El Sueño del Edificio

En el apartamento de las hermanas, Virginia se revolvía entre las sábanas, su camisón enredado en sus piernas mientras intentaba sacudirse las imágenes de Don Pepe girando como un trompo descontrolado. La camisa hawaiana, que apenas lograba contener su barriga prominente, parecía un soldado en el campo de batalla, resistiendo con heroísmo cada movimiento brusco. María Alejandrina, su esposa, había pasado de la resignación a la risa nerviosa, susurrando con un tono que oscilaba entre la devoción y la amenaza: "¡Ay, Pepito, te vas a romper algo que ya no se arregla con paracetamol!" Virginia no pudo evitar sonreír al recordar la mirada de Don Pepe, entre el orgullo de quien cree ser Fred Astaire y el terror de quien sabe que su esposa tiene acceso al historial de su tarjeta de crédito.

En la habitación contigua, Rosario reía bajo las mantas, mordisqueando la punta de un bolígrafo mientras recordaba cómo había puesto en jaque a Ernesto, el vecino insistente con sonrisa de galán de cine de los años cincuenta. Cada cumplido, cada intento de acercarse, había sido interceptado con una respuesta mordaz o un giro inesperado de conversación. Pero, ah, Ernesto tenía algo, pensó Rosario, su risa apagándose en un suspiro prolongado. Tal vez era la manera en que se pasaba la mano por el cabello, o ese perfume amaderado que parecía abrazarla cada vez que él se inclinaba demasiado cerca. "Tonterías", se dijo a sí misma mientras su corazón se aceleraba. "Es un hombre mayor y casado". Pero la verdad, que no se atrevía ni a susurrar, era que había algo deliciosamente atractivo en su insistencia, qué le agradaba.

Al otro lado del edificio, Elvira, desde su ventana, dejó escapar una risa que resonó como un eco pícaro en la noche. Rogelio, con su aire de experto improvisado, había intentado deslumbrar a los vecinos con sus relatos épicos sobre fugas de agua y arreglos imposibles. Pero la pequeña Karina, con su vestido rosa lleno de brillos y su peinado torcido, lo había reducido al silencio con una sola frase. "¡Mi papá dice que usted ni sabe cambiar un bombillo sin que se vaya la luz, señor Rogelio!", había proclamado, cruzando los brazos con el aire de quien sabe que tiene la razón. Rogelio había intentado salvar la situación con una risa forzada y una anécdota incoherente, pero el daño ya estaba hecho, y la reputación del "manitas del edificio" había quedado en entredicho.

En el rincón más tranquilo del edificio del quinto piso la niña Alejandra, la dulce nieta de Don Pepe y María Alejandrina quién no había ido a la fiesta, escribía frenéticamente en su cuaderno. Las luces parpadeantes de su lámpara de noche le daban un aire conspirativo mientras anotaba con detalle las desventuras de su abuelo Don Pepe. "Día 45: Intento de baile estilo TikTok. Consecuencias: impacto frontal con dos señoras, pérdida de un mojito y un botón que salió disparado como proyectil. Mi abuelita casi pide oxígeno." Cerró el cuaderno con una sonrisa satisfecha, sintiéndose como la cronista oficial de una comedia griega con camisas hawaianas como tema central.

Mientras tanto, en la cama de Marta, el eco de la voz de Karina seguía resonando. "¿Papa Arturo por qué el señor Ernesto parece un muñeco de barro?" Las palabras de la niña, dicha con la seriedad de quien no entiende el sarcasmo, habían arrancado carcajadas colectivas. Marta se mordió el labio para no soltar una risotada, mientras que su esposo roncaba, pero la imagen de Ernesto, con su bronceado irregular y su pelo desordenado, era demasiado. Se dio la vuelta, apretando la almohada contra su cara para sofocar la risa.

