Luego de ese día, Aiden volvió a la universidad como usualmente hacia antes. Este día en particular, se encontraba en el parque del campus; sentado en el césped mientras leía su libro junto a Indivar, quien había llegado pocos minutos atrás cuando se dio cuenta de la presencia de Aiden.
—Entonces..., ¿Estás seguro que estás bien?, te ves más cansado de lo usual—Su voz sonaba preocupada y cautelosa a partes iguales; pero su expresión demostraba mucho más preocupación.
—Sí, estoy bien, solo algo agotado y con sueño—Admitió entre un susurro. Sus ojos estaban casi entrecerrados por el sueño y las ojeras lo hacían notar más.
—En ese caso, ¿Por qué no duermes un rato?— Preguntó; dando palmadas en el césped para que se acostara.
—Tal vez debería hacerlo...—Cerró su libro; lo colocó a un lado y se acostó en el césped. Cerrando los ojos mientras la luz del sol mañanero molestaba un poco sus párpados.
Indivar acarició suavemente el pelo de Aiden con cariño—Por cierto, ¿Por qué no había venido a la universidad desde la semana pasada?—Preguntó con un tono de voz tensa.
—Ah... es algo largo de contar—Dijo con la voz baja.
—Está bien si me lo cuentas; así puedes dormirte lentamente—Comento; aún acariciando suavemente el pelo de Aiden.
—Oh bueno...
Fue hace unas semanas atrás.
Eran las 3 y 12 de la mañana, pero aún se podía notar la oscuridad de la noche y el frío que se sentía a esa hora.
Aiden estaba dando vueltas en su cama; incómodo por alguna razón que desconocía, hasta que finalmente se despertó de golpe. Estaba sudando frío y sentía un calor inmenso en todo su cuerpo, pero lo que de verdad le afecto no fueron esas dos cosas, sino que en cambio, fueron los dolores de cabeza y las inmensas náuseas que sentía.
Intentó incorporarse de la cama para ver si se sentía mejor, pero la realidad es que fue mucho peor. Su visión se nubló un poco; las náuseas solo aumentaron más y sentía como el mundo se distorsionaba frente a él. Así que sin poder aguantarlo más, se levantó como pudo de la cama; aunque con cada paso que daba, sus piernas flaqueaban y temblaban un poco, pero aun así pudo llegar con éxito al baño.
Y cuando llegó; se colocó cerca del bater para que acontinuacion, las arcadas se hicieran presentes y dieran paso al vómito.
Así duró unos cuantos segundos hasta que por fin termino de vomitar; sus ojos lagrimeaban un poco por el esfuerzo de vomitar, pero solo se secó las lágrimas y se incorporó del suelo; bajo la palanca del váter para que el agua se fuera; se labó la cara y cepillo sus dientes, pero antes de irse de nuevo a su cama, se fue a la cocina, abrió uno de los cajones y sacó el frasco de sal para sacar una pequeña cucharada y masticando lentamente.
Cuando terminó de masticar la sal en su boca, se dirigió nuevamente a su habitacion; se metió en su cama; se arropo un poco con su sábana, pero antes de acostarse de nuevo, se quitó la camisa puesto que apesar del frío que estaba haciendo, tenía mucho calor.
Finalmente se recostó en su cama, pero no se durmió, sino que en cambio, se dispuso a ver pequeños vídeos cortos sobre animales mientras su gato estaba acurrucado encima de sus pies, sin embargo, no duró mucho para que las náuseas volvieran a aparecer, pero esta vez venían acompañados con un dolor terrible en su corazón y abdomen.
Aiden se creía capaz de soportar esos dolores, no obstante, con el paso de los minutos, esos malestares no hacían más que aumentar, hasta que finalmente Aiden no pudo soportarlo más y finalmente llamó a su hermana Iris.
No tardó mucho para que el teléfono fuera contestado del otro lado.
—¿Hola?— La voz de Iris se escuchaba somnolienta, pero no era cansada, sino más bien como si aún siguiera despierta a esa hora.
—Iris... por favor ven a mi casa...—Suplico con un tono suave pero entrecortado.
—Volvió?...—Fue lo único que Preguntó.
—Sí...
—Ya voy en camino— Y tras decir esas últimas palabras, colgó el teléfono.
