Fiesta para Ernesto y Marta

El salón de eventos del edificio resplandecía con luces tenues y el murmullo de conversaciones entremezcladas con música española de los años 80. Las guirnaldas improvisadas por Elvira colgaban del techo como serpentinas multicolores, junto a un cartel que rezaba "¡Bienvenidos Marta y Ernesto! - 3 meses en nuestra familia". Era tradición del edificio celebrar la llegada de nuevos vecinos cuando cumplían su primer trimestre, una costumbre que servía tanto de bienvenida como de pretexto para el cotilleo general.

María Alejandrina, con su vestido azul marino de corte conservador, observaba como un halcón cada movimiento de Don Pepe desde su estratégica posición junto a la mesa de bocadillos. Su marido, enfundado en una camisa hawaiana que amenazaba con reventar en cualquier momento, se movía con la gracia de un pato mareado al ritmo de "Bailando" de Alaska y Dinarama.

El vestido rojo de Virginia serpenteaba por la pista como una llamarada viviente. La tela, tan ceñida que parecía pintada sobre su piel, brillaba bajo las luces mientras ella se contoneaba al ritmo de "Báilame" de King África. Con cada giro, el dobladillo jugueteaba peligrosamente con la gravedad, revelando más y más de sus muslos hasta rozar el límite de lo decoroso, mientras el elástico de una diminuta tanga blanca jugaba al escondite con los presentes.

Los hombres del edificio empezaron a orbitar a su alrededor como planetas descarriados. Uno tropezó con una maceta, otro derramó su bebida sobre su propia camisa, y Don Pepe... Don Pepe estaba en su salsa, moviendo su prominente barriga como si intentara hipnotizar a alguien con ella.

—¡Así, Virginia! —exclamaba Don Pepe, sus gruesos dedos tamborileando en el aire al ritmo de la música—. ¡Hay que mover las caderas como si estuvieras espantando moscas!

Su demostración práctica incluía unos movimientos que hacían que su camisa hawaiana amenazara con soltar los botones como proyectiles.

María Alejandrina, desde su puesto de vigilancia junto a los bocaditos, entornó los ojos hasta que quedaron como dos rendijas amenazadoras. Sus dedos tamborileaban sobre la mesa con un ritmo que nada tenía que ver con la música y todo con un conteo regresivo hacia la explosión.

—¡Pepeeee! —su voz cortó el aire como un rayo en medio de la fiesta—. ¡Que tus clases de baile parecen más bien clases de anatomía!

Don Pepe, haciendo gala de una sordera repentina que rivalizaba con la de un adolescente ante los llamados a hacer los deberes, continuó con su peculiar danza.

—¡Pero Alejandrina de mi vida! —gritó por encima del hombro, mientras sus caderas seguían marcando un ritmo que amenazaba con dislocarle algo—. ¡Que solo le estoy enseñando el paso del submarino!

—¿Submarino? —bufó María Alejandrina—. ¡Lo único que estás pescando tú es un disgusto! ¡Y deja de menear esa barriga, que pareces una batidora descontrolada!

A su lado, Rosario intentaba mantener la compostura, pero el refresco en su vaso temblaba con sus risas contenidas. Sus ojos saltaban de Don Pepe a María Alejandrina como quien sigue un partido de tenis particularmente entretenido.

—¿Siempre son así? —susurró a María Alejandrina, mientras observaba cómo Don Pepe intentaba ejecutar lo que él llamaba "el paso del cangrejo", que básicamente consistía en dar saltitos laterales mientras agitaba los brazos como pinzas.

—¡Ay, niña! —respondió María Alejandrina, moviendo la cabeza con una mezcla de resignación y diversión—. Este viejo mío es como un adolescente con hormonas revueltas, pero con próstata. ¡Pepe! ¡Que te vas a lastimar algo! ¡Y no me refiero solo al orgullo!

