Capítulo uno: De regreso. Parte tres.

Cuando cruzamos el portón ya no estamos en la entrada, ahora parece que nos trasladamos hasta una habitación dentro de la torre. Nunca he estado en la torre, ni cuando fui engañada, esta es la primera vez. Por un momento, espero encontrarme con un anciano que se autoproclame como el Maestro de la Torre, lo que obtengo es al niño que camina con dificultad hasta un sillón, se sienta y me observa, con su cabeza señala un sofá, suspiro y camino hasta el sofá, me siento y él chasquea los dedos, enfrente de ambos aparecen platos con comida.

—¿No ha comido? Tome un poco, luego podemos seguir con la merienda —admito que tengo hambre, en el viaje me abstuve de comer algo para evitar vomitar, no me sentía segura de mi salud, a pesar de que a esta edad todavía no comienza mi condena. Acerco el plato y como con dificultad debido a lo lejos que esta la mesita de centro de mí—. No me gusta que la gente me vea comer, así que prefiero comer en mi habitación, espero no le moleste —le dirijo una mirada amenazante.

—Si le molesta que lo vean comer, ¿por qué permite que yo lo vea? —se encoge de hombros y sigue comiendo. Pasamos unos minutos sin hablar, hasta que se termina la comida y él hace desaparecer los platos es que volvemos a hablar.

—Antes de que me pregunte lo que quiere saber, déjeme decirle que yo soy el Maestro de la Torre, por lo que no tiene que dudar de mí —asiento, me lo imaginaba—. Otra cosa, ¿ha hecho algún trato con demonios? ¿Hizo una clase de magia negra o prohibida? —niego con la cabeza.

—No he hecho nada de eso.

—¿Entonces, cómo explica que su alma de veinticuatro años haya vuelto a su cuerpo de diez años? —me levanto de un salto y sin importar los modales me acerco hasta el mago y lo acorralo en su sillón.

—¿Entonces es cierto? ¿Yo volví al pasado? ¿No es un sueño ni estoy muerta? —no se incómoda por la cercanía, solo golpea mi frente con su mano, me alejo y vuelvo a tomar asiento avergonzada por mi comportamiento.

—Así que siente la misma curiosidad que yo. Es la primera vez que veo el retorno de alguien, ¿murió a sus veinticuatro años?

—Sí.

—Vaya, esto parece ser muy interesante. Por cierto, mi nombre es Dreg Hove, ¿cuál es su nombre?

—Catarina Andersen.

—Una Andersen. Bueno, señorita noble, no puedo resolver sus dudas. Nunca me interese en la resurrección o en los viajes en el tiempo, pero he escuchado algo de ello, puedo investigar algo, si usted tiene una idea concreta de lo que quiere saber —miro mis manos unidas sobre mi regazo. Sinceramente, solo quería saber si esto era real, un motivo o una razón del por qué me pasó esto, no me interesa. Ahora que sé que volví con mi familia, evitaré ese horrible final y protegeré a mi familia.

—No me importa, la verdad —una de sus cejas de arquea—. Pero yo no quería volver el tiempo, maestro Hove, no me interesa un motivo, solo sé que volví y debo apreciarlo, ¿no?

—¿Tampoco le importa saber cómo volvió?

—¿Eso qué cambiaría? Lo hecho, echo está —sus ojos de diferente color, uno de color ámbar y otro gris pálido, se entrecierran.

—No cambiaría en nada, tiene razón. Pero la persona que consiguió que volviera, le dejó un mensaje impregnado en su alma, ¿tampoco quiere saber lo que le dejó? —no estoy curiosa, ¿por qué fue que volví? ¿Qué cambiará el hecho de que volví? Esas preguntas son lo de menos, si fue por los Dioses que se apiadaron de mi alma, no lo entiendo, pero si alguien tuvo que ver en mi regreso, supongo que esa persona que me devolvió a este momento tuvo algún motivo.

No lo sé, es demasiado confuso y no es que me interese saber los motivos, quiero vivir ahora que he vuelto antes de que mi condena comience, pero... ¿no sería bueno conocer a la persona que me devolvió a la vida? ¿No debería agradecerle?

—Quiero saberlo —el mago sonríe divertido y emocionado.

—Entonces, veamos —chasquea los dedos y todo nuestro alrededor se oscurece, me siento como si estuviera flotando.

—Catarina... regresa... cambia tu destino y sé feliz... —la voz no la reconozco y se escucha muy lejana, cuando parpadeo vuelvo a estar en la habitación, ya no se siente como si estuviera flotando, es un cambio brusco de dimensión.

—¿Eso es todo?

—¿Qué esperaba? ¿Una profecía? ¿Una canción? Es bastante difícil dejar mensajes impregnados en el alma, es una suerte que pudo completar la oración, ¿reconoce la voz? Tal vez si recuerda y conecta el sonido de la voz con una persona que conozca pueda saber el motivo del por qué volvió, aunque no parece interesada en ello.

—¿Puedo saber el motivo si encuentro a la persona?

—Así es, la persona que la regresó en el momento en que usted despierta con su alma de veinticuatro años, a esa persona deberá tener los mismos recuerdos que usted, lo que esa persona vivió hasta incluso después de que muriera, lo sabe. Usualmente la regresión ocurre cuando alguien hace un trato con un demonio o conoce las runas del encantamiento y lo aplica para sí mismo, cuando ocurre eso solo usted tiene el conocimiento de lo que pasó hasta el momento en que hizo el hechizo, pero cuando hay un cómplice, su alma vuelve, pero al cómplice solo se le otorgan los recuerdos.

—Creí que no tenía ningún dato sobre la regresión.

—Es lo básico que debo saber —se encoge de hombros.

—No reconozco la voz, maestro Hove —murmuro avergonzada. Lo veo de reojo y él parece interesado en su capa que le queda grande. Sopla un mechón de su cabello que le queda largo y le estorba en su rostro—. ¿Por qué me recibió, maestro Hove? Tengo entendido que la Torre de Magia no abre sus puertas al menos que el Emperador lo solicité —el mago recarga su cabeza en su mano apoyada en el posabrazos de su sillón.

—Bueno, si le dijera que fue por curiosidad, sería una verdad a medias. Solo agradezca de que le abrí las puertas de la Torre. Escuche señorita Andersen, si realmente no esta interesada en los por qué, solo disfrute el momento, incluso si hubiera sido un sueño, ¿no cree que es bello volver a ver a sus personas especiales? —no responde mi pregunta y no parece interesado en hacerlo.