Aiden permaneció unos segundos en silencio mientras permanecía en su cama, pero luego se levantó, aun con el dolor en todo su cuerpo pero sobre todo en el abdomen y piernas. Y se dirigió hacia su escritorio; abrió uno de los cajones y sacó de allí una pequeña pero bonita llave, para después volverse a sentar en su cama; centrando su atención en el pequeño cajón que tenía a su lado y que tenía un seguro en vez de manija; en donde introdujo la pequeña llave y pudo abrir con éxito el cajón.
Aiden metió un pequeño vaso con un líquido naranja dentro de el, en el cajón, para después introducir dentro del cajón un pequeño frasco que tenía un líquido transparente dentro, y cerrar el cajón bajo llave de nuevo.
A pesar del dolor que aún sentía, podía moverse con algo de facilidad, aún así, no tardo mucho para qué se intensificará justo en el momento en el que abrió la puerta de la habitación para que su gato entrara.
Se arrodilló en el suelo y abrazo a su gato con cariño.
Su corazón palpitaba a un ritmo alarmante, como si en cualquier momento se saliera de su cuerpo, pero Aiden lo aguantó; abrazando más a su gato contra su pecho. Una leve sonrisa apareció en su rostro sudoroso cuando un pensamiento surcó por su mente y su visión se comenzará a ver borrosa.
《Está vez puede que si muera》.
Pensó para sus adentros; aun aferrándose con leve fuerza a su gato, quien lo emitía ningún sonido más que el de ronroneo.
...♤♤♤♤ ♤♤♤♤...
Aiden abrió los ojos lentamente al sentir unos leves empujones sobre él, y al mirar hacia arriba, vislumbró la figura de su hermana quien lo miraba con preocupación.
—Finalmente despiertas—Suspiro Iris aliviada.
—¿Cuánto tiempo llevo dormido?...—Se incorporó lentamente del suelo; apartando suavemente a su gato que había estado durmiendo junto a él, y colocándolo en la esquina de su cama.
—Para serte sincera, no sé cuánto tiempo llevas dormido en el piso; ya estabas así cuando llegue—Explicó; extendiéndole una mano para que Aiden se apoyará.
—Oh, bueno... al menos pude dormir algo—Correspondió la mano de Iris. Forzando una sonrisa que iba acompañada con una mezcla de dolor.
—¿Te sientes mejor?—Preguntó.
—Aún me siento mal..., pero creo que puedo soportarlo.
—Deberíamos llevarte al hospital—Se cruzó de brazos, con una expresión de preocupación en su rostro.
—No, no, no, no es necesario—Negó rápidamente y sin pensarlo dos veces.
—¿Por qué no?, ... ¿Es por nuestra madre?...
Aiden solo asintió levemente.
—Exacto; si voy al hospital, ella lo sabrá y eso solo le causará más problemas y dolores.
—Pero aun así deberías ir; es por tu bien.—Insistió.
—Realmente no hace falta; solo te llamé para que me ayudes un poco, así que si nuestra madre y hermanos preguntan por mí; aunque lo dudo, tu solo diles que me tome un descanso de unos días y que quiero estar solo.—Caminó hacia su cama, sentándose en el borde.
—¿Crees que eso funcionará?—Preguntó; levantando una ceja.
—Por supuesto que funcionará; soy demasiado reservado e introvertido, y tampoco soy apegado a mi familia, así que solo pensaran que es una de mis facetas como siempre—Respondió; pasándose una mano sobre su cabello.
Iris solo suspiró resignada; apoyando una de sus manos sobre el hombro de Aiden.
—Está bien... pero prométeme que te cuidaras bien, y si necesitas mi ayuda llámame como lo hiciste hoy; recuerda que los humanos son más débiles que los Aniumans.
Aiden solo la miro a los ojos. Sabía que en cierta parte su hermana tenía razón, pero algo muy dentro de él quería refutárselo; quería decirle que a pesar de las diferencias entre ambas especies, ambos eran igual de débiles, sin embargo, no encontró las palabras adecuadas para decírselo, así que solo asintió levemente.
—De acuerdo, me cuidaré y te llamaré si es necesario.—Sonrió levemente.
—Genial—Le devolvió una brillante sonrisa satisfactoria— En ese caso, me iré yendo; compraré algunas medicinas para ti y volveré, así que duerme un rato más.
—Está bien.
Y con eso, dicho, Iris acarició levemente el pelo de su hermano, le dio unas cuantas palmadas y luego salió de la habitación con pasos firmes; apagando las luces de la habitación y dejando a Aiden en la soledad de su cuarto.
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