Rogelio deambulaba por la fiesta como un satélite errante, con una bandeja de bebidas que servía más como excusa que como propósito real. Sus ojos, ya vidriosos por la tercera copa de sangría, gravitaban inevitablemente hacia Marta cada vez que ella aparecía en su campo visual. La blusa de seda color champán que ella llevaba parecía tener vida propia, jugando con la luz y las sombras de una manera que debería ser ilegal en al menos tres comunidades autónomas.

—¿Otra co-copa? —tartamudeó cuando pasó junto a ella, intentando mantener la compostura mientras sujetaba la bandeja con manos temblorosas.

Marta se inclinó para tomar una copa, y la blusa, cómplice de alguna conspiración universal contra la cordura de Rogelio, se separó ligeramente de su pecho. El pobre hombre sintió que su cerebro entraba en modo de reinicio, como un ordenador antiguo procesando demasiada información a la vez.

—Gr-gracias —sonrió Marta, ajena al caos neuronal que había desatado.

Rogelio asintió mecánicamente, olvidando por completo que tenía que soltar la copa. El forcejeo silencioso que siguió bien podría haber sido una escena de comedia muda.

—Ya puedes soltar la copa, Rogelio —sugirió Elvira, apareciendo como por arte de magia a su lado, con una sonrisa que sugerría que estaba disfrutando demasiado del espectáculo.

—¡Ah, sí, claro! —reaccionó él, soltando la copa tan bruscamente que el contenido salpicó el borde.

Capítulos
1 Bienvenidos al Edificio
2 Subiendo las Escaleras
3 Regañando a Don Pepe
4 Las Reglas de la Comunidad
5 Desafiando las Leyes de la Física
6 El Vestido Veraniego
7 La Peculiar Rosario
8 Desnudando a una Gacela
9 Las Llaves Perdidas
10 El Mueble Rebelde
11 La Videollamada de Ernesto
12 Transmisión en Vivo
13 Risas y Malos Entendidos
14 Un Éxito en las Redes Sociales
15 Fiesta para Ernesto y Marta
16 Accidentes en la Fiesta
17 Inusitadas Ocurrencias
18 Recuerdos de la Fiesta
19 El Sueño del Edificio
20 Invitación no Rechazada
21 Triángulos Amorosos
22 En Salón Comunitario
23 Los Primeros Vecinos
24 Se Pone Interesante
25 Escaneo y Recuerdos
26 ¿Empieza la Sesión o los Enredos?
27 Los Gemelos al Ataque
28 Final de Sesión de Yoga
29 Un Mensaje de Amor
30 ¿Tantos Sospechosos?
31 Todos se Acusan
32 El Misterio Continuará
33 Cine en la Azotea
34 Pequeños Inconvenientes
35 Apagón en la Azotea
36 Y se Hizo la Luz
37 Salón de Eventos del Edificio
38 Entre Marta y Rosario
39 Un Espectáculo Maravilloso
40 Una Bailarina de Porcelana
41 Regalos y Resignación
42 La Noche de las Confesiones
43 Por Las Noches Alguien La Sigue
44 Admirando la Creatividad
45 Masajeador de Cuellos
46 Los Nombres Cambiados
47 Sonidos Muy Sospechosos
48 El Misterio de los Mensajes
49 Material Educativo y Balcón Ajeno
50 Movimientos Extraños y Encajes de Colores
51 Las Tuberías de Agua Pueden Esperar
52 El Beso
53 Discreción, un Concepto tan Extraño
54 A Ignorar los Chismes
55 ¿Enseñar Matemáticas u Otra Cosa?
56 Pensamientos Prohibidos
57 El Hallazgo Que Desata El Caos
58 Cómo Un Reguero De Pólvora
59 Se Generaliza Murmullos y Chismes
60 Un Pensamiento Inquietante
61 Cuatro Veces Negado
62 El Descubrimiento
63 Propuesta Indecente
64 Un Juego Peligroso
65 Un Chivo Expiatorio
66 Acorralado
67 Nada es Gratis
68 ¿Y si Esa Prenda Fuera Mía?
69 Enredos Con La Prenda Íntima
70 Aparece la Dueña de la Prenda
71 ¡Atención, lectores apasionados de "Abriendo Placeres en el Edificio"!
72 Crónica de un Desastre Anunciado
73 Presagio De Una Tormenta
74 Telarañas De Secretos
75 Esta Noche, Encaje Negro
76 ¿Quiénes Son Esos Admiradores?
77 El Tribunal Del Deseo
78 Reunión Vecinal Aburrida
79 Una Reacción En Cadena
80 El Robo De La Intimidad
81 Desaparición De Una Prenda Roja
Capítulos

