El Vestido Veraniego

Los ojos de Don Pepe, esos traidores incorregibles que llevaban treinta años metiéndolo en líos, abandonaron su fingido interés en Virginia para hacer una excursión no autorizada hacia Marta. La nueva inquilina del 3ºB estaba ejecutando lo que, en la mente calenturienta de Don Pepe, solo podía describirse como una tortura dulce y premeditada: el acto aparentemente inocente de cruzar las piernas.

El movimiento, tan cotidiano como respirar, se convirtió en una secuencia a cámara lenta digna del mejor cine de Hong Kong. El vestido veraniego —ese pedazo de tela que Don Pepe empezaba a considerar su enemigo personal— se deslizó unos centímetros más arriba de lo socialmente aceptable, revelando un panorama de piel y encaje que hizo que su presión arterial alcanzara niveles dignos de estudio médico.

El vestido veraniego jugó una mala pasada a su dueña cuando, al cruzar las piernas, la tela se deslizó lo suficiente como para mostrar el borde de su ropa interior de encaje de color blanco, que Don Pepe necesitara limpiarse las gafas con el borde de su camisa hawaiana por tercera vez en la tarde. Este sutil movimiento inconsciente reveló apenas un destello de piel del muslo y ropa interior que, aunque perfectamente decoroso, en la mente calenturienta de Don Pepe se transformó en una escena digna de censura.

Fue entonces cuando sucedió el incidente: Marta, concentrada en rechazar amablemente la ayuda de Rogelio por tercera vez, se inclinó hacia adelante en su silla. El movimiento casual provocó que el generoso escote de su vestido veraniego se separara momentáneamente de su cuello, ofreciendo a Don Pepe una fugaz vista del encaje de su sujetador. La reacción del veterano casero fue digna de un personaje de caricatura: ojos desorbitados, mandíbula desencajada y un súbito ataque de deseos.

—No, de verdad, Rogelio —insistía ella, con ese tono educado que usas cuando prefieres que te arranquen las muelas sin anestesia antes que aceptar la ayuda ofrecida—. Las cajas no son tan pesadas.

Don Pepe se aflojó el cuello de la camisa hawaiana, que de repente parecía haber encogido tres tallas. Su nuez subía y bajaba como en un ascensor descompuesto, mientras gotas de sudor comenzaban a formar un archipiélago en su frente. La colonia barata que se había echado empezó a mezclarse con el sudor, creando un aroma que hubiera hecho llorar a un crítico de perfumes.

María Alejandrina, apostada en la puerta como un centinela con menopausia mal llevada, observaba la escena con la misma expresión que debió tener la mujer de Lot antes de convertirse en estatua de sal. Sus nudillos, blancos de tanto apretar el bolso, crujían como galletas rancias. Treinta años de matrimonio le habían enseñado a leer los síntomas: la mirada vidriosa, el cuello rojo, la respiración entrecortada... su marido estaba a punto de hacer el ridículo, una vez más, con la precisión de un reloj suizo.

El bolso de María Alejandrina —un objeto que había presenciado tantas escenas similares que merecía su propia serie de Netflix— protestó bajo la presión de sus dedos. En su interior, el monedero, las llaves y el pintalabios de emergencia se reorganizaban como refugiados buscando asilo.

—Vámonos, Pepe —ordenó con ese tono que usaban las maestras de escuela en los años cincuenta, mientras tiraba de la manga de aquella camisa hawaiana que parecía diseñada por un daltónico con resaca. Aplicó la fuerza exacta: suficiente para moverlo, insuficiente para arrancar la tela, aunque la tentación de dejarlo medio desnudo como escarmiento le cosquilleaba en los dedos—. Que ya has hecho suficiente el ridículo por hoy.

Don Pepe, con la dignidad de un pavo real sorprendido bajo la lluvia, intentó recuperar la compostura. Se ajustó el cinturón bajo su barriga —un gesto tan inútil como intentar tapar el sol con un dedo— y permitió que su esposa lo guiara hacia la salida. No sin antes, claro está, tropezar con sus propios pies por intentar echar un último vistazo al 3ºB, o más específicamente, a su ocupante.