El edificio, bajo la luz cómplice de la luna, se alzaba como un confidente indiscreto que había visto demasiado. Su fachada, ajada pero altiva, vibraba con una energía que parecía brotar desde las mismas paredes, esas que habían escuchado cosas que ni el mismísimo confesionario del barrio podría soportar. Las ventanas, cerradas a cal y canto, apenas lograban atrapar el alboroto que se cocía en su interior: risas sofocadas que rebotaban contra los muebles, gemidos que jugaban a esconderse entre los crujidos de la madera vieja y murmullos que, si se escuchaban de cerca, parecían pactos sellados al filo de la medianoche.

Las camas desordenadas eran un campo de batalla, con sábanas que se retorcían como si hubieran intentado escapar de lo que habían presenciado. Los almohadones, derrotados, yacían por el suelo, víctimas silenciosas de un entusiasmo que no conocía límites. Pero aunque los cuerpos parecían descansar, las mentes estaban en otro lugar, navegando entre el recuerdo del roce de una piel aún caliente y las posibilidades que el próximo amanecer prometía.

Y en cada rincón, desde el ascensor que nunca llegaba a tiempo hasta la terraza que servía de escenario para encuentros clandestinos, algo parecía respirar un aire cargado de intenciones. Las paredes, agrietadas pero orgullosas, eran cómplices y testigos de besos robados en pasillos mal iluminados y caricias furtivas en el hueco de la escalera. Aquí, donde el aburrimiento había sido desterrado como una plaga, todo estaba permitido y nada –absolutamente nada– era tan inocente como una cortina cerrada o una lámpara apagada.

Capítulos
1 Bienvenidos al Edificio
2 Subiendo las Escaleras
3 Regañando a Don Pepe
4 Las Reglas de la Comunidad
5 Desafiando las Leyes de la Física
6 El Vestido Veraniego
7 La Peculiar Rosario
8 Desnudando a una Gacela
9 Las Llaves Perdidas
10 El Mueble Rebelde
11 La Videollamada de Ernesto
12 Transmisión en Vivo
13 Risas y Malos Entendidos
14 Un Éxito en las Redes Sociales
15 Fiesta para Ernesto y Marta
16 Accidentes en la Fiesta
17 Inusitadas Ocurrencias
18 Recuerdos de la Fiesta
19 El Sueño del Edificio
20 Invitación no Rechazada
21 Triángulos Amorosos
22 En Salón Comunitario
23 Los Primeros Vecinos
24 Se Pone Interesante
25 Escaneo y Recuerdos
26 ¿Empieza la Sesión o los Enredos?
27 Los Gemelos al Ataque
28 Final de Sesión de Yoga
29 Un Mensaje de Amor
30 ¿Tantos Sospechosos?
31 Todos se Acusan
32 El Misterio Continuará
33 Cine en la Azotea
34 Pequeños Inconvenientes
35 Apagón en la Azotea
36 Y se Hizo la Luz
37 Salón de Eventos del Edificio
38 Entre Marta y Rosario
39 Un Espectáculo Maravilloso
40 Una Bailarina de Porcelana
41 Regalos y Resignación
42 La Noche de las Confesiones
43 Por Las Noches Alguien La Sigue
44 Admirando la Creatividad
45 Masajeador de Cuellos
46 Los Nombres Cambiados
47 Sonidos Muy Sospechosos
48 El Misterio de los Mensajes
49 Material Educativo y Balcón Ajeno
50 Movimientos Extraños y Encajes de Colores
51 Las Tuberías de Agua Pueden Esperar
52 El Beso
53 Discreción, un Concepto tan Extraño
54 A Ignorar los Chismes
55 ¿Enseñar Matemáticas u Otra Cosa?
56 Pensamientos Prohibidos
57 El Hallazgo Que Desata El Caos
58 Cómo Un Reguero De Pólvora
59 Se Generaliza Murmullos y Chismes
60 Un Pensamiento Inquietante
61 Cuatro Veces Negado
62 El Descubrimiento
63 Propuesta Indecente
64 Un Juego Peligroso
65 Un Chivo Expiatorio
66 Acorralado
67 Nada es Gratis
68 ¿Y si Esa Prenda Fuera Mía?
69 Enredos Con La Prenda Íntima
70 Aparece la Dueña de la Prenda
71 ¡Atención, lectores apasionados de "Abriendo Placeres en el Edificio"!
72 Crónica de un Desastre Anunciado
73 Presagio De Una Tormenta
74 Telarañas De Secretos
75 Esta Noche, Encaje Negro
76 ¿Quiénes Son Esos Admiradores?
77 El Tribunal Del Deseo
78 Reunión Vecinal Aburrida
79 Una Reacción En Cadena
80 El Robo De La Intimidad
81 Desaparición De Una Prenda Roja
Capítulos