Updated 81 Episodes

1
Bienvenidos al Edificio
2
Subiendo las Escaleras
3
Regañando a Don Pepe
4
Las Reglas de la Comunidad
5
Desafiando las Leyes de la Física
6
El Vestido Veraniego
7
La Peculiar Rosario
8
Desnudando a una Gacela
9
Las Llaves Perdidas
10
El Mueble Rebelde
11
La Videollamada de Ernesto
12
Transmisión en Vivo
13
Risas y Malos Entendidos
14
Un Éxito en las Redes Sociales
15
Fiesta para Ernesto y Marta
16
Accidentes en la Fiesta
17
Inusitadas Ocurrencias
18
Recuerdos de la Fiesta
19
El Sueño del Edificio
20
Invitación no Rechazada
21
Triángulos Amorosos
22
En Salón Comunitario
23
Los Primeros Vecinos
24
Se Pone Interesante
25
Escaneo y Recuerdos
26
¿Empieza la Sesión o los Enredos?
27
Los Gemelos al Ataque
28
Final de Sesión de Yoga
29
Un Mensaje de Amor
30
¿Tantos Sospechosos?
31
Todos se Acusan
32
El Misterio Continuará
33
Cine en la Azotea
34
Pequeños Inconvenientes
35
Apagón en la Azotea
36
Y se Hizo la Luz
37
Salón de Eventos del Edificio
38
Entre Marta y Rosario
39
Un Espectáculo Maravilloso
40
Una Bailarina de Porcelana
41
Regalos y Resignación
42
La Noche de las Confesiones
43
Por Las Noches Alguien La Sigue
44
Admirando la Creatividad
45
Masajeador de Cuellos
46
Los Nombres Cambiados
47
Sonidos Muy Sospechosos
48
El Misterio de los Mensajes
49
Material Educativo y Balcón Ajeno
50
Movimientos Extraños y Encajes de Colores
51
Las Tuberías de Agua Pueden Esperar
52
El Beso
53
Discreción, un Concepto tan Extraño
54
A Ignorar los Chismes
55
¿Enseñar Matemáticas u Otra Cosa?
56
Pensamientos Prohibidos
57
El Hallazgo Que Desata El Caos
58
Cómo Un Reguero De Pólvora
59
Se Generaliza Murmullos y Chismes
60
Un Pensamiento Inquietante
61
Cuatro Veces Negado
62
El Descubrimiento
63
Propuesta Indecente
64
Un Juego Peligroso
65
Un Chivo Expiatorio
66
Acorralado
67
Nada es Gratis
68
¿Y si Esa Prenda Fuera Mía?
69
Enredos Con La Prenda Íntima
70
Aparece la Dueña de la Prenda
71
¡Atención, lectores apasionados de "Abriendo Placeres en el Edificio"!
72
Crónica de un Desastre Anunciado
73
Presagio De Una Tormenta
74
Telarañas De Secretos
75
Esta Noche, Encaje Negro
76
¿Quiénes Son Esos Admiradores?
77
El Tribunal Del Deseo
78
Reunión Vecinal Aburrida
79
Una Reacción En Cadena
80
El Robo De La Intimidad
81
Desaparición De Una Prenda Roja

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