El ventilador del techo giraba perezosamente, moviendo el aire cargado de tensión, colonia barata y dignidad perdida, mientras los tacones de María Alejandrina marcaban el ritmo de una retirada que se había repetido tantas veces que ya merecía su propia coreografía.

En el pasillo, las bombillas fluorescentes parpadearon, como si hasta ellas quisieran reírse de la situación.

Mientras el matrimonio se alejaba, con Don Pepe tropezando dos veces por mirar hacia atrás, Elvira se acercó nuevamente a Marta, sus ojos brillando con la intensidad de quien acaba de descubrir un tesoro enterrado:

—¿Sabes qué? —susurró, su aliento cálido contra el oído de Marta—. Creo que este va a ser un año muy interesante. —Sus dedos rozaron "accidentalmente" el brazo de Marta mientras se inclinaba aún más cerca—. Y algo me dice que tú vas a estar en medio de todo el lío.

Marta rio nerviosamente, sin saber si aquello era una predicción o una amenaza. Sus dedos jugueteaban con el borde del vestido mientras sentía el peso de múltiples miradas sobre ella: la ardiente de Rogelio, la evaluadora de Don Pepe, la curiosa de Virginia, y la knowing de Elvira. Lo único que tenía claro era que, en este edificio, hasta las paredes parecían tener una agenda propia.

Y mientras el sol de la tarde se colaba por las ventanas del salón comunal, proyectando sombras que bailaban en las paredes como fantasmas juguetones, Marta se preguntó en qué momento su búsqueda de una vida tranquila se había convertido en el prólogo de una comedia romántica con toques de vodevil. El aire acondicionado zumbaba suavemente, mezclándose con el eco de tacones alejándose, risas contenidas, y promesas no dichas que flotaban en el aire como motas de polvo en un rayo de sol.

En algún lugar del edificio, un grifo goteaba con la persistencia de un metrónomo, marcando el ritmo de una sinfonía de deseos contenidos y miradas furtivas que apenas comenzaba.

Capítulos
1 Bienvenidos al Edificio
2 Subiendo las Escaleras
3 Regañando a Don Pepe
4 Las Reglas de la Comunidad
5 Desafiando las Leyes de la Física
6 El Vestido Veraniego
7 La Peculiar Rosario
8 Desnudando a una Gacela
9 Las Llaves Perdidas
10 El Mueble Rebelde
11 La Videollamada de Ernesto
12 Transmisión en Vivo
13 Risas y Malos Entendidos
14 Un Éxito en las Redes Sociales
15 Fiesta para Ernesto y Marta
16 Accidentes en la Fiesta
17 Inusitadas Ocurrencias
18 Recuerdos de la Fiesta
19 El Sueño del Edificio
20 Invitación no Rechazada
21 Triángulos Amorosos
22 En Salón Comunitario
23 Los Primeros Vecinos
24 Se Pone Interesante
25 Escaneo y Recuerdos
26 ¿Empieza la Sesión o los Enredos?
27 Los Gemelos al Ataque
28 Final de Sesión de Yoga
29 Un Mensaje de Amor
30 ¿Tantos Sospechosos?
31 Todos se Acusan
32 El Misterio Continuará
33 Cine en la Azotea
34 Pequeños Inconvenientes
35 Apagón en la Azotea
36 Y se Hizo la Luz
37 Salón de Eventos del Edificio
38 Entre Marta y Rosario
39 Un Espectáculo Maravilloso
40 Una Bailarina de Porcelana
41 Regalos y Resignación
42 La Noche de las Confesiones
43 Por Las Noches Alguien La Sigue
44 Admirando la Creatividad
45 Masajeador de Cuellos
46 Los Nombres Cambiados
47 Sonidos Muy Sospechosos
48 El Misterio de los Mensajes
49 Material Educativo y Balcón Ajeno
50 Movimientos Extraños y Encajes de Colores
51 Las Tuberías de Agua Pueden Esperar
52 El Beso
53 Discreción, un Concepto tan Extraño
54 A Ignorar los Chismes
55 ¿Enseñar Matemáticas u Otra Cosa?
56 Pensamientos Prohibidos
57 El Hallazgo Que Desata El Caos
58 Cómo Un Reguero De Pólvora
59 Se Generaliza Murmullos y Chismes
60 Un Pensamiento Inquietante
61 Cuatro Veces Negado
62 El Descubrimiento
63 Propuesta Indecente
64 Un Juego Peligroso
65 Un Chivo Expiatorio
66 Acorralado
67 Nada es Gratis
68 ¿Y si Esa Prenda Fuera Mía?
69 Enredos Con La Prenda Íntima
70 Aparece la Dueña de la Prenda
71 ¡Atención, lectores apasionados de "Abriendo Placeres en el Edificio"!
72 Crónica de un Desastre Anunciado
73 Presagio De Una Tormenta
74 Telarañas De Secretos
75 Esta Noche, Encaje Negro
76 ¿Quiénes Son Esos Admiradores?
77 El Tribunal Del Deseo
78 Reunión Vecinal Aburrida
79 Una Reacción En Cadena
80 El Robo De La Intimidad
81 Desaparición De Una Prenda Roja
Capítulos