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1
Bienvenidos al Edificio
2
Subiendo las Escaleras
3
Regañando a Don Pepe
4
Las Reglas de la Comunidad
5
Desafiando las Leyes de la Física
6
El Vestido Veraniego
7
La Peculiar Rosario
8
Desnudando a una Gacela
9
Las Llaves Perdidas
10
El Mueble Rebelde
11
La Videollamada de Ernesto
12
Transmisión en Vivo
13
Risas y Malos Entendidos
14
Un Éxito en las Redes Sociales
15
Fiesta para Ernesto y Marta
16
Accidentes en la Fiesta
17
Inusitadas Ocurrencias
18
Recuerdos de la Fiesta
19
El Sueño del Edificio
20
Invitación no Rechazada
21
Triángulos Amorosos
22
En Salón Comunitario
23
Los Primeros Vecinos
24
Se Pone Interesante
25
Escaneo y Recuerdos
26
¿Empieza la Sesión o los Enredos?
27
Los Gemelos al Ataque
28
Final de Sesión de Yoga
29
Un Mensaje de Amor
30
¿Tantos Sospechosos?
31
Todos se Acusan
32
El Misterio Continuará
33
Cine en la Azotea
34
Pequeños Inconvenientes
35
Apagón en la Azotea
36
Y se Hizo la Luz
37
Salón de Eventos del Edificio
38
Entre Marta y Rosario
39
Un Espectáculo Maravilloso
40
Una Bailarina de Porcelana
41
Regalos y Resignación
42
La Noche de las Confesiones
43
Por Las Noches Alguien La Sigue
44
Admirando la Creatividad
45
Masajeador de Cuellos
46
Los Nombres Cambiados
47
Sonidos Muy Sospechosos
48
El Misterio de los Mensajes
49
Material Educativo y Balcón Ajeno
50
Movimientos Extraños y Encajes de Colores
51
Las Tuberías de Agua Pueden Esperar
52
El Beso
53
Discreción, un Concepto tan Extraño
54
A Ignorar los Chismes
55
¿Enseñar Matemáticas u Otra Cosa?
56
Pensamientos Prohibidos
57
El Hallazgo Que Desata El Caos
58
Cómo Un Reguero De Pólvora
59
Se Generaliza Murmullos y Chismes
60
Un Pensamiento Inquietante
61
Cuatro Veces Negado
62
El Descubrimiento
63
Propuesta Indecente
64
Un Juego Peligroso
65
Un Chivo Expiatorio
66
Acorralado
67
Nada es Gratis
68
¿Y si Esa Prenda Fuera Mía?
69
Enredos Con La Prenda Íntima
70
Aparece la Dueña de la Prenda
71
¡Atención, lectores apasionados de "Abriendo Placeres en el Edificio"!
72
Crónica de un Desastre Anunciado
73
Presagio De Una Tormenta
74
Telarañas De Secretos
75
Esta Noche, Encaje Negro
76
¿Quiénes Son Esos Admiradores?
77
El Tribunal Del Deseo
78
Reunión Vecinal Aburrida
79
Una Reacción En Cadena
80
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81
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