia, no hay ninguna carta que contenga algún previo aviso de una visita—. Es el maestro de la Torre de Magia, el mago Dreg Hove —suspiro y asiento. Dejo mi libro en la mesa próxima, me pongo de pie, hasta eso estoy vestida apropiadamente para recibir invitados.