Updated 81 Episodes

1
Bienvenidos al Edificio
2
Subiendo las Escaleras
3
Regañando a Don Pepe
4
Las Reglas de la Comunidad
5
Desafiando las Leyes de la Física
6
El Vestido Veraniego
7
La Peculiar Rosario
8
Desnudando a una Gacela
9
Las Llaves Perdidas
10
El Mueble Rebelde
11
La Videollamada de Ernesto
12
Transmisión en Vivo
13
Risas y Malos Entendidos
14
Un Éxito en las Redes Sociales
15
Fiesta para Ernesto y Marta
16
Accidentes en la Fiesta
17
Inusitadas Ocurrencias
18
Recuerdos de la Fiesta
19
El Sueño del Edificio
20
Invitación no Rechazada
21
Triángulos Amorosos
22
En Salón Comunitario
23
Los Primeros Vecinos
24
Se Pone Interesante
25
Escaneo y Recuerdos
26
¿Empieza la Sesión o los Enredos?
27
Los Gemelos al Ataque
28
Final de Sesión de Yoga
29
Un Mensaje de Amor
30
¿Tantos Sospechosos?
31
Todos se Acusan
32
El Misterio Continuará
33
Cine en la Azotea
34
Pequeños Inconvenientes
35
Apagón en la Azotea
36
Y se Hizo la Luz
37
Salón de Eventos del Edificio
38
Entre Marta y Rosario
39
Un Espectáculo Maravilloso
40
Una Bailarina de Porcelana
41
Regalos y Resignación
42
La Noche de las Confesiones
43
Por Las Noches Alguien La Sigue
44
Admirando la Creatividad
45
Masajeador de Cuellos
46
Los Nombres Cambiados
47
Sonidos Muy Sospechosos
48
El Misterio de los Mensajes
49
Material Educativo y Balcón Ajeno
50
Movimientos Extraños y Encajes de Colores
51
Las Tuberías de Agua Pueden Esperar
52
El Beso
53
Discreción, un Concepto tan Extraño
54
A Ignorar los Chismes
55
¿Enseñar Matemáticas u Otra Cosa?
56
Pensamientos Prohibidos
57
El Hallazgo Que Desata El Caos
58
Cómo Un Reguero De Pólvora
59
Se Generaliza Murmullos y Chismes
60
Un Pensamiento Inquietante
61
Cuatro Veces Negado
62
El Descubrimiento
63
Propuesta Indecente
64
Un Juego Peligroso
65
Un Chivo Expiatorio
66
Acorralado
67
Nada es Gratis
68
¿Y si Esa Prenda Fuera Mía?
69
Enredos Con La Prenda Íntima
70
Aparece la Dueña de la Prenda
71
¡Atención, lectores apasionados de "Abriendo Placeres en el Edificio"!
72
Crónica de un Desastre Anunciado
73
Presagio De Una Tormenta
74
Telarañas De Secretos
75
Esta Noche, Encaje Negro
76
¿Quiénes Son Esos Admiradores?
77
El Tribunal Del Deseo
78
Reunión Vecinal Aburrida
79
Una Reacción En Cadena
80
El Robo De La Intimidad
81
Desaparición De Una Prenda Roja

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